salvada

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Yo también me fijé en Nymphadora cuando cambió su cara por la de Snape, pero por desgracia, aquí mi compañero, se percató también y decidió intervenir, probablemente para ponerle un castigo. No puedo negar que me parece muy injusto y que la verdad me hizo bastante gracia, pero cuando vi la cara de vergüenza que puso cuando todo el comedor la miró y su pelo cambió a un verde botella apagado, decidí que no dejaría que se llevase un castigo, no, por lo menos, que yo pudiese evitar.

Me levanté pidiendo disculpas a los demás profesores y me dirigí rápidamente al despacho de Severus. Entré, llamando a la puerta un par de veces y me encontré a Tonks, sentada frente al escritorio de Snape, que escribía en unos pergaminos lo que supuse que sería su castigo.

-Buenas noches Lupin- me miró con asco, mirada, que por supuesto, no le devolví. Estaba dispuesto a intentar apartar las costumbres del pasado- no sé exactamente que hace aquí.

-Vengo a pedirte que retires el castigo- expliqué. Nymphadora me miró sorprendida, pero bajó la mirada en cuanto Snape habló. Severus me miró burlón.

-El castigo ya está puesto, lo que ha hecho esta alumna...

-La señorita Nymphadora- lo corté- si pudiese llamarla por su nombre me haría un favor, y a ella desde luego, le mostraría un poco de respeto.

Mi compañero me miró enfadado, mientras que Tonks casi se ríe en medio del despacho.

Yo solamente sonreía, lo cual parecía alterar a Snape, que se estaba poniendo rojo.

-La señorita Tonks me ha faltado el respeto, he sido objeto de una broma, el primer día de curso, con lo cual, no creo que quitarle 50 puntos a su casa y un castigo de una semana en mi despacho todas las tardes no sea justo, con el debido respeto Lupin- me dijo con hastío.

-En realidad Severus, no hay puntos que restar, pues los marcadores están a cero y la competición aún no ha empezado, a parte, solo le estaba mostrando a sus compañeros sus magníficos dotes de imitación, creo que clavó perfectamente tu rostro. Por otro lado, puede que les estuviera aclarando quien era usted, no tiene pruebas de que se estuviese riendo de ti, puede que incluso se estuvieran riendo de mí- la excusé. Miré significativamente a Tonks, que asintió e intervino.

-Sí profesor, solo les estaba diciendo quién era, me preguntaron y creí que era la mejor manera de decírselo, se rieron de mi transformación, no de usted.

Snape, resignado, se dio la vuelta para salir del despacho.

-Ves Severus, todo arreglado, sin castigo, absolutamente fácil.

-Cállese Lupin, espero que no se vuelva a repetir- terminó mirando a Nymphadora, que asintió en silencio sin dejar de mirarme.

Snape se marchó enfadado y yo respiré satisfecho.

-Muchas gracias- me dijo la chica.

-Tranquila, de pequeño tuve que sacar así a mis amigos de muchos líos, pero procura no volver a hacerlo delante del profesor Snape, no creo que para la próxima vez pueda ayudarte mucho.

-de todas maneras muchas gracias, parece que el profesor Snape me tiene manía, ni siquiera han empezado las clases; como este año suspenda...no sé qué voy a hacer.

-No suspenderás, puede tenerte toda la manía que quiera, pero no puede reprobarte una asignatura por que quiera.

-No me refiero a que me suspenda, sino que este año son los éxtais, estoy bastante nerviosa.

-No te preocupes, seguro que los apruebas- le dije, miré a ambos lado cuando salimos del despacho de Snape. No se oía jaleo en el comedor, pero tampoco había estudiantes por los pasillos, por lo que supuse que ya estaban en sus torres- te acompaño a tu torre- ofrecí- ya no hay nadie en el comedor, nunca es bueno caminar sola de noche.

-Vale, aunque es en la de los premios anuales, no creo que quiera llegar tan lejos, es en la otra punta del castillo.

-No te preocupes, caminar me vendrá bien para despejarme un rato.

Ella asintió y nos pusimos en marcha. Estuvimos todo el camino en silencio. Algunos podrían pensar que fue incómodo, pero estarían equivocados, fue simplemente relajante, tranquilo e íntimo.

Cuando llegamos a su torre, la acompañé hasta la puerta, ella dijo la contraseña y se despidió de mí con un suave adiós.

-Buenas noches Nymphadora- le dije yo, mientras ella subía por las escaleras.

Me dirigí a mi despacho, que tenía una habitación bastante grande continua a este, me acosté y me quedé dormido rápidamente, pensando en que de nuevo, parecía ser aceptado por alguien, una niña, no tan niña, pero que no era inocente, aunque su torpeza y sinceridad hiciesen que mi corazón volviese a sentirse vivo.

RiddikulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora