Capítulo 15

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Los párpados pesan, mis ojos tenuemente nublados vagan perdidos entre el mar de gente sollozando y lamentándose, personas que conocía y otras que nunca había visto en mi vida estaban presentes en el entierro de mi primo.

Durante toda la velada he tratado de no entablar conversación con cualquiera de los de aquí, exceptuando a mi madre. Mi tía ahora mismo yace recostada sobre el ataúd de su hijo, llorando desconsolada mientras que un hombre mayor golpeteaba su espalda, intentado tal vez reconfortar el dolor inmenso que ella padece.

Bajo la cabeza con un nudo en la garganta, tratando de tragar mis propias lágrimas pues no estoy dispuesta a llorar, pero vaya que es tarea complicada. Este ambiente no me agrada, y más dejó de gustarme cuando el objeto de madera comenzó a descender por la cavidad rectangular sobre el suelo.

Varios de los presentes comienzan a quebrar en llanto nuevamente, incluso los que hasta ahora no habían derramado lágrima alguna. Oigo a mamá sollozar y tras dilucidarla, envuelvo los brazos alrededor de su cintura, entendiendo que tanto para ella como para mí es doloroso este adiós.

Unos minutos más tarde el lugar había quedado casi desierto si no fuera por las pocas personas que se quedaron acompañando a Haneul y me aparto unos metros del grupo.

Admiro la placa dónde yace escrito su nombre, conmemorando todos los recuerdos vividos junto a él como pequeños flashbacks. Me inclino unos centímetros hasta acariciar aquel objeto frio de mármol, sintiéndome así más cerca de su persona, de algún modo.

Cuando elevo la vista, me cruzo con un chico de pie a unos cuantos metros de la lápida. No le tomo en cuenta, supongo que ha venido a visitar a un familiar suyo o yo que sé, sin embargo, deduzco que no es así.

Ya lleva un par de minutos observándome sin mover un músculo, quieto y atento a cada uno de mis movimientos. Su rostro no muestra ninguna expresión y eso me llena de alertas, más aún cuando choco con sus ojos vacíos y él ni siquiera se inmuta, ¿qué rayos pretende?

Admiro alrededor, buscando alguna señal de vida a parte de la mía y solo encuentro a mi madre hablando con lo que se supone es su prima. Por otro lado, está mi tía Haneul apartada junto al mismo hombre que la consolaba. Expulso un jadeo, sintiéndome un poco más tranquila en compañía, ya todos los demás se habían esfumado pues una tormenta asolaría el día.

Me refugio más en el abrigo de lana que tengo sobre los hombros tratando mantener la calidez de mi cuerpo y levanto la vista nuevamente para solo toparme con el vacío infinito de ese lúgubre lugar.

Se ha ido.

Ese mal sabor de boca sigue latente. No me agradó para nada la situación tan incómoda. Mierda, tampoco estaba para pensarlo demasiado, debo enfocarme en otras decenas de cosas más importantes que en un idiota merodeando por puro gusto.

—Mamá, debo ir al trabajo. —aviso colocándome a su lado, sonriéndole a la señora frente a mí. Ella copia el gesto igualmente a pesar de su notoria tristeza.

— ¿Vas a justificar tu ausencia? —cuestiona preocupada.

—Si, nos vemos más tarde. —beso fugazmente su mejilla.

—Ve con cuidado. —me alejo un poco para luego dirigirme a su acompañante.

—Siento no poder quedarme más tiempo, tal vez en algún futuro tengamos la oportunidad de presentarnos. —mientras hablo hago una reverencia breve.

—Adiós corazón y no te preocupes, eso es lo de menos. Me gusta que seas tan esforzada a tu edad. —alaba entusiasta, provocándome un leve sonrojo.

—Es mi deber, nos vemos. —y me marcho. No soportaba estar ahí un minuto más.

Bien, ahora mi único objetivo es ir al local y de paso comprarle un paraguas a uno de los tantos vendedores ambulantes que hay esparcidos por el perímetro. Viendo el cielo cubierto por nubes grises durante unos segundos me hace darme cuenta que la meteorología no se equivocaba, entonces acelero mi caminar por el asfalto.

Monster | Min Yoongi | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora