Capítulo 14

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A la mañana siguiente me levanto, hago el desayuno y se lo llevo a la cama:

-Es hermoso tenerte acá - dijo con tremenda voz de dormido.

- Vos sos hermoso - dije recostándome a su lado.

Pasamos toda la mañana viendo películas y después de comer Pato se fue a recostar. Yo estaba terminando de organizar la cocina cuando llega Guido.

- Hola rubio - le dije.

-Hola ¿cómo está la estrella de rock? - reí ante su pregunta.

- Bien, durmiendo la siesta. - respondí.

- Bueno andá a tu casa a descansar que cualquier cosa te aviso - nos despedimos y me fui.

Pasó un mes desde el accidente y las cosas con Pato estaban raras, estábamos muy distantes y sentía que nos debíamos una charla, entonces decidimos juntarnos en mi casa.

-Hola - dijo al llegar.

- Hola, pasá.

- Bueno hablemos - dijo serio.

- Bueno, la verdad es que siento que esto no está yendo tan bien, siento una distancia que no tendría que haber, y veo que vos también porque si no, no estarías acá - dije sin poder creer lo directa que fui.

- La verdad es que yo siento lo mismo, y creo que lo mejor es tomarnos un tiempo - dijo con tristeza y al mismo tiempo sabiendo que era lo correcto.

- Ok, tomémonos un tiempo y veamos que pasa.

Y así fue, los meses pasaron y yo dejé de saber de los Sardellis, decidí dedicarme a la banda, a mis proyectos, a mi vida.

Un día mi mamá viene a mi casa para contarme de unas vacaciones familiares que habían planeado con los papás de los Sardellis y me dijo de ir, yo dije que lo iba a pensar. Días después me llama Guido:

-Hola niña ¿cómo estás tanto tiempo?

- Hola rubio, bien ¿vos?

- Bien, por suerte. Escuchame ¿vas a ir a las vacaciones que organizaron nuestros papás?

- No sé, vos sabés que Pato y yo... - me interrumpió.

-Pero él no va porque se fue de viaje con una amiga, Melisa no sé si la conocés.

- Sí la conozco, es la que le tiene ganas.

- Ah, no sabía, perdón.

- No pasa nada, que haga su vida.

- Entonces, ¿tu respuesta es?

- Sí, cuenten conmigo.

- ¡¡Vamossss!! - gritó contento Guido.

Después de hablar un rato más cortamos y me puse a armar el bolso ya que nos íbamos al otro día a la tarde. Cuando terminé me fui acostar y me quedé pensando en Patricio, me agarró una angustia y después no sé me sentía libre de hacer lo que quisiese, pero no sabía bien que hacer.

Mi historia con los SardellisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora