Capítulo. 11: Paciente

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• Perspectiva de Warren •

—Sabes que detesto leer este tipo de literatura, Max, si es que se le puede llamar así a esta basura. —gruñí un poco humillado por el título del libro que mi amiga acababa de obsequiarme mientras salíamos de la cafetería hacia nuestra aula.

—No pude evitar comprártelo, ¿de acuerdo? Eras . —me apuntó divertida.

—¿De qué hablas? —arqueé una ceja.

—Mira al chico que aparece en la portada. —mencionó aguantando la risa.

Inspeccioné el dibujo del chico en la portada y era cierto, era muy parecido a mí: cabello algo ondulado, castaño, tez blanca, ojos cafés y una playera con una frase algo absurda. Demonios.

—"Consejos Para Ligar - Volumen 2, por Roberto J. Myers" —leí sin mucho afán—. Ni si quiera es el primer volumen. —fingí que me importaba.

—Ya después te conseguiré el primero, no te apures. —guiñó un ojo soltando una risotada, a la cual no tarde en unírmele.

—Eres cruel, Mad Max, ¿lo sabes? —la miré con cierto cariño.

—Solo un poco, pero sabes que es con amor, Double U. —me sonrió ampliamente.

Y ahí quedé. Me flechó una vez más, haciendo que mi corazón palpitara rápidamente con tan solo una oración acompañada por esa bella sonrisa. ¿Me pregunto si Max sabe lo hermosa que es? ¿Me pregunto si...? Suficiente, basta de secretos. Mi momento ha llegado: tengo que decirle lo que siento aquí y ahora en este mismo instante. Si no lo hago, jamás sabré la verdad y seguiré pregúntame a mí mismo todas estas inquietudes por una eternidad.

—¿Pasa algo? —la chica me miró intrigada cuando notó que me había quedado atrás de su paso, paralizado por mis pensamientos.

Posé la mirada en mi amiga y tragué saliva por los nervios que me embargaron de pronto. Tengo que enfrentarme al jefe final del más complejo videojuego de todos, el cual se hace llamar vida amorosa. ¡Es ahora o nunca!

—Max, yo-...

—¡Warren! —una voz alterada me interrumpió haciendo eco a lo lejos.

En todo el día nadie se acercaba a hablarme y en este preciso momento que necesito privacidad, a alguien se le ocurría llamarme. Me volteé siguiendo de donde provenía el grito y noté que se trataba de...

—¿Brooke? —inquirí, mi molestia esfumándose por la sorpresa de ver a la muchacha del hoodie tratando de correr lo más rápido posible desde la puerta principal hacia nosotros.

—Warren, gracias al cielo que estás bien. —jadeó mientras recuperaba el aire con claro alivio en su rostro.

—¿Qué ocurre? —presioné mis labios aún sin comprender.

—Unas chicas estaban hablando en la cafetería de un chico paliducho que se había desmayado el día de hoy. —la peli-negra tomó una bocanada de aire y continuó—. Y mencionaron que dormía en la habitación 111, la cual es tuya; sin embargo, no alcancé a escuchar su nombre, así que creí que eras tú e iba hacia la enfermería, pero entonces... —sonrió mientras seguía recuperando el aliento—. Estás aquí. —sujetó mi hombro de una forma algo peculiar que me puso incómodo.

—Sí, no he sido yo. —vociferé una corta e incómoda risa para luego alejarme un poco de la chica, lo suficiente para dejar caer su mano de mi hombro—. Seguro se equivocaron de habitación o... —me callé en seco.

Fue entonces que recordé que no era el único que dormía en la habitación 111, si hablaban de un paliducho quiere decir... Oh, no.

—Nathan. —me eché a correr a toda velocidad sin mirar atrás, dejando a mis dos amigas seguramente muy confundidas.

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