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Ahogó un grito cuando sintió su mejilla arder y un líquido rojo cayó por la comisura de sus labios. Este ya era el tercer golpe. Sus ojos empezaban a picar debido a las lágrimas, mismas que contuvo. No dejaría que la viera llorar. Aún conservaba intacta su dignidad y así quería mantenerse.
Lena lo miró a los ojos, con su rostro herido pero con la cabeza más alta que nunca.
— ¿Qué diría el Matarreyes si te viera en este momento? —dijo en tono burlón— ¿O si el mismísimo Robb Stark estuviera aquí?
— Ya estarías muerto. —murmuró, pero se encargó de que Ramsay la escuchara.
Él la miró con una expresión triunfante. Si hacerse la fuerte era lo que quería, bien, ya se encargaría de eso después. Salió de la habitación con su guardia detrás de él y antes de retirarse ordenó que custodiaran la puerta a todas horas.
— Es una chica muy fuerte, hay que reconocerle eso. —comentó Lord Umber caminando detrás de él.
— Veamos cuanto le dura eso. —sentenció y guardó silencio cuando vio a su nuevo escudero correr hacia él.
— Mi señor, ha llegado esto. —informó, entregándole un pedazo de papel enrollado. Grande fue su sorpresa cuando vio el sello de la Casa Stark adornándolo.
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Jon abrió temeroso el pergamino que había recibido luego de la amenazante carta que habían enviado donde no sólo se exigía la libertad de la princesa, sino también su retirada de Winterfell. De lo contrario masacrarían a cada hombre de su ejército y alimentarían a los lobos con carne fresca del nuevo Bolton. Carta que había sido perfectamente redactada a detalle por Oberyn.
— "Para el traidor y bastardo, Jon Snow. Permitiste que miles de salvajes cruzaran la muralla, traicionaste a los tuyos, traicionaste al norte. Winterfell es mío, bastardo, ven a verlo. Tu hermano Rickon está en mi calabozo, el pellejo de su lobo está en mi piso. Ven a ver..."
Jon dejó de leer porque se había formado un nudo en la garganta, no sólo en él, también en sus hermanos. Ahora no sólo Lena estaba como su prisionera, sino también el mejor de los Stark.
— "... ¿Quieres a la princesa? Entonces quiero a mi esposa de vuelta. Envíamela, bastardo, y no te molestare ni a ti ni a tus amados salvajes. Si la escondes, cabalgaré hacia el norte y masacraré a cada hombre, mujer y niño salvaje que esté bajo tu protección. Verás como los desoyo vivos..."
