7. Un maravilloso accidente

276 40 25
                                    

Ludwig no sería hombre de emociones, o sabedor de los menesteres que conciernen al campo emocional, no, su personalidad estaba muy lejos de eso— lo que hacía peculiar, que su hermano fuera todo lo contrario— pero, si era alguien muy disciplinado, y gran planificador; habilidades, que empleo en estructurar una de las citas más importante que tendría con Feliciano, donde, le diría lo que sentía al alegre Omega.

El Alfa alemán, era un planificador natural, metódico y rígido por excelencia, aun si se trataba de un acita; a Kiku Honda, colega de Ludwig, le preocupaba que tantos planes, arruinaran la esperada velada, así que ayudaría un poco.

— ¿Tenemos que conversar en la azotea del edificio principal?— preguntó extrañado el rubio, cansado de que Kiku ignorase sus interrogantes.

—Asumo, como amigo, que este es un día importante— dijo el japonés, observando la noche caer—. Pero, me gustaría ver que dirás en esta cita que has preparado tanto.

El más alto parpadeo un par de veces, rápidamente, haciendo ver que aquello le tomó totalmente de sorpresa—. ¿Kiku...? ¿Qué intentas...?

—Dime como piensas confesarte. —Ya eran hombres adultos, pero, parecía que aún eran bastante infantiles en varias cosas, como en cuestiones románticas, especialmente para Ludwig.

El otro se aclaró la garganta, y observó a su amigo, creyendo que esa la primera vez, que el japonés buscaba jugarle una broma.

—Debemos asegurarnos que salga bien, solo quiero ayudar. — Sonrió el Beta ampliamente, algo raro en el serio hombre.

—Yo...— Ludwig aun no sabía cómo tomar eso, pero Kiku era alguien normalmente de buenas intenciones—. Primero le hablare del tiempo que hemos pasado juntos, en un restaurante, con una comida de tres tiempo; de ahí, procederé a remarcar lo mucho que me gusta su presencia.

El japonés escuchó todo el complejo plan, que Ludwig relataba como un plan militar—con horarios incluidos—. Kiku se alegró, de haber hecho en un plan más simple, y haber intervenido, aquella velada tan rígida, terminaría por estresar al pobre Omega. Revisó su muñeca, confirmando su plan, que se había puesto en marcha mejor de lo que esperó, al ver la puerta que llevaba al techo moverse ligeramente.

—Entonces— interrumpió el japonés—, ¿le dirás que lo amas? ¿De forma romántica? ¿Con los fuegos artificiales de La fiesta del Redentor?

—Ah, si...deseo, pues, formar una relación con el— confirmó, extrañado por las preguntas tan detalladas del Beta—. Y vi como adecuada la fecha.

—Lud...Ludwig— murmuró una suave voz, una que el Alfa conocía bien; Ludwig se quedó de espaldas a la puerta, paralizado en su lugar.

— ¿En verdad piensas eso?— preguntó Feliciano—. ¿Eso era lo que me ibas a decir?

El Alfa se giró hacia donde estaba el Omega, quien estaba a unos pasos de él, con el rostro tan tojo como el mismo; Ludwig solo atino a asentir con la cabeza.

Ve...yo, yo siento lo mismo— susurró, jugando con sus manos—. Siento no haberte esperado, pero Kiku me dijo que te gustaban las sorpresas, y que estarías aquí, por lo que decidí venir a verte sin avisar...

Kiku

No había necesidad de que analizara la expresión del japonés, que no sonreía— no al menos de manera visible—, pero estaba seguro, que el Beta se regodeaba del éxito de su plan. Su molestia, o cualquier reclamo, se esfumaron cuando el Omega enfocó sus ojos ámbar en el, con una encantadora sonrisa, que contrastaba con el inicio de los espectaculares fuegos artificiales en celebración por la fecha.

Cuando fue que, Kiku los dejo solos, era algo que ninguno de los dos tomó en cuenta; permanecieron un rato en el techo, con sus dedos entrelazados, bajo un cielo que se pintaba de púrpuras, azules, y violetas; las estrellas se mezclaban con las flores de los fuegos artificiales, como un océano visto por un caleidoscopio.

—Ludwig— menciona el italiano, en voz baja, con los ojos fijos en la belleza del espectáculo—. Yo...yo siempre pensé en seguir solo, pero la pusiste difícil; quiero estar contigo— admitió el joven, apretando la mano del otro, como si se aferrarse a esa calidez, temiendo que se le fuera.

El Alfa no comprendía lo que el otro intentaba decir con esas palabras, pero cuando Feliciano le correspondió la mirada riendo suavemente, como si la seriedad de sus palabras, no tuviera importancia.

—Estoy diciendo cosas sin sentido. — Volvió a reír—. Es que tengo hambre, ve... ¿habrá pasta al lugar que vamos?

—Toda la que quieras. — Sonrió el rubio—. ¿Puedo abrazarte y...besarte?— preguntó apenado; y Feliciano se comenzó a reír, por la forma tan poco natural en que lo dijo el otro.

— ¡Claro!— contestó, abrazando al Alfa sin que este tuviera tiempo de hacer nada.

Ambos estaban felices en el momento, hasta sintieron la presencia nuevamente de alguien más: Kiku Honda, con el celular en mano, dirigido hacia ellos.

—Sigan con lo suyo— dijo el japonés, mostrando que claramente estaba grabando—. Debo admitir que salió mejor de lo que esperaba; y el escenario es espléndido para recordar. Lo siento, hagan como que no estoy aquí.

— ¿Y porque tienes tu celular? ¿Está grabando?— Entrecerró sus ojos azules Ludwig, molesto cuando el Omega ocultó su rostro en el pecho del más alto.

—Sigan, sigan, se ven muy bien juntos—animó el Beta, guardando su celular, e indemne a la molestia de su amigo—. Les deseo mucha felicidad, y prosperidad. — Se va con una reverencia.

Seguros de estar a solas, Ludwig besó brevemente al hombre en sus brazos, para sonreírle.

_________________________

Ludwig, como médico, había enfrentado centenares de cosas difíciles, situaciones por demás complicadas, donde no había ni siquiera una solución correcta que elegir; pero, no esperaba que conocer a la familia de su pareja, un par de meses después, representaría un reto tan monumental.

Y es que, Lovino Vargas, era una persona con un carácter muy...especial.

Llevaban muchas citas, así que, tomaron la decisión del siguiente paso— una vez, pasaron la inseguridad, y torpeza del inicio de la relación—; que por supuesto, fue conocer a las respectivas familias: con su hermano fue fácil, Gilbert le tomo cariño a Feliciano al instante; cuando toco conocer a la de su Omega, deseo haber planeado aquello con días de antelación.

Antonio fue cortes, pero, ambos lo miraban como un enemigo, o alguien que estuviera planeando algo sospechoso con Feliciano, a quien protegían con mucho esmero. A través del primer encuentro con aquella familia, logró al menos agradarle al español, no logrando lo mismo con Lovino, pero terminaron por tener una pacífica enemistad— Ludwig se conformaba con que no lo insultara cada que mencionan su nombre—; pero, no culpaba al matrimonio de cuidar tanto al Omega, el también sentía lo mismo.

Feliciano, comenzó a escribir con más detalles sus memorias, incluyendo en sus recuerdos escritos cada momento que vivía con Ludwig, y se sintió odiar el tiempo, que para esos días en que era feliz, pasaba muy rápido.


____________________________________________________________________________________________




La Fiesta del Redentor se celebra cada año el tercer domingo del mes de julio. , esta fecha tiene una importancia muy particular y desde cinco siglos ha llegado a ser una de las principales fiestas de la ciudad, muy sentida por sus habitantes, junto a la Fiesta de la Madonna de la Salud en noviembre.
La fiesta es un evento que recuerda el fin de la peste en la ciudad y la construcción de la iglesia del Redentor en la isla de la Giudecca (la isla que está frente de Venecia). En los años 1575-1577, la peste golpeaba toda Europa , e incluso en Venecia causó muchísimas muertes (más de un tercio de la población de la ciudad); probablemente llegó a la isla a través de las naves desde Oriente, y de ratas infectadas.

Gracias por leer :)

As the seasons go by [Hetalia] [Gerita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora