Capítulo 11. Miedos.

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Nappa se encontraba en la habitación de Vegeta apoyado en la pared mientras éste se colocaba su traje de combate. La humana, por otro lado, estaba en el baño poniéndose la ropa que había llevado en todo el día. Cuando el saiyajin había descubierto a ambos jóvenes el Príncipe la ordenó vestirse para después abandonar el lugar y ella acató sin decir nada, pues tampoco tenía palabras en aquel momento tan tenso que acababa de vivir.

Vegeta observaba a hurtadillas al calvo que se perdía en sus propios pensamientos. Apretó la mandíbula maldiciendo la imprudencia de colarse en su habitación sin permiso alguno y así sorprenderle con la humana. El saiyajin tenía claro que no iba a mostrarse débil ante la situación. Él se veía más inteligente que los dos guerreros a su servicio. Estaba seguro que sabría evadir la situación sin dar explicación a quien no la merecía.

Cuando había terminado de colocarse el traje decidió encarar a Nappa que había vuelto a la realidad al escuchar los pasos del Príncipe acercarse a él. Observó su mirada inexpresiva. No podía ver odio o frialdad, simplemente le miraba con atención. Él sabía que Vegeta no iba a dar respuesta y él no era nadie para darle reproches pero por una vez no sería capaz de callar.

Nappa no observaba al saiyajin que coleccionaba victorias en sus batallas, las cuales eran estudiadas con premeditación. Ante sus ojos podía encontrar a un guerrero que había caído en una trampa que se veía de lejos. Por una vez en la vida vio una derrota y su enemigo era mucho más débil que él.

El calvo observó a la joven salir del baño moviendo un mechón de su mojado cabello detrás de su oreja. Vegeta la daba la espalda sin intención alguna de girarse a mirarla, sólo le contemplaba a él. Bulma sin decir absolutamente nada salió de la habitación del saiyajin siguiendo la orden que el Príncipe le dio antes de que se vistieran.

–Estoy seguro que cuando ibas a darle alguna noticia de importancia a mi padre y debías dirigirte a su habitación procurabas llamar antes de entrar. ¿Cierto, Nappa?–el saiyajin frunció el ceño al escuchar las primeras palabras del Príncipe hacia él. Fue escuchar el ruido de la puerta cerrarse y empezar a hablar, sin dar tiempo al silencio de ser un segundo más el protagonista del lugar.

–Príncipe Vegeta... –el nombrado no quiso escuchar ni una palabra de su subordinado, pues estaba seguro que respondería con más furia de la que ya sentía.

–No quiero excusas baratas–Nappa no apartó la mirada del joven Príncipe. Se sentía insultado desviando toda la atención al allanamiento de su habitación y no al problema real. Él y la joven humana juntos en aquel espacio que el orgulloso saiyajin no compartía con nadie más que él mismo–. Eres conocedor del castigo que supone tu infracción. Vete a la sala de entrenamiento y me encargaré personalmente de que aprendas la lección.–

Vegeta se alejó de él para darle la espalda con la intención de salir de su habitación pero Nappa se mantuvo de brazos cruzados apoyado en la pared con la mirada en el Príncipe. Admitía el temor que sentía cuando se trataba de él. Era más joven pero con una fuerza que representaba el legado que tenía y, a pesar de ello, sacó el valor de hablar.

–Recibiré el castigo que el Príncipe Vegeta consideré oportuno–el joven paró en seco al escuchar la voz del guerrero. A penas se giró para verle directamente, sólo para apreciar que seguía en la misma postura que le había dejado. Apretó sus puños ante la rabia de sentirse insultado por Nappa–. Lo único que pido a cambio es una explicación.–

–¿Es broma?–Vegeta se giró para contemplarle con gesto irritado–. ¿Te cuelas en mi habitación como una maldita rata y encima quieres que te dé una charla? ¡Mueve tu puñetero culo de mi pared y ve a la sala o te juro que te muelo aquí mismo a golpes, Nappa!–

Almas perdidas [BulmaxVegeta] ORIGINALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora