Miedo

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El día me había ido genial. Me había levantado temprano, dado un par de clases y otras cosas.

En cuanto vi que Nymphadora entraba en mi clase, me puse nervioso. No sabía exactamente porque. Al final de la hora, sentí la extraña necesidad de preguntarle qué tal le había parecido, y cuando me dijo que bien, sentí como si me quitasen un peso de encima, lo cual era raro, pues en las anteriores clases, no me había pasado.

Pasé el día entre una cosa y otra, reuniones, paseos, trabajos, clases, y cuando me di cuenta, ya era la hora de la cena. Me fui hacia el gran comedor y sentándome en la mesa de profesores, comencé a comer. Al cabo de un buen rato, me fijé en la mesa de Hufflepuff. Los hermanos Junt estaban allí, pero no Tonks. No había estado en toda la cena. Pedí disculpas y me levanté, fui hacia los gemelos y les preguntó por ella.

-No la hemos visto desde hace un rato profesor. Estaba con nosotros en el lago, pero se quedó cuando fuimos a hacer las tareas.

Yo asentí en silencio. Podía estar preocupándome por nada, pero un presentimiento, y no uno de los buenos, me hizo cambiar de idea y dirigirme a los jardines lo más rápido posible. Estaba completamente a oscuras, apenas se distinguían las siluetas de los árboles. Era complicado no caerse, pues la niebla minimizaba mis capacidades de vista, y el viento taponaba mis oídos.

Estuve un rato dando vueltas, gritando su nombre, buscándola.

Cuando me di la vuelta para regresar al castillo, algo me llamó la atención. Conjuré un lumos con mi varita; y me acerqué hasta donde un bulto yacía tirado en el suelo.

Me asusté.

Corrí hacia ella.

Era complicado no caerse entre aquella niebla, muy fácil perderse en aquella oscuridad. Me lancé a su lado en cuanto la distinguí bien. Su pelo estaba apagado, su cuerpo inmóvil, y una profunda mueca de dolor cubría su rostro.

-¡Señorita Nymphadora! Tonks- grité, intentado hacerla reaccionar- Nymphadora...vamos despierta- pedí entre súplicas. Le subí las mangas de la túnica, y miré sus piernas, amoratadas por todos lados- ¿qué mierdas ha pasado aquí?- le pregunté a la nada.

Estaba cabreado, muy cabreado. Sería poco decir que si encontraba al responsable, fuera quien fuese, no tendría mundo para esconderse.

Me quedé con ella, pues si algo sabía, era que si tenía algo en el cuello de un golpe, o algo peor, podría marearse, vomitar, o.... Hasta que no estuviese consciente, no la movería.

Esperé con ella hasta que clavó sus ojos grises en mí. Respiré intentando tranquilizarme. Al notar muy débil su pulso me había esperado lo peor. Cuando noté su mirada, cerré los ojos relajándome y volví a mirarla con ternura.

Tonks hizo el intento de levantarse y la ayudé por lo menos apoyarse en mi pecho. Tan pronto como la tuve entre mis brazos, la apreté contra mí y cerró los ojos, se sentía más que bien. Ella se quejó por la fuerza, soltando un leve gemido. La separé con cuidado de mí y le examiné el rostro. Lo tenía amoratado, lleno de barro y rasguñado por la hierba.

Pero se veía preciosa.

Aparté esos pensamientos de mi mente, lo más importante era secarle la ropa y que la viera madame Pomfrey. La cogí por detrás de las rodillas y debajo de los brazos y la alcé con cuidado

-Profesor- musitó. Me pareció muy dulce su rostro de confusión, pero estaba demasiado enfadado para sonreír.

-Descansa- le dije más duramente de lo que pretendía. Noté como una lágrima se derramaba por su mejilla.

-Está enfadado porque estaba fuera a estas horas- murmuró. Abrí mucho los ojos. ¿En qué pensaba esta chiquilla? Si eso fuese un problema...esa no era la cuestión. Lo importante era que le habían dado una paliza, estaba empapada, probablemente resfriada y llena de golpes, ese era el verdadero problema.

-No, Nymphadora, no es eso.

-¿Entonces por qué estás enfadado conmigo?- preguntó de nuevo en un susurro. Me estremecí al sentir su respiración en mi oído.

-No- negué- no estoy enfadado contigo, pero sí con quien te hizo esto.

-No se preocupe profesor.

-Enseguida te voy a llevar a la enfermería a que te vea madame...

-No profesor- me pidió, hablando esta vez más fuerte. Yo detuve mi paso en cuanto estuvimos a los pies de la escalera.

-Claro que voy a llevarte a que te revisen...

- No, por favor, no lo haga. Harán preguntas, dirán cosas, no quiero más...- gimió. Parecía asustada de verdad. Yo seguí subiendo y asentí. Si ella no quería, no la obligaría.

- vale, no te llevaré con la señora Pomfr...Nymphadora?- la joven se había quedado dormida. Parecía tranquila, su expresión me hizo sonreír. La estreché un poco más fuerte contra mí, mientras seguía subiendo por las escaleras. Cuando ya me dirigía a su dormitorio, me di cuenta de que estaban en la otra punta del castillo, y mi despacho estaba más cerca. A parte, no sabía la contraseña de los premios anuales, por lo que decidí llevarla a mi dormitorio.

Caminé en silencio por el castillo. Todos estaban en sus dormitorios, por lo que no había nadie cerca. Me permití relajarme un poco y pasear. En cuanto llegué a mi despacho, lo cerré con llave, y me encaminé a mi cuarto. Dejé a Tonks sobre la cama con cuidado. Sonreí como un tonto cuando vi que se removía entre las sábanas.

Llamé a un par de elfos de las cocinas para que le cambiasen la ropa y trajesen seca al día siguiente. También les pedí que la asearan para que estuviese más cómoda y que pudiese dormir mejor.

Me cambié cuando los elfos terminaron. Le habían traído un pijama de su habitación. Era de ositos de colores; y en ese momento, me di cuenta, de que aun pareciendo una niña, se comportase como una niña, tuviese pijamas absurdos...me parecía perfecta. En ese momento fu cuando me acordé de mi edad, de la suya y de todos mis problemas. Fue en aquel instante que comprendí que aquella mujer, porque sí, era toda una mujer, me atraía, no de un modo normal, sino de una manera extraordinaria.

Me acosté en el sofá, esperando a ver si cogía el sueño. Por desgracia, y por mucho que me lo negase a mí mismo, aquella noche, y todas las que la siguieron, soñé con ella.

RiddikulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora