Remus

1.5K 73 43
                                    

La besé sin control en la lechucería. Fue todo un alivio saber que estaba conmigo, tal vez en secreto, pero conmigo de todas maneras.

Durante la clase no pude apartar la mirada de ella, tomaba apuntes como siempre, pero de vez en cuando, y muy discretamente, me sonreía de manera cómplice, haciéndome volver a la realidad.

Después de su clase le recordé lo que las clases particulares y se marchó con sus amigos, solo amigos.

Esperé a que los siguientes alumnos entrasen en la estancia y volví a enseñar lo mismo que la hora anterior. Me gustaba mi trabajo, enseñar a los jóvenes, comunicarme con ellos...me encantaba, la verdad. Pasé un par de horas entre lecciones y esas cosas, sin concentrarme del todo por culpa de una pequeña ninfa de cabello rosa chicle.

Estuve pensando durante un tiempo en llevarla a dar un paseo, el viernes por la tarde saldría con sus amigos probablemente, pero el sábado había quidich, si aprovechábamos para ir a Hosmeade durante el partido...nadie se daría cuenta. Me propuse pedírselo en cuanto tuviese oportunidad. La verdad es que a veces pensaba que podía ser un enamoramiento adolescente y debía ser precavido para no encariñarme demasiado, pero después me daba cuenta de que ya me había enamorado profundamente de aquella chiquilla.

Para muchos, tres semanas y unos días no significan nada, piensan que no da tiempo a enamorarse en ese tiempo, pero yo puedo asegurar que sí es posible. No se cómo pasó, que hizo para encandilarme de aquella forma, con sus andares torpes, cabellos rosas y personalidad parlanchina. Era extraordinario, por primera vez en años recordaba no haberme podido quitar de la cabeza la imagen de su rostro durante luna llena. Era magnífico, me gustaba su manera de expresarse, su bipolaridad y su mirada risueña. Era muy inteligente pero no sabía cómo potenciarlo, era hermosa, pero no lo mostraba a los demás, era linda, en confianza y en privado, era perfecta para cualquiera que se dignase a observarla tan solo unos segundos. No sé si fue la luz de sus mágicos ojos la que me hizo enamorarme, sus mejillas sonrojadas o su cabello cambiante, pero sí, estaba irrevocablemente enamorado hasta el fondo; y ni siquiera tener conciencia de que era mi alumna, trece años menor que yo y que estuviese en potencial peligro a mi lado, podía hacer que la alejase de mí.

Por la tarde me asomé a las prácticas del equipo de quidich de Hufflepuff y la vi sentada charlando con Maggie mientras observaban a Oliver jugar. YA no sentí celos, tenía claro que me quería.

Me acerqué a las chicas y ellas sonrieron al verme. Tonks incluso se sonrojó, lo cual me pareció muy dulce por su parte.

-Buenas tardes señoritas ¿me permiten sentarme con ustedes?

-Claro profesor- respondió Maggie, Nymphadora solo bajó la cabeza. Se veía muy linda.

-Si- susurró inaudiblemente Tonks. Yo les sonreí y me senté al lado de mi alumna preferida, Tonks.

-¿Habrá partido el sábado cierto?

-Sí, profesor, Oliver seguro que les gana, es muy bueno.

-No lo dudo chicas.

Pasamos un rato charlando, escuchaba sus comentarios e incluso en alguna ocasión nos reímos juntos de Quejicus, que hombre más amargado.

Tuve que irme a dar clases tras ellas decirme que habían acabado por ese día, recodándole a Nymphadora por última vez nuestra cita de esa noche.

Volví al castillo y me encontré al director paseando por los pasillos pensativo.

-Buenas tardes profesor- dije como un reflejo.

-Hace años que no soy tu maestro Remus- dijo sonriente- me imagino que las clases particulares han dado su fruto, los he visto en las gradas.

Yo bajé la mirada.

-Señor, no sé a qué se refiere...yo no...ella...

-Tranquilo Lupin, será nuestro pequeño secretillo- concluyó aún más sonriente. Hay veces que me pone de los nervios, nunca sé lo que piensa.

-Bueno señor, tengo clases que atender...

-Claro señor Lupin- asintió risueño- una cosa más, tiene permiso para llevar a la señorita Tonks el Sábado a Hosmeade, pero recuerde, deben llegar sin ser vistos, es un secreto; y aquí los secretos duran muy poco.

Yo asentí lentamente. No tenía ni idea de cómo narices se había enterado de eso. Ni siquiera lo había dicho en voz alta. Este hombre me da mal rollo.

Estaba nervioso de nuevo... de camino a las clases particulares con Nymphadora...MI Nymphadora.

RiddikulusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora