Capítulo 32

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SHANA

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SHANA

-Supongo que no elegimos lo que nos toca vivir, porque si pudiéramos elegirlo, yo no estaría en esta situación... no estaría mintiéndote o ocultándote cosas día tras día- la voz se me quebraba pero me esforzaba por seguir hablando.-Mi madre murió cuando tenía sólo seis años. A día de hoy sigo intentando olvidarlo, porque quien la mató fue mi padre. Nadie nunca sospechó del excelente médico que es, ni de lo mucho que ''quería'' a su mujer y a su niñita, pero yo veía cómo le pegaba y le gritaba cosas horribles. Como disfrutaba de su dolor y le repetía ''eres mía, eres mía y no puedes hacer nada''. Cuando mamá murió recuerdo que pensé: Por qué?

Y sigo sin conocer la respuesta a esa pregunta. Porque calificaron aquello como un accidente, se había caído por las escaleras al salir de la ducha y realmente fue mi padre quien la mató, quien le gritaba ''puta'' y le daba empujones, así en uno de ellos cayó escaleras abajo. Yo no lo vi, sólo sé que me fui a dormir, escuché golpes y gritos pero me tenían prohibido salir de allí por la noche. Cuando entré en la habitación mamá vino a darme un beso de buenas noches y a decirme... ''te quiero''- Mis lágrimas comenzaron a caer al pronunciar esto.-Cuando desperté... mamá ya no estaba. Desde entonces creo que cada vez que alguien me dice ''te quiero'' yo sólo puedo escuchar ''adiós''...

Yo pasé a ser carne de maltrato, me convertí en su saco de boxeo. Primero con bofetadas cuando algo lo hacía mal y luego cuando no hacía nada mal, por no hacer lo que él quería. Recuerdo que un día estaba en mi cuarto, recogiendo. Ya hacía días que me dolía mucho la barriga pero como él me pegaba no sabía de qué era el dolor. Sólo sabía que no había forma de demostrar aquello, él era médico, sabía cómo tratar cada golpe y cada herida. Pero no podía curarme por dentro, no existía medicamento ni tratamiento posible para aquel dolor.

Me senté en cama y me puse a dibujar en una libreta que tenía. Me pasé un par de horas así hasta que necesité ir al baño. Cuando me levanté tenía toda la cama manchada de rojo. Yo no tenía ni idea de que me estaba pasando, nunca me habían explicado eso. Casi no iba al colegio porque cuando mi madre murió empecé a dar la mayoría de las clases en casa y sólo asignaturas como Historia o Matemáticas.

No era tonta, sabía que podía ser que me hubiese bajado la regla, pero no estaba segura. Y si era algo malo?

Corrí al baño y me puse una toalla en mi ropa interior. Eché las sábanas a lavar y le di vueltas a qué podía hacer. No tenía dinero para comprar los productos necesarios y me daba mucha vergüenza que él se enterara.

Cuando llegó del trabajo, intenté contárselo. En su cara se formó una sonrisa y me rodeó con su brazo. Dijo ''ya eres toda una mujer, Shan... Linda''.

-Espera, Linda?

-Por favor, deja que termine... Cuando se puso tan contento no entendí por qué, hasta pasar unos días. Justo cuando ya no estaba menstruando apareció de noche en mi habitación y me dijo: ''No quiero dormir sólo, me dejas un hueco?'' Y se lo dejé, porque me obligaría de todas formas. Comenzó a abrazarme y a pegarse cada vez más a mí. Me tocaba por sitios por los que sabía que no estaba bien, me daban escalofríos y sentía un asco muy profundo. Frotaba su miembro contra mí y yo sólo intentaba alejarme, salir de aquella cama, de aquella casa. Pero él siempre ha sido fuerte y yo no podía hacer nada. Todo siguió hasta que arrancó mi pijama y se introdujo produciéndome el dolor más grande que puede sentir una niña. Grité y lloré, tapó mi boca con su mano y parecía que me asfixiaba. Cada noche se repetía lo mismo, y cuando me levantaba me sentía tan cansada y dolorida que ni siquiera quería vivir.

Me curaba para poder hacer lo mismo a la noche siguiente y hubo veces en las que tuvo que esperar a que las heridas cicatrizaran. Muchas veces pensé en cómo terminar con mi vida, hasta que un día decidí que me vengaría, pero para eso antes debería huir.

He esperado tanto tiempo para conseguir salir de aquel lugar, que cuando caminaba a través de esa carretera enorme, la cual desconocía, sentí muchas cosas, pero hubo algo que dejé de sentir y fue asfixia. Notaba como podía respirar, estaba tan lejos de aquella pesadilla que me daba igual no tener donde refugiarme del tiempo. Lo había planeado todo, el momento, el dinero, era el plan perfecto. Luego caminaría hasta lograr salir del país, pero para mi sorpresa alguien que conducía una furgoneta roja frenó. Decidió frenar y recogerme, y me acogió en su casa y me dio de comer. Esa persona es Robert, Robert me abrió sus brazos sin ni siquiera conocerme, porque él también tiene sus propios fantasmas, pero es una persona muy importante para mí sabes?

Pensé que ahora todo sería más fácil, que sólo sería mentir y estar oculta durante un tiempo pero se me está haciendo más difícil de lo que pensaba. Y lo irónico es que de todos los lugares a los que podía llegar, llegué a la verdad, y la verdad es la misma persona que nos da clase, sí, el tutor, mi verdadero padre, el mismo que nunca se preocupó por encontrarme, por salvarme de lo que ya conocía, golpes y más golpes.- Su rostro se volvía cada vez más serio y desconcertado, lo que me hacía mirar hacia otro lado, porque si no sentiría de nuevo que soy esa chica que nunca encajará en ninguna parte por culpa de todo esto.- Estoy exhausta, de correr cuando no sé donde esconderme de este asqueroso mundo, de llorar por quien no se merece ni una gota, de gritar en silencio y de hacerlo en voz alta sin que nadie, absolutamente nadie me de un maldito abrazo que sea mi refugio. Estoy cansada de mentir, de sentir la presión encima de mí cada vez que atravieso la puerta y me encuentro con los demás, de desconfiar de todo el mundo. Y sabes qué? Que ni siquiera sé si tú me harás daño, ni siquiera sé todavía si vas a querer seguir a mi lado después de saber esto, o si sólo me vas a delatar. No sé que va a pasar, pero tampoco sé por qué me ha pasado a mí esto. Puedes hacer lo que quieras, porque lo único que necesito ahora es desaparecer, es decir, si estando muerto no sientes nada... quizás sea mejor que sentir todo esto cada día-. Mi voz rompió y mi corazón termino de destrozarse. Dicen que lo que más nos duele, nunca lo decimos en voz alta, porque eso nos obliga a nosotros mismos a escuchar la realidad, y la realidad que yo vivo es una completa mentira, estas personas, esta forma de actuar, es una mentira horrible que no sólo me afecta a mí. Jamás volveré a ser la niña que era, no podré confiar en las personas ni podré no hacerles daño, porque seré egoísta para huir como ahora y terminaré sola. Ya lo estoy, porque la gente que está a mi lado sólo conoce mis mentiras. Es un cúmulo de pensamientos que no dejan de atormentarme cada noche. Porque es tan injusto, por qué no me merezco ser feliz como el resto?

-Eh, mírame.- Ash sujetó mi rostro y me aparté rápidamente, no quería que me tocara, no quería un acto imprevisto que terminara por descontrolarme más, no quería volver a quedarme paralizada como una estúpida.-Está bien, no me acerco, pero escúchame. Confiar en mí es tu decisión, y quedarme a tu lado es la mía. Tú no tienes la culpa de lo que ha sucedido, sencillamente te ha tocado vivir eso, y que ese cabrón te violara... por qué no lo denuncias? Yo puedo ayudarte, cualquiera de nosotros podría ayudarte Shana, bueno, no sé cómo llamarte, pero Shana me gusta, es el nombre con el que comenzarás tu nueva vida.

-No puedo denunciarlo Ash, nadie me creería, tengo 17 años, mi padre es médico, un muy buen médico, no puedo denunciarlo porque todo se pondría en mi contra. Crees que no lo he pensado ya?

-Yo... sólo sugería ideas, lo siento. Pero te voy a decir algo, y vete asimilándolo, que si vas a mentir, mentiremos juntos.- Por increíble que parezca consiguió sacarme una sonrisa en el momento menos inesperado. Ash era como el sol saliendo en medio de todas las nubes, pero mi mayor miedo era que aquello sólo fuese una mera ilusión.

-No te fallaré Shana

-Te quiero-. Lo dije con lágrimas en los ojos y con la voz rota, pero lo dije de verdad, recogí mis cosas y me fui a casa. Después de tan larga confesión quizás todo cambiaría, aunque mejor no esperarme nada. El jefe estaría preocupado, con él también debía hablar...

 El jefe estaría preocupado, con él también debía hablar

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Luz y OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora