4. Pintando en días soleados

279 53 3
                                    

La niñez, es una epoca del tipo de recuerdos que tienden a desaparecer, sin embargo hay memorias que ni siquiera el tiempo podría llevarse.

Feliciano recordaba con claridad ese dia, uno sin nubes en el cielo, como los que le gustaban a su abuelo; siendo todavía un niño, observó como todos dejaban flores en la tumba de su abuelo, y siguió sin poder entender que había pasado.

— Feli, ¿tienes sueño? ¿hambre? — La voz de su hermano era aguda, como si estuviese contenida; Lovino sujetó la mano de su hermano menor— . Ya pronto nos iremos.

— El abuelo no va a regresar, ¿verdad? — preguntó el Omega; que al comprender sus palabras, lloró un rato con su rostro oculto en el costado de su hermano.

Su hermano mayor se ocupó con algunos asistentes del funeral, pidiendole a Feliciano que lo esperará juntó al auto en el que vinieron.

— Fue un gran hombre, él está orgulloso de ustedes— Feliciano, levantó la vista del suelo, encontrando frente a él, a aquel extraño hombre, que sostenía un ramo donde destacaban algunas flores de naranjo— . Tu abuelo adoraba ese árbol, le hace pensar en cuánto han crecido ustedes dos.

El niño asintió de manera temblorosa, y volvió a llorar, se sintió mal por haber olvidado ese detalle; tal vez podria traerle naranjas a su abuelo después, eran su fruta favorita. El hombre con los ojos de muchos colores, abrazó al niño con cautela.

— Esto es normal, esta bien llorar.

Cuando su hermano regresó, el hombre sin expresión había desaparecido, como siempre hacía.

Aquella entidad era otro de los secretos de Feliciano, aunque suponía que su existencia siempre acompañaba a las personas; en particular a todo ser viviente: la única diferencia, era que el era consciente de su presencia.

Sí, el árbol de naranjo y su abuelo era una remembranza preciosa: ese era uno de los recuerdos más preciados que tenía; razón por la que insistió a su hermano a encontrar una forma de llevar el árbol con ellos, lo cual no fue posible por el tamaño, pero plantaron un brote que fueron capaces de germinar usando las flores del viejo árbol.

Le parecía curioso que la primera vez que vio a Ludwig, fue cuando este estaba leyendo un libro, debajo de un frondoso naranjo,m muy similar al de su infancia; y el Omega, decidió que algun dia se acercaría para hablarle, volviéndose su amigo.

No es que el destino fuese un tema idílico que le ilusionaba, con las verdades que le fueron conferidas desde niño; para él, el futuro eran posibilidades, y le gustaba pensar que en vez de un futuro determinado, esas cosas, como el naranjo, eran pequeños atisbos de uno entre miles de resultados.

Le dolía reconocer el probable rumbo de sus sentimientos, porqué si bien lo quería, conocía los resultados de dejarse llevar por esa posibilidad.

No obstante, deseaba acercarse con fervor al hombre.

Y tambien queria verle sonreir más.

___________________________

Ludwig sólo se se sentía curioso sobre Feliciano, el acercarse a él, ese deseo, fue originado de su interés en el comportamiento del Omega, uno que nunca habia visto; el ver a alguien afanarse por hacer felices a otros, le parecía de lo más extraño, aún si fuera un Omega, conocidos por su naturaleza emocional.

No mentiría, le era algo sospechoso el joven, ¿quien actuaba por otros de manera desinteresada? Siendo un doctor, por su vida habían pasado infinidad de personas, muchas de ellas a veces quedándose solas en camas de hospitales, esperando por alguien, quien fuera, para poder sentir que existía una persona que se preocupaba por ellos.

Su sospecha pasó a ser admiración. La paciencia y dedicación de Feliciano en sacar una sonrisa de las personas con las que se encontraba, era algo bastante inaudito, pero maravilloso, a veces, incluso pensaba que llamarlo un milagro no era una locura.

Y lo más extraño del Omega, era que nunca quitaba su sonrisa, esa calidez jovial con que hablaba con otros, era algo que no dejaba de sorprenderle.

— Me alegra que al final reconociera sus sentimientos, Ludwig-san— habló Kiku a sus espaldas, provocando que al alemán tirara una taza vacía de sus manos— . No pensé encontrarte en el cuarto de descanso.

— Por favor, deja de decir esas cosas— El Alfa no entendía, como ese Beta con un comportamiento sereno, sabia ponerlo nervioso— . Y deja de aparecerte así.

— Solo digo hechos, siento asustarle.— Tomó una taza de una encimera, y se sirvió un poco de café tibio de la cafetera.

Ludwig no podía negar nunca las cosas que su amigo le decía.

____________________________________________________________________________

capitulo super cortito, lo siento, asi salio, pero la historia tiene como 12 partes en total xD

As the seasons go by [Hetalia] [Gerita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora