9. El precio de un secreto

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Feliciano, tenía que admitir, que Ludwig era alguien bastante diferente en la intimidad cuando tenía confianza, podría decirse que hasta impetuoso en la plenitud de las pasiones; no se quejaba, siempre disfrutaba de ver que las personas eran más de lo que aparentaban, sorprendiendolo.

Ambos siguieron sus vidas normales, en lo que respectaba a sus trabajos; sus horarios cuando estaban juntos, o compartían momentos, eran bastantes irregulares, pero, para el Omega eran todos especiales, aun si fuera solamente un salido por la mañana.

Su hermano seguía muy al tanto de él, y lo entendia, a veces parecía que olvidaba su condición, pero la tenia todo el tiempo en cuenta, otro de los secretos que mantenía oculto de su Alfa.

—¿No se lo diras?—Lovino detestaba a la pareja de su hermano, pero no creía que fuera justo que algo asi no se le dijera—. Respeto tus decisiones, lo hago pero…no es algo que puedas dejar de lado, el tiene que cuidarte.

—¡Lo hace Fratello!— respondió el menor con esa sonrisa a veces bonachona que le dedicaba a todos—. No debe saberlo, se porque lo hago…también te he ocultado algo; se que lo sabes.

—Maldicion, se que escondes algo desde niño— aceptó Lovino—, lo se, y parece que no puedes decirlo, solo dire una cosa: si lo que no me has queridos decir, es importante que lo ocultes…solo quiero que seas feliz.

El mayor vio muy extraño el comportamiento de Feliciano, uno que cambió un poco después de que cumpliera nueve años, posterior a que descubrieran el estado de su cuerpo; comenzó a grabar como pudiera cada cosas que hacia, cada dia vivido. Los médicos dijeron muchas cosas, y a pesar de todo, ahí estaba el Omega, radiante, presente, similar a un milagro.

—Gracias Fratello— sonrió en respuesta—. Debo decirte algo…no se cuando decirle esto a Ludwig, no se que hacer.

Feliciano le confesó otra de las cosas que le ocultaba a Ludwig, una que no podría esconder por mucho tiempo: estaba esperando un hijo de su Alfa. La situación le era compleja, había buscado evitar a su pareja, siendo consciente de que en su cuerpo, crecía un pequeñito, del que sería su madre. No repudió el hecho de tener hijos, ese era un sueño que decidió no alcanzar, por el bien de los demás, como por no lastimarse con una ilusión finita.

Lovino no comprendía la angustia de esa noticia; la pareja de su hermano era buen hombre, capaz de ofrecerle el sustento que necesitaran para una familia: el mayor tenía la certeza, de que todas las decisiones en la vida del menor, se basaban en ese hecho que ocultaba desde niño.

—¿Por qué…?¿Porque parece como si no quisieras al bebé?

—¡No es eso!— exclamó Feliciano—, no es eso…no lo es; no hay manera de que no este feliz con eto, o que no quiera un hijo— Bajó su cabeza, con los ojos fijos en sus inquietas manos.

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Ludwig vio que el alegre italiano, su Omega,  estaba bastante inquieto desde hace una semanas. No le parecía que esos cambios pertenecieran al comportamiento usual del otro.

El Alfa, siempre pensó que esa insistencia, toda esa dedicación en la felicidad de otros, era inusual; también, veía a Feliciano tachar en un calendario los días, como si llevara la cuenta, un ritual que el italiano hacía sin falta.

Pero, lo que lo preocupó, fue que el Omega estuviera tan triste cuando le dijo que iban a ser padres; días después, Feliciano volvió a sonreír, pero con la melancolía siempre presente.

—Somos felices, ¿verdad? , tu, yo.— Se acomodó en una banca que tenían en el jardín frente a la casa.

El rubio miró el rostro sereno del otro, con la mirada pérdida en las nubes de aquel atardecer.

— ¿Porqué lo preguntas?— Ludwig arrugó su frente extrañado por una pregunta tan inusual.

— Ah...seguro estoy diciendo cosas sin sentido— se dio cuenta Feliciano—; lo siento, solo pensaban— Rió, con una voz que le pareció forzada.

Ludwig odiaba que el Omega, pareciera guardarse lo que le ponía triste siempre.

Sonrió no queriendo insistir en el tema—. Ja, lo somos, ¿Cómo no podría ser feliz?

Ludwig no sabría, hasta unos años después el secreto de Feliciano, uno que lo involucra a él.
Nunca podría obtener respuestas a muchas de sus preguntas, ni decirle lo fuerte que fue con una verdad tan pesada; ni como, pudo sostener su sonrisa con las decisiones que tomó.

¿Cómo era vivir sabiendo el día que ibas morir?

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Hola, capítulo desde el celular, espero no tenga errores xD.

As the seasons go by [Hetalia] [Gerita]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora