La luz apagada y miles de estrellas en el cielo de Ciudad Gótica. T/n nunca había visto el cielo tan claro en la ciudad. Las estrellas y la luna se veían completamente vivas al lado de ella. No sabía a qué hora llegaría J, sabía perfectamente que estaba haciendo y con quien. Sabía que Mister J la estaba engañando con alguna zorra del club. Todo había empezado con simples sospechas: marcas en su cuello, labial en su ropa, perfume barato incrustado en él, incluso preservativos en sus bolsillos. Luego descubrió la verdad en toda su gloria. Una noche sin que el Joker no lo supiera T/n se fue tras de él. Y entonces vio todo. Vio como ella se sentaba en su falda, vio como el payaso ronroneó y se fue con ella a Dios sabe dónde. Sin saberlo T/n se encontraba llorando nuevamente. No entendía por qué si sabía todo seguía a su lado. Todo esto le dolía, pero sabía que le dolería el triple ya no estar al lado del amor de su vida. Se secó las lágrimas rápidamente y respiró hondo. ¿Acaso no era suficiente para él? T/n se sentó en la cama y de tanto pensar se quedó dormida.
Dos horas después llegó el payaso. Abrió la puerta lentamente ya que sabía que su pequeña princesa debería estar ya dormida. Entró a la habitación y allí estaba. J frunció sus cejas inexistentes al ver la forma en que se había quedado dormida. Se acercó a ella y la acomodó para luego ponerle una sábana de seda por encima, un beso en la frente también. Se fue directo al baño a tomar una ducha y al pasar por delante del espejo se paró de momento. Se miró al espejo y vio una nueva marca en su pálido cuello. Demonios, esta perra me marcó de nuevo. Cerró los ojos y pensó en todo por un momento. Amaba a T/n aunque nunca lo admitiría. Con Camila era solo deseo. Un deseo que por alguna razón no podía parar. Habían pasado ya semanas y seguía con ella. Ni siquiera había tocado a T/n en todo este tiempo, ni siquiera había pasado tiempo con ella. No tengo por qué preocuparme ni sentirme culpable. Soy el Joker; nunca hago algo mal. Es culpa de ella. No mía.
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Con sobre en mano T/n se dirigió al lujoso apartamento en donde seguramente Mister J no se encontraba. Abrió la puerta y se encontró con más que silencio. Nada nuevo. Se sentó en el sofá y miró el sobre nuevamente. Le temblaban las manos. Abrió el sobre y sacó el blanco papel y se dispuso a leer los resultados.
- Señorita T/a ¿está todo bien? - Federic (el chico panda) la miraba con curiosidad al ver que T/n guardó rápidamente el papel y lo miró con ojos cristalizados.
- Si, todo todo bien. - T/n trató de darle una sonrisa pero más que una sonrisa parecía una mueca. Estaba haciendo todo lo posible por aguantar las lágrimas. Federic estaba apunto de decirle algo, pero T/n (con sobre en mano) salió corriendo al baño. Cerró la puerta con seguro y las fuertes náuseas hicieron que ella cayera de rodillas.
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J terminó todas las reuniones y negocios temprano. Estaba dispuesto a pasar todo el día con ella. Al abrir la puerta de la habitación se encontró con una habitación oscura y una T/n totalmente dormida. ¿A las dos de la tarde?
- ¿T/n? - Mister J se acercó suavemente a ella y le tocó delicadamente el hombro. No quería asustarla. T/n murmuró algo y segundos después abrió sus ojos.
- ¿Mmm? - se llevó sus pequeñas manos a los ojos y Mister J sonrío. En estas semanas había olvidado lo tierna que es su pequeña T/n.
- ¿Qué tal si vamos a una cena? Solo tú y yo y además vamos...
- No lo sé J, no me siento muy bien que digamos. - Los ojos de T/n viajaron hasta su cuello y cerró sus ojos como si la hubieran apuñalado. Por un momento su piel se puso más pálida que la del payaso.
- ¿T/n? - J puso su mano en la espalda de la chica al ver cómo se descomponía al frente de él. - Voy a llamar al doctor. Te pasa algo gatita.
- ¡No! No no hace falta J, no he descansado bien últimamente. Seguramente es eso. No hace falta.
J asintió e hizo una nota mental de averiguar qué le pasaba a T/n.
- J - su voz lo sacó de sus pensamientos y su mirada se dirigió a ella nuevamente. - Te amo.
Por alguna razón J no se sintió nada bien escuchando eso. Otras veces, la felicidad no le cabía en el pecho al escuchar esas dos palabras. Pero estaba vez era totalmente diferente. No sabía si era culpa, no sabía si era la forma en que ella lo decía. Solo sabía que su pecho dolía.
- Yo también pequeña, yo también. - dirigió sus labios hacia su frente y la apretó fuertemente a su pecho. Respiró su perfume. Oh dios cuanto la había extrañado. No la recordaba tan delgada. Tampoco tan frágil. Por alguna razón eso empeoró el dolor en su pecho. La había descuidado por demasiado tiempo.
T/n sonrío para si misma. No le respondía cuando le decía las dos palabras, pero su yo también era más que suficiente para ella.
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Federic curaba la frente de T/n mientras ella no paraba de moverse. Se había caído por las escaleras y gracias a Dios no le había pasado algo peor. Ahora la curaba lo más cercano que tenía a un amigo. Debía ser más cuidadosa pero los mareos ahora eran más repentinos que nunca. Pero los mareos no eran nada comparados con el dolor en su corazón. Mister J no había llegado; sabía dónde estaba. Amarlo le dolía demasiado. Amarlo le estaba haciendo daño. Pero ella lo seguía amando como el primer día. Lo amaba demonios. Luego de todo lo que él había echo; lo seguía amando. Así es como se siente.
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Se miraba al espejo y aguantaba las lágrimas. Debía irse. Luego de tanto tiempo al lado del hombre que más ama debía irse. Ella sabe cómo desaparecer sin dejar rastro. Eso era lo que haría. Dejo fluir las lágrimas y se llevó la mano a su pecho. La vida había sido bastante injusta con ella. Pero debía irse. Lo había aguantado todo y el destino por alguna razón seguía jugando en su contra. La broma estaba en ella. Empacó todas sus cosas y dejó una carta sobre la cama. Tomó el marco que tenía una fotografía de del Joker junto a ella que había sacado Frost justo en el momento indicado, la guardó en la maleta y se marchó lejos. Había encontrado una hermosa casa cerca de la playa, pero no una playa común; una playa totalmente desolada que no era visitada por nadie. Le costó bastante tiempo; pero la había encontrado. Se sentía tan sola, se sentía tan incompleta sin él a su lado; pero fue su decisión.
Lo que el Joker jamás sabría es que por un pequeño descuido, por una lujuria momentánea nunca volvería a verla de nuevo. Jamás sabría que la persona más importante en su vida había muerto sola, de cancer, en una casa junto a la playa.