Capítulo. 1: Misión cumplida

829 74 78
                                    

• Perspectiva de Warren •

Después de estas agradables vacaciones en Houston y en casa de mi abuela, vuelvo a Blackwell por otro arduo año más. Me sentía muy ansioso por ver a mis amigos y a la vez agotado al pensar en todas las clases nuevas que tendría, pero todo terminaba siendo un sentimiento positivo, supongo. Arrastré mi mochila tipo maleta por el dormitorio haciendo resonar las chillantes ruedas por el pasillo. Chequé el papel donde estaba escrito el cuarto que me habían asignado: "111". Suspiré, todavía me faltaba para llegar.

Seguí arrastrando con mucho esfuerzo la mochila la cual estaba llena y pesada por todo el equipaje que traía. Tal vez mi abuela tenía razón: debí haber dejado mis consolas de videojuegos en la casa. Me detuve frente a la puerta con el número que había leído antes y busqué determinadamente en mis bolsillos las llaves que me habían dado. Cuando las hallé, las coloqué y estaba por abrir la puerta hasta que...

—Oye, tú. —una voz mandatoria se hizo presente al rededor del pasillo junto con unos pasos pesados—. Ni te atrevas a entrar. —terminó.

Me volteé y me encontré con el chico con quien menos me quería topar. Cabello cenizo, bien peinado, delgado, alto, paliducho con esa típica chaqueta naranja: Nathan Prescott.

—¿Uhm? —murmuré meramente confundido.

—Te digo que quites tus sucias llaves, weirdo. —Me arrebató éstas y las tiró al suelo—. Esta habitación es mía; piérdete. —me hizo a un lado con un pequeño empujón.

Al sentir aquel suave golpe, un flashback del año pasado se hizo presente. Llegamos a pelearnos a golpes al yo intentar proteger a Max severas veces y parece que el señorito Prescott no ha cambiado ni un poco desde la ultima vez que lo vi.

—Esa es mi habitación. —rodé los ojos y saqué mi nota donde venía el número—. ¿Lo ves? 111. —leí en voz alta mientras le mostraba aquella nota.

—Me importa poco, Graham. —rió cortamente—. Ve y quéjate en prefectura porque... —sacó su nota—. La mía dice lo mismo. —me sonrió de lado triunfador e introdujo las llaves.

Pfff, qué idiota. Ha de haber sido un error, pero, ¿por qué tengo que ir a checar yo solo? Ah, lo olvidaba, los Prescott's son dueños de toda esta ciudad, de la escuela, los baños, los dormitorios... Y hasta de mí. De igual forma, no puedo dejar mis cosas aquí a fuera, podrían robarme.

—Espera. —puse el pie para detenerlo de cerrar la puerta y el rubio se espantó por aquella acción—. Déjame dejar mis cosas adentro para que no se queden en el pasillo; solo mientras voy a checar lo de la habitación. —casi supliqué.

Le dediqué una mirada de perrito triste. El pálido solo me miró de arriba a abajo meditándolo.

—Anda, pero rápido que ya te quiero fuera de mi vista. —me dio el paso.

—Gracias. —sonreí abiertamente e intenté arrastrar mi maleta.

Era casi imposible. De pronto, Nathan salió y me ayudó a moverla. Aquella acción en serio me tomó por sorpresa, pero decidí esconder mi asombro que podía molestarle. Ambos estábamos igual de debiluchos, sin embargo dos hacen más que uno.

—Agh. —gruñimos ambos después de meter la maleta.

—Ahora sí, esfúmate. —me ordenó.

Sí, ya había sido demasiado amable como para ser Nathan. Asentí y salí corriendo hacia prefectura.

[...]

—¡¿Cómo que no es un error?! —me alarmé y levanté la voz—. ¡Ambos tenemos el mismo número de habitación! —repliqué tomándome el cabello desesperadamente.

—Eso es correcto, Sr. Graham. —la prefecta asintió.—. ¿No leyó la nueva norma? Los alumnos compartirán habitación durante este año; esto debido al ingreso de nuevos estudiantes y por el cupo que es cada vez más limitado. —explicó amablemente.

—¿Me está diciendo que debo compartir mi habitación, mis closets, mi computadora... co-con alguien? —pregunté incrédulo.

—Así es, y no, no hay cambios de compañero de cuarto. Ya van cuatro personas que vienen a pedirlo y fueron rechazados. —negó y siguió escribiendo en unos papeles de su escritorio sin dedicarme una sola mirada.

Suspiré pesadamente. Estoy jodido.

—Bueno, gracias. —me dirigí a la puerta y casi la azoté de los nervios.

¿Qué voy a hacer? Tenía que tocarme el chico más irritante, nefasto y egocéntrico de toda la escuela. Soportaría a cualquiera: a Zach, a Justin, incluso a Daniel con sus dibujos raros, pero... ¿Nathan? No creo aguantar si quiera un segundo en el mismo cuarto, ahora no me imagino un año; además, él se va a encabronar con la noticia.

Eso es.

Cuando Nathan se enteré, hará algo al respecto. Obvio, no soportará mi cercanía y buscará la manera de hacer el cambio. Tengo que decírselo lo antes posible.

[...]

—¡Hey, Prescott! —toqué la puerta para que me abriera.

Me preparé para la bestia que venía.

—Aquí está tu maleta. —abrió la puerta despreocupado—. Largo. —ordenó de nuevo y se tiró en el sillón.

Miré la maleta y luego a él. Ok, aquí vamos.

—Nope. —me senté en el sillón a un lado suyo a propósito.

—¿Nope? —me imitó ofendido—. Lárgate de una vez y quítate de mi sillón, Graham. —se levantó notoriamente molesto.

—Dirás: nuestro sillón. —resoné el "nuestro" y sonreí divertido.

—¿Qué dices, idiota? —me miró sorprendido.

—Parece que seremos roomies.

Su quijada se cayó.

—¿Ro-roomies? —tartamudeó y quería reírme porque jamás lo había visto hacerlo.

—Sí, ¿no es genial? Veremos películas de aliens juntos, compartiremos el ordenador, jugaremos Monopoly... Será increíble. —lo abracé con la intención de incomodarlo.

Él chico se congeló y se tensó al momento en que lo toqué. Me alejó de otro empujón.

—En tu vida vuelvas a tocarme, imbécil. —se sacudió a sí mismo con asco—. No pienso seguir hablando contigo y mucho menos compartir la habitación contigo; ahora mismo voy a hablar con la prefecta. —se levantó sacando humo y azotando la puerta.

—Misión cumplida. —sonreí para mí mismo.

You didn't have a clueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora