2.6-Me da tristeza tu esclavitud

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Fuimos hacia uno de los estacionamientos de los edificios, en donde solo había autos tan imponentes como el de Marco, nos acercamos hacia donde estaba su motocicleta negra en la cual me había llevado la otra vez. Santiago tomó el casco que estaba colgado al manubrio de esta y me lo extendió a mí.

ꟷChe, en serio muchas gracias. Fue una suerte encontrarte acá ꟷdije tomando el casco.

ꟷParece el destino ¿no? ꟷcomento divertido

ꟷPodría decirseꟷrespondí, mientras me ponía el casco. Santiago dijo algo en voz baja pero no pude escucharlo bien ꟷ¿Qué dijiste?

ꟷNada, Turuleca. Vámonos

Nos subimos a su moto que ahora ya no me daba tanto miedo como antes y esta vez no lo abrace como si mi vida dependiera de eso. Santiago hizo rugir el vehículo y emprendimos el viaje.

Como había dicho antes, para mí, Pilar era la nada misma. Así que en la ruta solo había árboles y vegetación en los costados, pero con la noche que se cernía arriba de nosotros el lugar se tornaba hermoso y un poco tenebroso.

Mi inspección del lugar fue interrumpida por un ruido de la motocicleta que no parecía normal. Santiago se fue para un costado de la ruta y la moto se paró.

ꟷ¡La puta madre! ꟷexclamó ꟷTuruleca, baja para ver qué carajo le paso a esta mierda.

Hice rápidamente lo que me pidió, éste también bajo y se agacho para ver lo que yo suponía que era el motor.

ꟷ¿Y qué onda? ꟷpregunté mientras me sacaba el casco.

ꟷNo sé, no parece que le pase nada maloꟷrespondió aun agachado.

Se subió a ella nuevamente e intento prenderla, pero nada. Parece que la moto nos había dejado. Al final a los ricos también les vendían cosas defectuosas. Capaz la habían hecho en china.

ꟷ¡La que la pario! ꟷexclamó arriba de la moto.

ꟷ¿Y qué hacemos? ꟷpregunte preocupada, estábamos en medio de una ruta donde no pasaba nadie, es más creo que en cualquier momento venia la llorona a pedir por sus hijos ꟷ¿Dedo?

ꟷEso hacelo en Estados Unidos, acá es muy probable que te dejen en pelotasꟷrespondió mal humorado. Suspiroꟷ. Será mejor que vayamos a pie solo queda un 1km para llegar a capilla y de ahí unas cuantas cuadradas hasta la estaciónꟷse bajó de la moto y se la llevo hacia los arbustos.

ꟷ¿La vas a dejar acá? ꟷpregunte sorprendida. Yo no dejaría ni mi bicicleta encadenada ahí.

ꟷNo voy a andar más de un 1km con ella a pie. Por ello la encadenare a este árbolꟷdijo cerca de un árbol muy flaco que se encontraba entre los arbustos ꟷy con estos arbustos lo tapare para que nadie lo pueda ver.

ꟷ¿Pero cómo vas a volver? ꟷpregunte preocupada. Después de todo él estaba ahí por mí.

ꟷLlamare a alguien para que me venga a buscar y lleve la moto, después de dejarte en la estación ꟷrespondió acercándose a mí, después de encadenar su motoꟷ. Ven caminemos fuera de la rutaꟷdijo señalando el costado de la ruta.

Empezamos nuestro camino en la ruta casi desierta, por suerte había unas cuantas luminarias y la luna también ayudaba a iluminar nuestro camino. Capaz la llorona no venga por nosotros.

ꟷChe Santiago, posta que me siento mal por haberte metido en este quilombo¹ꟷdije acongojada mientras caminábamos. Realmente me sentía culpable.

ꟷ¿Estas preocupada por mí? ꟷpreguntó divertidoꟷ. Ya te dije que llamare a alguien para que me venga a buscar. No te preocupes tanto.

ꟷNo debí haberte pedido nadaꟷrespondí con un resoplido.

Perdóname por ser mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora