Monster | Min Yoongi | 1

Capítulo 20

La carne se me pone de gallina y hormiguea debido a la tenuemente oscura mirada del pelinegro frente a mí, haciéndome más diminuta de lo que pretendo y en realidad soy.

—Debes saber que en mis planes no está dejarte ir, así que hazte la idea de que no volverás a ver a tu familia. —expulsa con voz tranquila y neutra, mostrándose totalmente pacífico mientras tiene las agallas de decirme algo que me quiebra por completo.

¿Por qué?

Las lágrimas inundan mis ojos, nublándome la vista, el corazón late con furia contra mis costillas y casi puedo jurar que va a perforar un agujero para salir de mi cuerpo. Cierro los párpados con fuerza y justo en ese momento una infinidad abrumante de preguntas internas abruman mi ser junto a una oleada de emociones y sentimientos desastrosos.

—Lo otro es que soy un hombre ocupado, así que quedarás a cargo de Taehyung o Moyeon en ocasiones. —pronuncia con voz grave e intento no cruzar miradas con él, pues estoy lo suficientemente avergonzada y asustada como para atreverme a hacerlo —. Tienes horarios para comer y tomar baños. Si quieres salir y hacer tus necesidades, pides permiso primero y no está a discusión. —declama con dureza. Mi mandíbula se aprieta al instante, como si de esa forma pudiese apaciguar el torrente doloroso que me embarga.

Mis puños se cierran con tanta fuerza, que puedo sentir como las uñas se clavan en la carne blanda de mis palmas. Estoy derramando lágrimas que empapan todo mi rostro y se deslizan por mis mejillas hasta perderse en la extensión de mi cuello. No puedo creerlo, el como mi vida dio un giro tan drástico de pronto que ahora estaré sometida ante la persona más inhumana y abominable que tuve la desgracia de cruzarme.

—Sin embargo, todo eso cambiará dependiendo de cómo te portes, de lo contrario te verás limitada y pagarás un castigo. —casi puedo jurar que estoy a punto de vomitar por sus palabras, la ansiedad que explota en mi sistema es tan grande que quiero gritar. Anhelo poder salir corriendo sin limitaciones y liberarme, pero sé que hay una gran probabilidad de no salir con vida si me atrevo — ¿Te quedó claro, dulzura? —estoy tan sumida en mi dolor psicológico y físico que ignoro su pregunta, que espera ser contestada.

Reprimo un grito ahogado al tiempo que hago una mueca de total agonía cuando Yoongi coge la parte posterior de mi cabeza, obligándome a mirarlo directamente los ojos y a la vez, acercándome a su anatomía que irradia tensión. Su cercanía me exaspera, un escalofrío recorre mi espina dorsal mientras intento deshacerme de su mortal agarre que con el tiempo se vuelve más fuerte. Lloriqueo ante sus fríos orbes oscuros, aquellos ojos felinos que me observan sin piedad alguna en su haber.

— ¡Responde! —espeta enrabiado. La repulsión me invade cuando siento su aliento caliente y con un tenue aroma a cigarrillos golpeando mi rostro de lleno. Quiero golpearlo, quiero apartarlo de mí y poner distancia entre nosotros, pero estoy congelada.

—S-sí. —mi voz suena entrecortada e inestable. Él me regala una sonrisa descarada, saboreando mi gesto humillante antes de inclinarse unos centímetros y depositar un corto e insípido beso sobre mi frente. Un suspiro pesado brota de mi garganta mientras que lágrimas cargadas de impotencia y odio no dejan de salir.

—Te vez bonita llorando. —admite, sonando como un total lunático —. Pórtate bien. —advierte antes de mermar su agarre y alejarse. Es allí cuando me permito respirar con un cierto grado de tranquilidad, cierro los ojos un momento para intentar conseguir una minúscula cantidad de serenidad hasta que oigo sus pasos alejarse. Segundos después, la puerta es azotada.

Se ha marchado.