Capítulo 16. Madre

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Sus oscuros ojos no perdían detalle de cada acción de la adolescente, la cual se encontraba sentada al lado de Nella, quien aún permanecía llorando. No podía ver la mirada cristalina de la joven, puesto que había agachado la cabeza para contemplar lo que entre sus manos llevaba. Vegeta intentó ver de que se trataba, hasta que distinguió el reluciente medallón que ella tocaba con la yema de su pulgar.

Pudo contemplar como aquel objeto mostraba el símbolo de su raza grabado en él. Para el Príncipe no era difícil adivinar quien le entregó aquel obsequio a la humana. Vegeta apartó su mirada de ella para mirar al frente, perdiéndola entre los soldados que manejaban la gran nave y la cristalera ante ellos que mostraba la belleza del oscuro universo. Aquel escenario era el perfecto para ayudarle a sumergirse en sus más profundos y antiguos recuerdos.

(Flash Back)

El pequeño heredero de la corona saiyajin observaba los cuerpos que se encontraban desplomados por el suelo de la sala de entrenamiento. El joven Príncipe había acabado con cinco escuadrones de élite con tan solo cuatro años de edad. No podía evitar mostrar una sonrisa retorcida, nacida del más frío cinismo, mostrando de esa forma lo superior que era ante cualquier ser de aquel planeta al que estaba destinado gobernar.

Su atención se desvió cuando escuchó el sonido de las metálicas puertas abrirse. Sus ojos se desviaron a las dos figuras que ingresaron en el mismo lugar en el que el pequeño se encontraba. Una de ellas era la de su tutor, grande, musculoso, con una cresta que él veía ridícula y que acompañaba con un fino bigote. Éste se encontraba detrás de la mujer que andaba con elegancia, de hermosa cabellera negra y mirada dulce, con una sonrisa amable en los labios. Su capa rojiza acariciaba los cuerpos en el suelo que aún se mantenían inconsciente.

Cuando la mujer se encontró delante del niño, éste la miró desde abajo contemplando su barriga de siete meses de embarazo. Con dificultad, ella se agachó para estar a su altura, haciendo que la mirada del infante desviase hasta la elegante y brillante corona que cargaba sobre su cabeza.

–Madre–nombró el niño contemplando a la mujer que se llevaba su mano hacia su barriga–, ¿qué hace aquí? –

–¿Acaso no puedo ver a mi pequeño? –Vegeta apartó la mirada sonrojado. La mujer era una saiyajin peculiar y eso no solo lo sabía el Príncipe, sino todo el planeta. Decían que era ese el motivo por el que el Rey se vio rebajado a su embrujo.

La mano que tenía libre la Reina la posó en el rostro de su hijo, haciendo que desviara de nuevo su atención a ella. Con una en él y otra sobre su barriga, la mujer mostró una de las sonrisas más amplias y falsas que él hubiera conocido.

–Vegeta–habló ella con un tono triste. Ese tono solo alarmó a su hijo que no pudo evitar agarrar la mano con la que su madre le acariciaba–, Freezer quiere que vayas con él a su base. Desea entrenarte. –

La mujer tragó saliva, sintiendo el dolor en su garganta al hacerlo. Intentaba sonar serena, pero no era buena en la mentira cuando se trataba de su hijo.

–¿Es lo que te preocupa, madre? –la pregunta de su hijo la desestabilizó. Con el embarazo notaba que estaba más sensible de lo normal, pero no había justificación para ella el separarse de su primogénito, sabiendo a que horrible lugar iría.

–Yo sé que tú eres el más fuerte, hijo–la mujer intentó demostrar entereza. Apartó la mirada para contemplar a los hombres que se enfrentaron al Príncipe. Era obvio que ninguno estaba a la altura de él, pero Freezer no era un saiyajin. Era un monstruo mil veces peor–. Nappa irá contigo. –

El Príncipe miró detrás de su madre para intercambiar miradas con el soldado nombrado. Nappa hizo una reverencia cuando se vio observado por el menor.

Almas perdidas [BulmaxVegeta] ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora