R E T R O C E D E R

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~Capítulo 18~

(...)

     Subí a mi camioneta y recibí una llamada, era Alonso, no estaba segura si contestar o no pero al observar las 7 llamadas perdidas que tenía de él podía ser algo urgente así que decidí contestar.

     —Alonso, ¿estás bien? —Pregunté al contestar

      —Sí, estoy bien pero más bien esa pregunta es para ti, hoy no te vi en la escuela ¿te pasó algo?

      —No, estoy bien, es sólo que... Olvidé despertarme —excusé

      — ¡Qué bueno que pudiste dormir!, oye, ya que no te he visto en todo el día, qué te parece si vamos a tomar un café, estoy ahora mismo afuera de tu casa

     —Ahora no estoy en casa Alonso, tuve que ir a comprar medicina para mi abuela —mentí

      —Oh, está bien, entonces... ¿Nos vemos en la tarde?

      No quería decirle a Alonso que no, no es porque haya descubierto algo de él que no me agradara con Fátima, es simplemente porque precisamente hoy no tenía tiempo. Eran las 2 de la tarde, aún me faltaban 2 horas de camino y llegando tenía que ir a trabajar al restaurante.

      —Tengo que trabajar pero hoy no hay muchos clientes así que podemos vernos ahí después de que salga

      —Me parece bien, ¿a qué hora sales?

     —A las 7 —dije

     — ¡Perfecto!, entonces, nos vemos más tarde

     —Adiós

    Finalicé la llamada y arranqué la camioneta.

(...)

     No había dormido en todo el día, faltaban tan solo 15 minutos para que saliera, al contrario de lo que pensé, hubo demasiados clientes y yo no paraba de bostezar cada que tenía oportunidad.

      Los clientes iban disminuyendo conforme mi turno transcurría, noté que la puerta se abrió, inmediatamente dirigí mi mirada hacia la misma y me di cuenta que un chico con un hodie negro con capucha,de la misma complexión de Alonso, entraba. Me encontraba acomodando unas cartas cuando Ginebra me sacó de mis pensamientos.

      — ¡Ámbar! —Exclamó y yo me giré rápidamente— ¿te esperan? —Ginebra señaló a Alonso con la cabeza

     —Sí, sólo, termino mi turno e iré con él

     —Puedes ir ahora, sólo te faltan pocos minutos para que salgas y ya no hay mucha gente, además, te noto cansada, tienes qué descansar

     — ¿En serio?, sólo me falta poco, si quieres...

     —No, insisto, luces demasiado fatigada, además hoy ayudaste en mucho, toma tu paga de la semana —me pasó un sobre

      —Gracias —abrí el sobre y conté el dinero— pero... Es el doble de mi sueldo

     —Conservalo, fue una semana muy difícil por lo de Reagan y... Ya tenía su sueldo listo pero preferí dártelo, sé lo mucho que lo necesitas y además con la pérdida de Reagan...—Vino a mi mente la imagen de Reagan ensangrentada sobre su cama y Alonso a un lado de esta— imagino lo difícil que fue esta semana para ti, insisto en que conserves el dinero

     —Gracias, en verdad —dije guardando en el bolso de mi delantal aquel sobre 

      —Por nada querida —me regaló una ligera sonrisa— sólo que yo no guardaría eso ahí, ese delantal no lo volverás a usar nunca más

PsicópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora