—Joder, baja la voz. —susurré viendo a todos lados.
—Perdón, pero, ¿Warren Graham? ¿En serio? —murmuró asqueada y las miradas de los demás se fueron apartando poco a poco de nosotros.
—Sí, el químico de cuarta ese. —caminé hacia mi nuevo salón con Vic pisándome los talones—. Él es mi nuevo gato.
—¿A qué te refieres con eso?
—A que él fue el imbécil que me hizo esto en la cara. —apunté al rasguño.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué?!
Mis ojos divisaron a una cabellera revuelta obscura muy conocida. Hablando del rey de Roma. Graham se encontraba caminando con timidez por los pasillos mientras abrazaba sus libros contra su pecho.
—Digamos que yo le dejé un regalito en el rostro también. —me crucé de brazos y levanté las cejas hacia el muchacho para que Vic lo viera.
—Nathan, le dejaste el ojo morado. —mi amiga dijo boquiabierta.
—Meh, se lo merecía. —bufé sin tomarle importancia.
—¿Qué hizo?
Siguió respirando. Eso es lo que hizo.
—Tiró toda mi mercancía y mi ropa al suelo. —me encogí de hombros y vi a Warren que estaba por entrar a mi nuevo salón—. Parece que el imbécil también tocó en mi salón. Nos vemos más tarde, gorgeous. —me despedí y rápidamente fui hacia el muchacho—. Bonito ojo, Graham. —le di un fuerte empujón y entré primero yo.
Escuché como cayeron sus libros al suelo y solté una risotada al imaginarme su cara. Le voy a hacer la vida imposible.
• Perspectiva de Warren •
Unas cuantas risas burlonas de mis compañeros hicieron eco en todo el salón. Recogí mis libros con cuidado y vi como el causante de todo esto caminaba campante hasta su asiento: Nathan.
Primero tira mis cosas, me insulta, me golpea, y ahora me empuja enfrente de todos. Creo que ya lo odio. Me levanté y me sacudí los pantalones para después ir hasta mi asiento a un lado de Max.
—Ese chico no sabe cuando parar. —la chica de cabello corto mencionó con una mueca de molestia—. No me digas que lo del ojo también fue él.
Yo solo me limité a asentir lentamente.
—Tienes que hacer algo al respecto; no puedes permitir que te empuje y controle como si fueras su marioneta. ¡A penas es el primer día!
—Lo haré, en serio. Hablaré con él cuando regresemos al cuarto.
—Espera, ¿son compañeros de cuarto?
—Sí. —sonreí falsamente y después solo solté un suspiro agotador.
—Mi más sentido pésame. —Max dijo divertida y después me miró de manera comprensiva antes de que entrara nuestro nuevo maestro.
[...]
—Y bien, como sabrán, en el transcurso del año se harán experimentos, tareas, proyectos y ensayos que se tendrán que entregar en distintas fechas que yo les iré marcando. —el profesor escribía la tarea en el pizarrón—. Por mientras, para mañana tendrán que traer la actividad diagnóstica contestada. —terminó.
Jugaba con mi lápiz y he de admitir que estaba muy ansioso por esta materia y los temas que veríamos durante el año, es decir, ¡es química!
—¿Es individual? —Daniel levantó la mano e inquirió.
—Así es. —el profesor Steve respondió—. Yo les diré cuando sean actividades en equipos y ya veremos si yo los asigno con una pareja o los dejo escoger.
¡RANG! Sonó el timbre y el maestro se despidió. Gracias a Dios ya era la última clase del día.
—¿Quieres que te acompañe a tu dormitorio? —le ofrecí a Max mientras me colgaba mi mochila en el hombro.
—No te preocupes, no voy para allá. —sonrió con timidez mientras veía su teléfono—. Chloe y yo vamos a ir al cine.
Y ahí va otra oportunidad perdida con mi crush.
—Oh, vale. —rasqué mi nuca—. ¿Te veo mañana?
—Claro que sí, Double U. —me dio un beso en la mejilla y desapareció de mi vista saliendo a toda velocidad.
Aquel beso me dejó embobado por un largo rato; toqué mi mejilla como el típico niño enamorado de primaria, para después salir del salón. Caminé por los pasillos sin dejar de pensar en mi amiga y salí del edificio hacia mi dorm. Oh, Max... Si tan solo supieras lo que siento por ti.
—Alguien no ha superado a la hipster. —escuché una voz burlona a mis espaldas.
Me volteé y era Nathan, otra vez, recargado sobre la puerta principal. ¿Qué es lo que quiere de mí? Todos ya habían salido disparados a sus dormitorios, excepto él; y claro, yo por haberme distraído.
—¿Y ahora qué quieres? —pregunté claramente molesto.
—Mis 780 dólares, ¿tal vez?
—Ya te dije que no los tengo, ¡y ya me disculpé! No quería tirar tus polvos blancos, ¿ok?
—Sin embargo lo hiciste y tienes que pagar por eso, idiota. —ví como sacó un cigarro de su bolsillo.
—¿Qué haces? —me distraje por aquella acción.
—¿Qué chingados parece? Fumar.
Me dio mucha curiosidad, tanta que no podía despegar mi mirada del cigarrillo. Nunca había fumado en mi vida y sabía lo dañino que era hacerlo, pero siempre había tenido la intriga de saber a qué sabe.
—¿Me-e das uno? —tartamudeé en la primera palabra.
Eso lo había pensado. Nathan subió su mirada sorprendido por lo que le acababa de pedir.
—¿Fumas? —levantó una de sus cejas mientras mordía su cigarro en la boca.
Dudé un poco en responder.
—Sí, obvio. —respondí fingiendo confianza.
—Va. —me sonrió de lado, pero en esa sonrisa pude notar un dejo de malicia—. Todo tuyo, Graham. —me tendió el cigarrillo.
Lo tomé y lo examiné un poco esperando a que mi compañero prendiera el suyo para ver cómo hacerlo yo, pero no lo hizo. La mirada de Nathan ahora estaba posada en mí y solamente en mí; estudiando cada uno de mis movimientos cómo esperando a que haga algo mal mientras aún mordía su cigarro apagado. He de admitir que me ponía nervioso.
Puse mi cigarrillo en mis labios y el rubio me dio el encendedor. Lo prendí como recordaba que lo hacían en las películas y entonces, cometí el error de mi vida. Como vi que Prescott lo mordía, empecé a masticarlo poco a poco mientras me tragaba el tabaco; los nervios hicieron que no recordara que se tenía que inhalar y no mascar. Sentí que me quemé toda la garganta y el sabor era amargo y asqueroso.
—Graham, ¿qué chingados te pasa? —Nathan soltó una risotada que nunca en mi vida había escuchado.
Empecé a toser descontroladamente, tirando lo que me quedaba del cigarro al piso. Había quedado en ridículo, pero: ¿cuándo no?
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You didn't have a clue
FanfictionWarren Graham, el típico chico inteligente, amante de los videojuegos y geek tiene que compartir habitación con su polo completamente opuesto, Nathan Prescott, el típico chico rico, egocéntrico y el más nefasto de todo Blackwell. ¿Qué podría pasar? ...