15- El estúpido que no entendió el amor

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Clara del castillo

Al llegar a mi departamento, me tire en el sofá. Estaba cansada muy cansada, hoy había sido un día de muchas emociones. Marco, Esperanza, Martín, todo hizo que retornara esos sentimientos que creía muertos. Y más Martín, no podía creer que hubiese dicho que yo le iba hacer mal a Marco y a Esperanza. Pensé que encontraría un hombre maduro o algo así, pero a pesar de que se ve los años en él, sigue siendo el mismo tipo insufrible y metido de hace años. Pero debo calmarme a pesar de mi desagrado por él, aun le sigo debiendo la vida, si no fuera por él yo no estaría acá. Ni siquiera pude agradecerle como planeaba, ya que entro y empezó a acusarme. Y ahora ya no sé qué hacer, planeaba contarle a Esperanza sobre el problema de Marco, pero ahora con lo de Martín, mis planes tendrán que cambiar.

Me levante a calentar agua para mi café. Mientras llegaba a la cocina prendí la radio para que me hiciera compañía por un rato. En ella no decía mucho, el tráfico de la General Paz, cortes como siempre, nada que se pudiese destacar. Después de poner el agua a calentar, me senté a esperar a que hirviera mientras me sumergía nuevamente en mis pasamientos, los cuales fueron interrumpidos cuando de repente la radio puso una canción que conocía muy bien, acabando así con mis cavilaciones. Hace mucho que no la escuchaba. Es decir, en Estados Unidos la gente no anda escuchando cuarteto¹.

Ella multimillonaria y del más alto nivel.

Termino la secundaria con un promedio de diez

sus amigas sorprendidas no lo podían creer

que una noche distraída del baile se fue con él

La canción de mi cumpleaños número diecisiete.

2005-Boliche²(Discoteca) Costanera

Salí del baño y busqué en la pista a Ezequiel, pero ya no lo encontraba

«¿Dónde mierda se fue?»

Empecé a buscarlo por todo el boliche, pero no aparecía por ningún lado.

«Dios porque siempre desaparece, me prometió que estaría conmigo todo la noche, pero a la primera que me voy, desaparece».

Fui hacia la barra para pedir algo. Estaba muy enojada con el nuevo desplante de Ezequiel. Pedí una Electric Lemonade y me dispuse a tomar. Quería ponerme muy en pedo³ porque nuevamente Ezequiel me dejo sola. Sola en mi cumpleaños.

Ya iba por mi cuarto vaso cuando alguien se sentó a mi lado .

—Podrías parardijo una voz que conocía. Miré hacia su dirección y me encontré con unos ojos azules.

—Hijo del jardinero ¿Qué haces acá?pregunté extrañada. Este boliche era caro y gente como él seguramente se reunía en otro lugar, como en once o lugares así.

—Tengo un amigo que trabaja acáꟷrespondió un poco enojado.—¿Y Ezequiel?

—No sé. Capaz esta por ahí haciendo quien sabe quedije mientras seguía tomando. Martín tomo mi vaso evitando así que lo tomara.

—Bueno, me parece que ya fue suficiente. Si sigues así dentro de pronto no sabrás ni cómo te llamas.

—Pero ¿quién te crees que sos? A mí no me va a decir el hijo de un jardinero que hacer respondí enojada.

«Además, de que Ezequiel me dejo, ahora tengo que escuchar órdenes de un villero⁴.»

Yo seguí tomando, pero bajo la mirada de Martín. Él a pesar de lo que le decía no se movía. Parece que además de pobre era estúpido. Así que desistí de decirle que me dejara sola. De repente en la pista empezó a sonar un cuarteto que iba mucho con el tipo ese. Supuse que por lo menos me podría divertir un poco con él.

Perdóname por ser mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora