Capítulo 4

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Rápidamente ahueca mi rostro en sus manos, besándome. En ningún momento cierro los párpados, apreciando y a la vez, intentando alejarme de su agarre atrevido e íntimo. Me toma unos segundos volver en sí y darme cuenta que esto es precisamente lo que él quería, así que reúno la valentía suficiente, separándolo de mi anatomía para luego abofetear su pálida mejilla. 

Él se toca el lado provocado por el impacto aún con la cabeza volteada. No puedo ver su rostro, ni presentir lo que sucederá a continuación, pero sé que ese acto de mi parte no le ha gustado nada. 

— ¡No me vuelvas a tocar en tu vida! —logro formular antes de girarme y caminar lejos de su presencia. Todavía puedo sentir el sabor de su beso en mi boca, por lo que con el dorso de mi mano quito todo rastro de aquella esencia.

No soy plenamente consciente de cuanto tiempo me toma, pero ahora me encuentro a una distancia considerable del auto de Yoongi y eso me alivia, además de tranquilizar mis nervios a flor de piel. Agradezco a una entidad inexistente para mí el hecho de que no me siguiera, no soportaría enfrentarlo nuevamente. Lo mandigo en voz baja, pues por su culpa llegaría tarde a mis clases.

¿Qué diablos fue eso de todas maneras?, ¿cómo se atrevió a robarme un beso?  

Maldito desquiciado. 

Llegando al establecimiento, noto como los estrechos y largos pasillos se encuentran vacíos y desiertos, cosa que me coloca aún más nerviosa. Avanzo hasta quedar frente a la puerta de mi salón, golpeo un par de veces esperando impaciente y al borde del colapso. Después de algunos segundos, escucho un seco y frío "pase" como respuesta a mis llamados e inhalo profundo, preparándome psicológicamente para enfrentar las típicas miradas curiosas de los presentes. Estiro mi extremidad izquierda alcanzando el pomo de la puerta y la giro mientras la empujo con suavidad, y tal como predije, los ojos de todos están encima de mí. 

—Señorita Kang, ¿se puede saber el por qué de su retraso? —la voz del maestro no suena para nada amistosa. Se acomoda los lentes, esperando una contestación de mi parte. Trago saliva, observando las puntas de mi cabello en busca de tranquilidad, pero soy asediada por la presión del momento. 

—Es que el autobús se... —trastabillo, pero soy interrumpida.

—No me diga nada. Ya he escuchado esa excusa antes y no me la creo. Vaya a dirección y quédese allí hasta el receso. —algunos alumnos no pueden evitar reír ante mi expresión decepcionada e indignada en partes iguales, pero poco me importa. Adopto una posición erguida porque no pienso quedarme callada, esta guerra no puedo perderla.

—Profesor, eso es injusto. Esta sería la primera vez que llego tarde. —reclamo acusatoria, cruzando los brazos. El mencionado eleva ambas de sus cejas tupidas en un gesto de total estupefacción, sin embargo, luego se limita a reír entre dientes.

—Es una lástima señorita, pero usted sabe que si va a llegar atrasada a mi clase mejor ni piense en ingresar. Ahora permanezca en silencio y salga. —abro los labios, dispuesta a seguir debatiendo ese punto hasta que caigo en cuenta que seré ignorada, debido a que el señor Woo se dirige a los demás para comenzar a dar las instrucciones del próximo trabajo a realizar. Aprieto los labios con frustración en una línea recta, me doy media vuelta con la dignidad arrastrando por el piso y salgo de allí con un par de insultos atascados en la garganta. 

Llego a detención como se me fue indicado, entro y le comunico a la señora Cha cuál es mi razón para estar allí. Esta asiente sin darle demasiadas vueltas, señalando el rincón donde un par de sillas cuidosamente colocadas se hallan ahí, y para mi suerte, el espacio está vacío sin considerarnos a nosotras dos. 

Mis ojos bailan de aquí para allá, casi pude memorizarme el orden de los objetos si no fuera por el insistente clic-clac del reloj antiguo que estaba reposado en una de las desgastadas paredes. El famoso timbre resuena con vehemencia, trayendo consigo el indicio de que mi castigo ha llegado a su fin. Por lo cuál me levanto de la dura silla, camino hasta la puerta con intenciones de abandonar el lugar, pero esta se abre antes de que pueda llevar a cabo mi cometido, revelando a la persona causante de ello.

Monster | Min Yoongi | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora