Capítulo 16 pt. 1

3K 264 42
                                    

Han transcurrido aproximadamente dos semanas.

Dos semanas en las cuáles ese mismo chico del funeral me observa a lo lejos, atento y sigiloso o bueno, en gran medida porque varias veces me lo he topado, pero él actúa como si no fuera a mí a quien sigue.

Hay que ser una tonta para no darse cuenta de lo notorio que es, sinceramente las ganas de cuestionarlo no me faltan, pero por otro lado la curiosidad carcome mis entrañas ¿Por qué me sigue?, ¿qué gana con eso?, ¿lo habrá mandado Yoongi?

Los únicos lugares "relativamente " tranquilos son mi hogar y la escuela, es en esta última localización dónde me encuentro ahora mismo, leyendo un libro cuya historia no es para nada interesante, sin embargo, necesito terminarlo para la próxima semana pues la siguiente prueba se trataría de aquella trama.

—Vaya mierda. —musito para mí misma, apoyando la cabeza sobre la mesa exterior del establecimiento.

Faltan unos minutos para que el timbre dé la indicación de irnos a casa, lo cuál agradezco enormemente pues el sueño que llevo encima es insoportable.

—Hola. —escucho como alguien saluda a mi lado. Levanto con pesadez la vista y al ver de quien se trata, entorno los ojos.

Acomodo la mochila sobre mis hombros, levantándome junto con el libro en mis manos. Detesto tenerlo cerca después de todo lo que dijo contra mí, ¿cómo se atreve a hablarme?

— ¡Yeseo!, ¡detente por favor! —exclama detrás mío, aproximándose.

Apresuro el paso intentado a toda costa ignorar sus llamados, pero mis piernas no son muy largas y ni hablar del cansancio abrumante que traigo encima, pues a Jimin no le toma mucho tiempo para tomarme de la mano y girarme de inmediato hacia él —: Ya no soporto esta situación, necesito que me perdones. —el tono de su voz es apagado y triste. Las ojeras que tiene debajo de los ojos me demuestran lo fatigado que está y muy en el fondo, siento lástima por él porque esa parte llamada empatía se mantiene viva en mí, pero debo ser constante. Ya me cansé de ser la que todo lo perdona.

— ¿Puedes soltarme? —pido con toda la calma posible.

—No lo haré. —contesta rápidamente, apretando su agarre.

—Bien, puedo quedarme así todo el día si quieres, pero no vas a conseguir nada. —afirmo con los labios apretados, mi paciencia ya está llegando a su punto límite.

—Tú no lo sabes, no tienes idea de lo mal que lo he pasado, ¿por qué acabaste con esto?, ¿acaso nuestra amistad no significó nada para ti? —reprende, y el dolor se transparenta en sus acusaciones. Asombrada, frunzo el ceño, apartándome bruscamente de él.

—Que cínico eres, ¿me pides explicaciones de algo que tú mismo provocaste? —escupo sin poder aguantar el enojo.

Observo sus pequeños ojos lastimeros un momento, aguardando una respuesta —: Si, lo sé, soy un imbécil, pero...

— ¡Ya cállate! —lo paro antes de que termine —. No vuelvas a dirigirme la palabra en lo que resta del año.

Su rostro se mantiene sereno ante mi contestación, no obstante, a sus ojos los cubre un brillo característico y supe de inmediato que significa.

Tristeza.

—Comprendo. —asiente, soltándome casi al instante después de decir aquello —. Perdón por insistir, sé que nada volverá a ser como antes. —me dedica una media sonrisa nostálgica, girándose a la salida para irse cabizbajo.

Entre menos lo vea, más fácil se me hará olvidarlo.

Decido que es mejor esperar unos minutos antes de marcharme a casa, no deseo cruzármelo una segunda vez.

Y hablando de Jimin, al girar la vista logro divisar a la castaña que lo espera, quién al cruzar miradas conmigo su odio indiscriminado contra mí es palpable.









Miro mis pies como si fueran lo más interesante del universo, tratando de mantener la mente enfocada en algo que simplemente no fuera Jimin y su eterna enamorada, Doyeon

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Miro mis pies como si fueran lo más interesante del universo, tratando de mantener la mente enfocada en algo que simplemente no fuera Jimin y su eterna enamorada, Doyeon.

Vaya que será complicado olvidar y evitarlo, vamos... estudiamos juntos, compartimos las mismas clases y asiento, pero lo más importante es que fue mi mejor amigo de infancia, casi mi hermano.

¡Diablos!

Maldigo para mis adentros al toparme con una caja mediana cuidadosamente colocada en la entrada de mi casa, no suelen venir a dejar muy a menudo paquetes a nuestro hogar salvo las cuentas del banco y luz, por lo que se me hace extraño aquel objeto.

Sea quién fuese que haya dejado semejante basura aquí tirada, es un estúpido sin dos dedos de frente porque la caja ni siquiera tiene remitente, es decir, que esta encomienda puede ser de cualquier persona.

Me aproximo a la pieza de cartón con la intención de patearla lejos, sin embargo, detengo mi brutal accionar al oír un pequeño lloriqueo viniendo de dentro seguido rasguños leves.

Si antes estaba molesta, ahora me encuentro sorprendida, ¿habré escuchado correctamente?

La única forma de averiguarlo es abriéndola, por lo que de inmediato tomo el objeto entre mis brazos y como puedo abro la puerta de casa.

Con cuidado, dejo la caja en el piso y voy en busca de un cuchillo para cortar el precinto que la cubre, con cuidado de no cagarla como siempre suelo hacerlo. Al acabar con mi labor, desdoblo las alas del objeto y lo que veo dentro es una escena de lo más enternecedora.

Un cachorrito yace dentro temblando sobre una manta color rosa. Es pequeño, y tengo dudas sobre su edad aproximada o si solo es la raza.

Sonrío tomando al perrito entre las manos y de inmediato siento su calor, me preocupo por su estado de salud debido a que la caja solo tiene un par de agujeros y no son muy grandes, pero al parecer todo está en orden.

— ¿Quién te habrá dejado aquí, amor? —pregunto completamente eclipsada por la ternura del can, este en respuesta lame mi dedo y se recuesta en mi falda, haciéndose un hueco para acomodarse.

Rebusco dentro del hueco que conforma la caja para ver si hay algo más, sin embargo, no encuentro nada del otro mundo, más que la manta.

Como me gustaría quedármelo, no obstante, mamá pensará que es innecesario. Ella no es muy fan de los animales, de hecho es la típica que considera a los perros seres molestos.

A pesar de ello, trataré de convencerla, después de todo ella sabe cuanto quería tener una mascota y esto definitivamente fue como un milagro caído del cielo. Miro atenta su pequeña anatomía bajar y subir por su tranquila respiración, se ve muy a gusto dormitando sobre mis piernas.

Al menos esto me alegró el día. 

Monster | Min Yoongi | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora