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— Mi hijo está a punto de casarse con esa puta de Highgarden, y tú has vuelto. ¿Qué más podría pasar?
Cersei le dio el último trago al vino y se sentó al borde de su cama. Jaime suspiró, por un momento creía que se alegraría de verlo, pero su actitud le decía todo lo contrario.
— Estoy aquí ahora, contigo. —le dijo él.
— No volverás a irte.
Jaime sintió que las palabras se atoraban en su garganta. A pesar de todo la amaba, y mentirle era algo que apenas podía soportar.
— No.
— Algo bueno se acerca, estoy segura.
— ¿A qué te refieres?
— Roose Bolton ha sido de gran ayuda. —su estómago se revolvió sólo de escuchar su nombre— Ahora que Robb Stark está muerto sólo me queda un asunto que terminar.
El rubio alzó una ceja sin alcanzar a comprender que es lo que su hermana estaba planeando.
— Él me traerá a esa bastarda Martell en cuanto nuestro padre lo ordene.
Su corazón latió con fuerza. Al final Oberyn siempre tuvo la razón; Cersei y su padre siempre estuvieron involucrados en el rapto de su sobrina. Ellos no dejaron que Walder Frey la matara, porque querían hacerlo ellos mismos.
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— Alteza. Lord Tywin.
— Príncipe Oberyn.
— No creo que conozcan a Ellaria. —señaló a la mujer a su lado— Estos son Tywin Lannister, la Mano del Rey, y Cersei Lannister, la Reina Regente. Supongo que ahora es la antigua Reina Regente, así que mi Lord, mi lady, ella es Ellaria Sand.
— Nunca había conocido a un Sand. —dijo Cersei, con ánimos de destacar que era una bastarda.
Ellaria no se sintió ofendida para nada, incluso ella se refería a sí misma de esa forma porque esa era la verdad, pero si le molestaba que Cersei le escupiera su veneno.
— Estamos en todas partes en Dorne. —respondió orgullosa— Tengo al menos diez mil hermanos y hermanas.
— Los bastardos nacen de la pasión, ¿no es así? —le apoyó Oberyn— En Dorne no los despreciamos.
