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No pude aguantar más y pregunté. Al ver como aquel chico besaba su mejilla, mi sangre hirvió por dentro, al verlo tan cerca de ella..., quien se creía que era...

-¿Entre Oliver y yo? Nada profesor- contestó. Yo, poco convencido volví a insistir.

-No estoy tan seguro- aseguré. Al momento de ver su rostro extrañado me arrepentí. Parecía incluso un poco molesta.

-Con todos mis respetos profesor...lo que ocurra entre Oliver y yo solo es asunto nuestro. No puede ausentarse durante tres días sin darme explicaciones, que aunque sé que no soy quien para exigirle...me importa, no puede desaparecer sin dar explicaciones y volver exigiéndomelas a mí.

-Pero...- intenté explicarme...

-Pero nada señor Lupin, estoy cansada de esta situación. Si no quiere darme clases particulares lo entiendo.

- No es eso Nymphadora...

- Llámeme Tonks si no le importa.

-Solo quería asegurarme que él es bueno para ti...solo eso, necesitaba saber si teníais algo...

-¡Qué Oliver y yo no tenemos nada profesor!- gritó dejándome con la boca abierta. Yo asentí en silencio -Pero en el caso de que lo hubiese...no tendría que importarle, Oliver es un buen chico...

-Si me importa Nymphadora, claro que me importa...

-Da igual profesor...y deje de llamarme así por favor, no me gusta.

Yo ya no podía más. Estábamos solos. En penumbra. Acelerados. Nerviosos.

-Pero a mí sí me gusta, sí me gustas...

-¿Qué?- preguntó tras mis palabras. Yo la miré tan intensamente que tuvo que apartar el rostro. Saqué toda mi valentía Gryffindor y le gire en la cara con una mano para que volviese a mirarme.

-Qué me gustas demasiado Nymphadora...

Me acerqué despacio y rocé nuestros labios. Me separé levemente al primer contacto, esperando que se separara. Estábamos los dos de pie, pues nos habíamos levantado durante la discusión. Ella no se separó, sino que se pegó por completo a mí. Yo volví a unir nuestras bocas buscando el tan ansiado beso.

Nuestros labios danzaron despacio, saboreándose con cuidado, fijándose en los detalles del otro, aventurándose donde se consideraba prohibido.

Automáticamente moví mis manos a su cintura y la abracé con fuerza. Ella gimió suavemente contra mi boca y yo sonreí.

Ya no sabía si era el lobo o yo, pero un impulso casi animal me dominaba. Algo dentro de mí me impedía separarme de ella, no quería acabar con aquel beso.

Sus manos se enredaron con mi pelo y yo la subí sobre la mesa, haciendo que enredase sus piernas alrededor de mi cintura. Algo en lo que no me había fijado hasta entonces era en lo bajita que era, por lo que en aquella mesa quedábamos a la misma altura, lo cual era muy cómodo...

Cuando nos faltó el aire, nos separamos despacio, sin dejar de mirarnos.

Ella sonreía. Asombrosamente yo también.

-Profesor...yo...

ME separé de ella asustado. Y si se arrepentía, y si pedía que me despidieran, necesitaba el trabajo, y si...

-Lo siento, lo siento tanto...yo...no sé qué...

-Remus J, todavía no sé lo que significa, Lupin, como me digas que te arrepientes de esto yo...

Un momento, ¿arrepentirme?, quizás más tarde, cuando intente buscarle una explicación lógica, pero ahora...

-¿Pero qué dices? ¿De qué me voy a arrepentir Nymphadora?

-Pues yo que sé, pensé que estos días, no venías por...

-No daba clases por la luna Nymphadora- respondí. Me arrepentí de haberlo hecho al instante. Si se enteraba de que era un hombre lobo...me odiaría.

Ella se dio la vuelta por mi repentina reacción.

-Parece que hayas visto un fantasma...

-No es nada- dije, intentando que no se notase- yo...soy peligroso, ni siquiera debería estar aquí.

-Hoy no es luna llena profesor.

Abrí mucho los ojos...

-Yo...lo siento...si quieres irte...yo...lo entiendo...yo...ya sabes...soy un...

-Hombre magnífico, mi profesor, el que me ha robado mi primer beso- suspiré aliviado pensando que no tenía ni idea- y después de todo esto, podría decirse que eres hombre lobo.

Me tuve que sentar al oír aquello.

-¿Cómo lo sabes?- pregunté preocupado.

-Hice un trabajo de licantropía, quiero ser auror, me gustan las criaturas mágicas, me di cuenta de que faltaste solo durante luna llena y dos días de recuperación, la cicatriz en su cuello, su miedo a la luna...me fijé en el boggart.

-Entiendo que quieras irte...- dije deprimido. No podía pedirle que no se lo contase a nadie.

-Irme...claro, y desperdiciar este momento con mi profesor favorito...

Yo fui a mirarla interrogante, pero ya tenía sus labios sobre los míos, y todo se me olvidó de repente. Me volví a levantar y la apoyé sobre un de las estanterías. Era fantástico, había besado a otras mujeres, pero nada como aquello. Había estado de muchas maneras con otras mujeres, pero nada parecido a lo que sentía con ella.

Pedí permiso con la lengua para entrar en su boca. No me contentaba con probar sus labios, lo quería todo. Cuando me dejó pasar la saboreé por completo y ella volvió a enredarse en mi cintura mi cabello.

Aquello estaba mal

Muy mal

Pero se sentía tan bien...

Tan jodidamente bien...



Para mí, la verdad, fue un alivio escribir ya el beso. No sé si ha quedado bien, pero espero que les guste.

RiddikulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora