Capítulo 14. Nueva vida

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Bulma caminaba cabizbaja, siguiendo los pasos de Dodoria que estaba a un metro por delante de ella. Sus ojos se perdían en los movimientos de los cordones de sus zapatos, que se movían a causa de su andar.

La joven humana había cambiado por completo su forma de vestir al ser consciente de los problemas que le causaría. Odiaba tener que verse forzada a cambiar sus gustos y a no poder exhibirse con la libertad que merecía, pero, desgraciadamente, convivía en un mundo donde la tiranía gobernaba y tenía implantado unas normativas en las cuales ni ella ni sus pensamientos liberales eran aceptados, y mucho menos respetados.

Se veía cubierta por un pantalón holgado y una blusa gris que, para su gusto, era demasiado ancha. Como siempre, había cubierto su cuerpo con su apreciada y reconocida bata mientras que su cabello estaba recogido dejando algunos mechones sueltos, los cuales ella había colocado detrás de su oreja. Su rostro se encontraba limpio, sin rastro de maquillaje, ni del de la noche anterior ni del que se puso al amanecer. Había decidido cambiar completamente su forma de ser para sobrevivir en aquel mundo que se podía comparar, sin lugar a dudas, con el mismo infierno.

Levantó la cabeza cuando dejó de escuchar los sonoros pasos de Dodoria. Le encontró delante de la puerta que llevaba a la sala principal que siempre estaba ocupada por Freezer. Ella era consciente de que allí debía ir pues el soldado fue claro. El lagarto la había citado con extrema urgencia.

Después de su última reunión no tenía ganas de volver a enfrentarlo. La humillación que sintió el día anterior no podía compararse con todas las que anteriormente le hizo, pues aquellas tantas del pasado no eran más que burlas, en cambio esta última la dejó claro que, además de no tener voz alguna, carecía de poder sobre su propio cuerpo.

–Sabes que no le gusta que le hagan esperar–Bulma miró al soldado que mostraba una mirada intimidante.

No contestó ni con palabras ni con miradas despreciativas, directamente obedeció e ingresó en la sala para ver cuanto antes al tirano y así poder irse lo más rápido que pudiese.

Cuando la joven ingresó en la sala sus ojos se abrieron con terror mientras que de sus labios escapaba un grito aterrador, que pronto llamó la atención del entretenido tirano.

Freezer elevó la mirada del Príncipe a la humana. La recibió con una sonrisa amplia y la mirada burlona. Sus manos blancas se encontraban repletas de sangre mientras que sus pies aplastaban la cabeza del joven saiyajin tirado en el suelo, ensangrentado y malherido, pero sin emitir ningún sonido de dolor.

Bulma recorrió la sala con la mirada para encontrar en dos rincones a los otros dos saiyajins, Raditz mucho más consciente que Nappa, pero tan herido como él. Ambos habían impactado contra la dura pared, dejando en ella la silueta de sus cuerpos. El calvo estaba tendido boca abajo sobre el pavimento mientras que el melenudo se encontraba sentado con la espalda y la cabeza apoyadas contra el frío muro, mostrando su rostro ensangrentado y sus ropajes dañados por la paliza que acababa de recibir.

Apartó la mirada de sus amigos para volver a fijarse en la figura imponente del lagarto, que se entretenía viendo su desencajado rostro. Bulma notó como algo se movía tras Freezer y, cuando quiso saber que era, pudo vislumbrar otra figura que estaba de rodillas. Se sorprendió de que aquella silueta perteneciera al mismísimo Zarbon, que se encontraba en igual estado que los saiyajins.

Ver al soldado más fiel de Freezer en dicho estado ayudó a la humana a razonar con rapidez y descubrir lo que estaba ocurriendo y, por ende, el motivo por el que ella estaba allí. El tirano conocía las misiones que su lacayo encomendó sin autorización alguna y no parecía haber sido complacido con una respuesta.

Almas perdidas [BulmaxVegeta] ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora