2.2 El regalo

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Marco

Después de que los fiesteros durmieran un rato desparramados en mi cuarto, se fueron a bañar para así cambiarse de ropa. Cuando ya todos estuvimos listos, nos dirigimos al shopping en mi auto, el cual últimamente había aprendido apreciarlo ya que era demasiado útil.

Debido a que era temprano no había tanta gente en el lugar y eso traía consigo una sensación de paz para mí. Los únicos días que venía al shopping eran los días de semana, y si o si a la mañana ya que era los momentos donde no había tanta gente.

Durante nuestro recorrido por sus pasillos, a Luca no se le ocurrió mejor lugar para comenzar mi búsqueda de un regalo, que en una tienda de ropa interior para mujeres. Los chicos apoyaron su locura y entre los cuatro tiraron de mi hasta meterme en la tienda.

Al ingresar note cierta incomodidad de la clientela del lugar al vernos entrar. Bueno, era obvio, en esa tienda solo vendían ropa interior de mujer. Así que evidentemente era un acontecimiento de lo más extraño.

ꟷQue te parece este lindo conjunto rojo de sedaꟷpreguntó Luca mientras señalaba un maniquí que llevaba un conjunto de ropa interior rojo con portaligas incluido. De solo imaginarme a mi novia con eso, sentía como mi garganta se secaba.

ꟷNo le voy a regalar ropa interior a Esperanzaꟷrespondí un poco molesto por la vergüenza de estar ahí. Además, no sabía cuánto tenía de corpiño.

«Creo que un 95 o 98, aunque creo que 98. Esperanza tiene senos grandes ¡Mierda, basta! Un día me van a coronar el rey de los pajeros.»

ꟷA mí me gusta esteꟷdijo David divertido señalando un conjunto negro de baby doll transparente que también venia con portaligas.

ꟷEsos portaligas calientan más que un saunaꟷcomentó Pancho mirando el maniquí

ꟷTodas las mujeres deberían usar portaligas. Es más, deberíamos hacerlo leyꟷagregó Luca mirando también el maniquíꟷ Hay que mandarlo al congreso como proyecto de ley se llamara "portaligas para todas"

ꟷApoyo la mociónꟷdijo Daro riéndose.

ꟷEsa es la clave para salir del tercermundismo. Hay que avisarle al ministro de economíaꟷ agregué uniéndome a su estupidez.

El carraspeo de una garganta nos hizo terminar con nuestra conversación, haciendo que diéramos vuelta para ver de quien se trataba.

ꟷDisculpen, por favor podrían retirase de la tiendaꟷdijo el hombre robusto de seguridad con la voz firme y con mirada desafiante.

ꟷ¿Qué hicimos? ꟷpreguntó Luca sorprendido

ꟷPor favor retírenseꟷvolvió a pedir el hombre con un tono más amenazante.

ꟷNo, primero díganos que hicimosꟷexigió David mirando al hombre

ꟷEsta es una tienda para mujeresꟷcontestó de manera seca

ꟷNo recuerdo haber leído ningún letrero que dijera que solo podían entrar mujeresꟷdije molesto. No quería entrar a este lugar, pero tampoco quería que me saquen como si fuera un ladrón o algo así.

ꟷEs evidente que es de mujeres, si solo venden ropa interior de mujeresꟷcontestó sarcastico.

ꟷ¿Así que no podemos comprar ropa interior de mujer para una mujer?ꟷindagó Darío también molesto.

ꟷChicos, solo salgan antes de que tenga que sacarlos a la fuerza. Están molestando a las clientas.

ꟷDisculpa, pero yo siempre veo mujeres comprando bóxer para sus novios, esposos e hijos y a ellas no les dicen nada. Pero claro, como yo soy un hombre y me meto en una tienda de ropa interior para mujeres, soy un pervertido asquerosoꟷdije en voz alta para que me escuchen todas las mujeres del lugar, ya que se podía apreciar que estaba muy atentas a nosotros.

Perdóname por ser mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora