Riddikulus

Juntos

Salí del baño al cabo de un rato y Dora ya estaba dormida. Era adorable cuando dormía (siempre lo era, pero de esa forma se le formaba una arruguita entrañable en la nariz que me hizo sonreír como un estúpido) y estuve tentado a simplemente quedarme allí, apoyado en la puerta, observándola. Podía pasarme horas así, aprendiendo todas las pequeñas expresiones que hacía, la rítmica subida y bajada de su pecho, cómo agarraba las sábanas y se agitaba cuando el pelo se posaba en su nariz, todo en ella era perfecto. Entonces lo supe, si bien no lo sabía antes, estaba irrevocablemente enamorado, totalmente perdido a partir de ese momento.

Tuve muchas ganas de guardar esos instantes en mi memoria de forma que jamás se fueran, de forma que pudiera acudir a ellos siempre que sintiese la llegada de la luna. Lentamente, y de la manera más silenciosa que pude, me acosté a su lado, a su espalda, y seguí observando.
Muchos pueden pensar que es raro mirar tanto tiempo a alguien, pero cuando te sientes como yo me sentía, no era raro, no era mucho, era insuficiente. Cuando estás enamorado nunca es demasiado, te das cuenta de que te puedes aprender cada detalle de su sonrisa y seguir esperando a que la luzca cada minuto del día. Puedes comprender lo bonita que es y maravillarte con su belleza cada segundo. Puedes querer verla hacer cualquier cosa, algo tan mundano como dormir, y seguir sintiendo mariposas en el estómago como si estuviese realizando cualquier milagro divino.
Cuando estás enamorado el mundo brilla más que antes y a la vez te quedas ciego.
Una sonrisa cansada y feliz cruzó mi rostro, la sentí tirar de las comisuras de mi boca, satisfecha. Me acerqué a ella y la abracé, sólo un poquito, manteniendo ciertas distancias para guardar el respeto (y porque todos sabemos lo que podría pasar de estar al ras) y respiré.
Estaba tan jodido, tan jodidamente enamorado, que dolía, pero a la vez, era una sensación tan espectacular, que dejé que se quedará un rato más, cerré los ojos, y esperé a que el sueño llegase acompañado de una joven con cabello de arcoíris.

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Este es el momento en el que me disculpo, porque sé que soy gilipolllas y no he actualizado, y además este capítulo es muy corto. Últimamente me han escrito varias personas y me han entrado ganas de retomar esto, porque cuando lo dejé no estaba en un buen momento de mi vida y sentí que lo mejor era no estropear las expectativas, si es que había alguna, sobre esta historia. Espero estar más activa, pero en un mes tengo selectividad (prueba de acceso a la universidad en España) y estoy un pelín liada. Si habéis llegado hasta aquí, muchísimas gracias, de verdad, espero poder volver muy pronto, tal vez mañana, en una semana, o en un mes, pero puedo asegurar que está historia no se ha acabado.