El despacho del profesor

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Me desperté muy adolorida. Todo el cuerpo me gritaba de dolor. Apenas me incorporé un poco, noté como estaba perfectamente limpia y tenía puesto mi pijama de ositos. La verdad es que me extrañó, no recordaba nada, excepto pedirle al profesor Lupin que no me llevase a la enfermería...el profesor Lupin.

Miré a ambos lados de la habitación donde me encontraba. Era bastante grande, había mesillas a los lados de la cama, un par de ventanas por las que entraba la luz de la mañana y una gran estantería que cubría otro de los muros. No estaba en mi habitación de premio anual. A decir verdad, no sabía dónde estaba.

Me fijé rápidamente en que en una de las mesillas había una nota cuidadosamente doblada, donde se veía mi nombre escrito con una pulcra y elegante letra. La desplegué y comencé a leer.

Señorita Nymphadora Tonks. Anoche la encontré en los jardines del colegio, inconsciente y herida. Me pidió que no la llevase a la enfermería, lo cual ya hablaremos después. No sabía la contraseña de su torre, despertar a su compañero no me parecía una buena idea, por lo que la traje a mi cuarto, espero que no le importe. Le ruego que no se levante de la cama y espere a que vuelva y podamos conversar sobre la otra noche.

Firmado: Profesor R.J.Lupin

PD: buenos días, le he dejado un chocolate caliente y algunos libros para que no se aburra mientras que me encuentro dando clases, espero que se encuentre mejor. Le pedí a Dumbledore que la excediera el día completo de las clases, sé que tiene clases importantes estos días, si necesita ayuda con algo, el Director, me ofreció darle clases particulares, también tendríamos que hablarlo. Vuelvo en un rato, descansa, por favor.

Sonreí como una tonta mirando la carta. La verdad, desde que lo vi en el tren, no podía quitármelo de la cabeza. Nunca me había pasado y durante un día lo estuve ignorando, estuve evadiendo lo que verdaderamente me ocurría. ME gustaba el profesor Lupin. Tal vez era una tontería, pero la manera en la que había ido ayer a buscarme, su sonrisa, sus ojos...todo me gustaba. No acostumbraba a sentir cosas así, nunca me ponía nerviosa ante nadie, no me cambiaba el cabello de manera inconsciente a olores que no había cambiado nuca, no sentía ¿celos? de mis compañeras, no, eso no le pasaba a Nymphadora Tonks, eso no me ocurría a mí.

Pasé mis dedos por la carta, recordando cómo me estrechó contra su pecho en cuanto desperté, en su respiración sobre mí...vale, tal vez soy una tonta imaginándome cosas, pero bueno, cualquiera tiene derecho a soñar.

Posé mi mirada en el chocolate caliente de la mesilla, lo tomé entre las manos y bebí un sorbo. Estaba tan bueno...era reconfortante. Cogí uno de los libros de la mesilla de noche, sin fijarme, que tiraba otro papel al suelo. Estuve leyendo un rato sobre la metamorfomágia.

Nunca me había planteado leerme uno de aquellos libros, siempre pensé que dirían sandeces, pero aquel...se adaptaba bastante bien.

Al cabo de un tiempo, yo, que no soy precisamente una amante de la lectura, dejé el libro sobre la mesilla, me acabé el chocolate y me levanté de la cama. Me dolía todo el cuerpo, pero la curiosidad, y mis infinitas ganas de moverme, como siempre, le ganaron la batalla a la inteligencia, me suele pasar, y acabé estrellándome contra la mesilla de noche. Claro que si sumamos mi dolor a mi increíble torpeza...es normal.

UN ruido me alertó cuando intentaba levantarme, y cuando alcé la mirada para ver que era...me encontré con unos ojos dorados que me miraban entre enfadado y divertido.

-Te dije que no te levantases de la cama, te habrías podido hacer más daño- me recriminó Lupin. Me ayudó a volver a sentarme en l cama y vi en ese momento el papel que antes se me había caído.

-¿más daño?, no se puede- dije sonriente- ¿qué es eso?- pregunté con curiosidad, señalando el suelo.

-Eso...- dijo cogiéndolo del suelo- es una foto antigua, nada de import...

-¿Puedo verla?- le pedí. Él me sonrió con tristeza y me tendió la fotografía. Se le veía a él de joven, también tenía cicatrices, estaba junto a otros tres chicos, uno de ellos con gafas, otro que me sonaba demasiado y el tercero bajito con cara de ratón. Cualquiera, menos yo, se habría fijado en el chico de las gafas y el joven que tanto me sonaba, de cabellos oscuros y ligeramente largos y habrían ignorado a los otros dos. Pero claro, yo no soy así, yo solo pude fijarme en lo bien que se lo veía en aquella fotografía, sonriente, feliz. Estaba, si se podía, incluso más guapo que ahora, y sus ojos...no se acercaban a parecerse al brillo que tenían en realidad.- es genial...- dije en un susurro pasando la mano por su imagen en la foto.

El hombre me cogió la fotografía con suavidad y la volvió a colocar en la mesilla de noche, junto a la taza vacía.

-Gracias- dijo sentándose a mi lado en la cama- será mejor que te tumbes para que pueda examinarte...

-¿Examinarme?- preguntó extrañada, estaba bien, seguro que no era nada.

-Sí, túmbate por favor- me pidió. Yo hice lo pedido y me tumbé bocarriba sin dejar de mirarlo a los ojos. Él se inclinó sobre mí y sujetó el dobladillo de la camiseta de pijama, yo solo asentí nerviosa y sentí como deslizaba la camiseta hacia arriba hasta un poco por encime de las costillas- esto está muy mal- me advirtió. Abrió uno de los cajones de la mesilla de noche y cogió un bote de no sé qué, que empezó a aplicar sobre un moratón. Siguió su camino hacia mi cintura y lo aplicó sobre todos los rasguños que se veían- le he dicho a tus amigos que estás convaleciente- lo miró arrugando el ceño y olvidándome de la extraña sensación que recorría todo mi cuerpo- te dije que hablaríamos sobre anoche cuando estuvieses mejor.

-¿Y si no estoy mejor profesor?- sugerí intentando evadir la cuestión principal.

-Nymphadora...ambos sabemos que si no querías que te llevase a la enfermería, era porque ya sabías lo que iba a pasar... lo que implica que ya te ha ocurrido antes.

-No profesor, no es eso...

-Tonks- repuso duramente, a lo que yo me encogí más en la cama- date la vuelta por favor- pidió. Yo lo obedecí y me tumbé de espaldas a él, sintiendo como también curaba las heridas de mi espalda- ¿Quiénes han sido? Dímelo.

-No se preocupe, soy muy torpe, me caí mientras paseaba por la orilla...

-Claro, y yo nací ayer- yo casi me reí, pro al ver su expresión mejor me quedé callada- quiero que me cuentes quienes fueron y por qué se atrevieron a tocarte, la verdad Nymphadora.

Yo asentí, me bajé la camiseta y me di la vuelta para encararlo.

-Fueron unos Slytherin.

RiddikulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora