«Eres mío, mío como yo soy tuya. Y si morimos, moriremos. Todos los hombres deben morir. Pero primero viviremos»
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39 | LA BODA ROJA
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 El momento de la boda finalmente llegó. La expresión de Edmure era de alguien que iba a ser sacrificado, sólo que en vez de morir iba a casarse. Ni siquiera tuvo la oportunidad de conocer a su futura esposa, por órdenes del anciano Frey la conocería hasta que llegara al altar.
La música anunciaba la entrada de la novia, el velo cubría su rostro y eso sólo ponía más nervioso al Tully. Los Reyes en el Norte, Catelyn y el Pez Negro se encontraban en primera fila. Una vez a su lado, Edmure apartó el velo para poder enfrentarse finalmente a su castigo. Lo que no esperaba era que en vez de una poco agraciada Frey, fuega una joven preciosa, labios rosas y una figura tan delgada que podría romperse. Estaba encantado con ella.
La ceremonia terminó y tal como dijo Walder Frey, la música sonaba fuerte, el vino abundaba en el salón y las risas se escuchaban desde cada rincón.
— Mi madre está sola con Lord Bolton, debo rescatarla. —hablaba Robb bromeando, cuidando a su madre desde la otra mesa.
—De todas las mujeres que conozco, tu madre es la que menos necesita que la rescaten. —rió.
—Finalmente empezó a olvidar su desaprobación a nuestro matrimonio. —comentó alegre.
—Lo sé. Aunque si fuera por ella, yo estaría de vuelta en Dorne y tú estarías sentado en el lugar de Edmure, comiendo moras de la mano de Roslyn Frey.
— Pero estás aquí, y tendremos un bebé. No podría estar más feliz.
Tomo su mano, acarició su rostro con ternura acercándose a besarla. Él la miraba con adoración, era su más grande tesoro. Finalmente tenía todo lo que siempre deseo: una familia y un futuro brillante junto a su bella esposa y su hijo en camino.
Un gran alboroto empezó a formarse cuando había llegado la hora de "consumar el matrimonio". Llevaron a los novios fuera del salón y en pocos segundos, sólo quedaban los Stark, Bolton, Frey y hasta algunos Karstark. Muy pocas personas al parecer.
— Necesitamos un nombre. —dijo la ojiazul tomándolo por sorpresa.
— ¿Tienes alguna idea?—la miraba con curiosidad.
Lena se mordió los labios dándole una sonrisa tímida.
— Eddard, tal vez. —le propuso. Y sintió miedo cuando su esposo sólo la miraba sorprendido— ¿No te gustaría enseñarle al pequeño Ned Stark a montar a caballo?
