Capítulo 2. Favor por favor.

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Aquel horrible sonido taladraba su cabeza de forma tortuosa como había ocurrido diariamente durante los cinco años que llevaba en la base. Sus ojos azules se abrieron perezosos mirando la alarma al lado de su cama mientras tanteaba con su mano el lugar del botón para callar tal escándalo, logrando su cometido después de varios golpes dados.

Se sentó con pereza sobre la cama mientras se estiraba y soltaba un largo y sonoro bostezo. Por ella hubiera seguido en su cama toda la vida, pero la labor la llamaba o, más bien, el lagarto la obligaba.

Se levantó de la cama restregando sus ojos como una niña pequeña mientras se metía en el baño para poder limpiar su cara y así despertar por completo. Se peinó la desmelenada cabellera y se empezó a desnudar para ponerse su ropa de trabajo.

Volvió a ir hacia su habitación dejando su pijama tirado en el suelo del baño. Abrió su armario y agarró lo más cómodo para trabajar, una camisa violeta con tres botones en el escote, los cuales cerró dos dejando que se apreciara un poco de él, y se puso unos pantalones largos y blancos. Se calzó con zapatillas cómodas y se preparó para salir.

Pasando por los pasillos donde se chocaba con diversos soldados resaltó ante su vista la larga melena de Raditz. Corriendo se acercó a alcanzarle mientras le veía caminar tranquilo hacia el comedor, donde iban a ir todos a desayunar.

–¡Raditz!–el nombrado se dio la vuelta para ver corriendo a la humana en su dirección, apartando a algún que otro soldado que la insultaba por su gesto.

–¿Qué haces?–se sorprendió por el comportamiento de la joven.

Ellos no solían verse por la mañana. El desayuno era la única comida que saiyajins y humana no compartían juntos, pues ellos tenían un humor de perros y ella tampoco era soportable a primera hora de la mañana.

–Acompañarte–contestó con una sonrisa una vez estuvo delante del guerrero. Éste alzó la mirada a los demás soldados que le miraban con cierto recelo. Todo el mundo conocía la cercanía entre ambas razas, pero verlo siempre incordiaba–. ¿Puedo desayunar hoy con vosotros?–

Raditz meditó un poco su propuesta. El comedor era el único lugar donde se reunían todos los guerreros, y algún que otro trabajador de Freezer, como solían ser los científicos del laboratorio o los médicos de la enfermería. Allí empezaban a hablar cada escuadrón entre ellos hasta que se acoplaban otros a las conversaciones. Los desayunos específicamente lo gastaban en su noche de sexo o si había alguna novedad en cuanto a las misiones.

Muchas veces tenían tiempo de sobra para molestar a los soldados que no eran de su agrado, en los cuales estaba el escuadrón saiyajin. También atormentaban a los débiles, así que Bulma no sería ninguna excepción.

–¿Para qué?–se cruzó de brazos el hombre mientras seguía el lento andar de la chica–. Pasas el tiempo con nosotros. Por las mañanas podrías dejarnos descansar de ti, niña.–

–¡Eso es mentira!–Raditz sonrió ante la molestia de la chica. La miró analizándola un instante, logrando que su mirada se detuviera en el poco escote que dejaba a la vista–. No paso todo el día con vosotros. Sólo en las comidas y cenas, y en algún momento que me pedís que os arregle alguna tontería o cuando tengo que curaros. El resto de tiempo lo pasáis entrenando y yo lo paso en mi laboratorio. ¿Y qué hay del tiempo en el que os vais de misión? ¿Eso no lo has contado?–

–Tu voz por las mañanas es muy molesta–al guerrero le costó alzar la mirada para ver los ojos de Bulma. Él, como muchos en la base, soñaban con ver lo que ella ocultaba tras sus conjuntos de ropa–. Luego si quieres puedes aparecer por la sala de entrenamiento.–

–No es justo–frunció las cejas molesta–. Vegeta ayer me pidió un arreglo a vuestros scouters, por eso deberías dejarme ir con vosotros.–

Almas perdidas [BulmaxVegeta] ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora