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La plaza estaba llena de gente. Joffrey, la reina y Sansa se encontraban arriba de la tarima viendo cómo unos guardias traían a Lord Eddard Stark.
— Soy Eddard Stark, Lord de Winterfell y Mano del Rey. —anunció ante todos— Estoy ante ustedes para confesar mi traición ante los dioses y hombres. Traicione el deber a mi rey y la confianza de mi amigo Robert. Jure que cuidaría de sus hijos, pero antes de que su sangre se enfriara, conspire para matar a su hijo y robar el trono para mi mismo.
Mentiras. Puras mentiras. Sansa lo sabía y creía que así podía salvar a su padre. Arya sólo veía como su padre estaba siendo injustamente juzgado, ¿Qué podría hacer una niña?
— Joffrey Baratheon es el verdadero heredero al Trono. —el mencionado sonrió emocionado y satisfecho— Por la gracia de todos los dioses, señor de los siete reinos y protector de esta tierra.
— Cuando pecamos, también sufrimos. —dijo el maestre Pycelle— Este hombre ha confesado sus crímenes a los ojos de los dioses y hombres. Los dioses son justos, pero el adorado Baelor nos enseñó que también pueden ser piadosos. ¿Qué se hará con este traidor, majestad?
— Mi madre quiere que Lord Eddard se una a la Guardia Nocturna, despojado de todo título y poder servirá al reino en el exilio permanente. —dijo el ahora rey— Y mi Lady Sansa ha pedido clemencia para su padre. Pero tienen el corazón suave de una mujer. Mientras yo sea su rey, la traición no dejará de ser castigada. Ser Ilyn, tráigame su cabeza.
— ¡No! —gritó Sansa.
— ¿Qué crees que estás haciendo? —cuestionó Cersei tomándolo del brazo.
— ¡No! ¡Por favor, deténganlo!
— Joffrey, basta. No sabes lo qué haces.
Lo pusieron de rodillas, el hombre se cubrió el rostro y tomó la espada en sus manos.
— ¡Por favor! ¡No lo hagan! —suplicaba Sansa con desesperación.
La espada se bañó en sangre y las aves volaron.
Eddard Stark estaba muerto.
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Arrugo el pequeño papel entre sus manos al sentir una lagrima resbalar por su mejilla. No supo que decirle para reconfortarlo cuando él lo leyó. No supo que decirle para evitar que saliera de la tienda rumbo al bosque con su espada en la mano.
