Inazuma Eleven Go: "Estúpido Ruloso" Capitulo 9

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Tras lograr convencer sobre mis deducciones, siendo respaldado por Sol y Riccardo, las maletas se armaron con dirección a la Isla de Pascua. Por una razón de tema de espacio del jet de Alex Zabel, solo fuimos nosotros tres.

— ¿Están seguros de que no quieren ir? — pregunto Sol, sintiéndose de pronto culpable por quitarle el puesto a uno de los chicos, ya que su amistad con Dorian era bastante más corta — No hay drama si alguien quiere ir, a mí no me corresponde...

— Sol — le hablo Skie con su semblante serio, sus ojos azules eran penetrantes y daban respeto — todos estamos de acuerdo de que vayas tú, por algo Dorian te dejo un mensaje a ti y no a nosotros — Sol quiso contradecir, pero ella no lo permitió — No nos vas a hacer cambiar de idea, ve tú. Todo tiene un porque, supongo. No lo entiendo muy bien, pero Dorian tendrá sus motivos.

Él tan solo miro al suelo, aun apenado. En un intento de subirle la moral, me acerque a él apoyando una de mis manos en uno de sus hombros. Sol se sobresaltó de primera, pero al ver que era yo y mi intento de ser empático, soltó una sonrisa escondida. Riccardo nos miraba con cierta ternura, pero no intervino en nada. Solo observo en silencio con una sonrisa melancólica.

Partíamos al alba del día siguiente, y para apresurar las cosas dormiríamos nosotros tres en un hotel cerca del aeropuerto de Inazuma. Básicamente por la madrugada.

En una pequeña habitación con tan solo tres camas de una sola plaza, y en la entrada un pequeño baño. Suficiente para nosotros, que tan solo dormiríamos unas cuantas horas. Las maletas quedaron en recepción, para ahorrar tiempo.

Tras un rato, ya acostados surgió una conversación muy peculiar.

— Esto ya es raro... — hablo de pronto Sol.

— Sí, no esperaba para nada esto. — Riccardo lo dijo dándose vuelta, mirándome. Yo estaba al medio, Riccardo a la derecha y Sol a la izquierda.

— Lo sé, ¿en qué minuto dejamos de correr tras un balón y nos volvimos una especie de detectives que siguen señales que no sabemos de dónde salen? — pregunte, y Sol soltó una leve risa.

— Quizás en el momento en que Dorian se fue, y se transformó en una especie de espíritu manda señales... Sí, creo que ese fue el momento. — Comento Riccardo.

— Pues, lamentablemente parece que ese idiota no está muerto. O eso me gusta pensar — dijo Sol, bajando lentamente su tono de voz.

— Dorian está vivo, lo siento aquí — apunte a mi corazón — desde que vi ese mensaje en mi closet lo supe, él estaba vivo. Y Dios, me arrepentiré de esto en algún momento de mi vida, pero buscare a ese imbécil si es necesario por todo el mundo, lo hare.

— Dios, que cursi — soltó Sol en una sonrisa, lo cual me avergonzó — pero comprenso tu sentimiento. Quizás haría lo mismo. No tan cursi, pero algo similar.

— Mis sentimientos son similares, pero sin una clara intención amorosa con Dorian.

Las risas rondaron la habitación, pero por un minuto yo no reí. Lo que dijeron me llego y a la hora de dormir, no fue nada fácil.

La mañana llego y nosotros ya estábamos sobre el jet con la compañía de Andrea, la cual financiaba todo. Sol dormía plácidamente, mientras Riccardo leia un libro sobre la cultura de esa Isla. Yo mantenía mi mirada distraída, sin mirar punto fijo.

— Bien — hablo de pronto Andrea, que estaba con su portátil sobre sus piernas. Todo este tiempo estuvo buscando información sobre la frase y cosas relacionadas con la Isla — tengo algunas ideas; se los mandare a su correo. Es más fácil que explicar todo.

En nuestros se encontraban diferentes lugares de la Isla, relacionada a volcanes con la vida. Lo leí hasta aprendérmelo de memoria, con tal de no depender del móvil.

Los detalles no son lo mío, siempre fue algo de Dorian, no se quejen si no se me da bien.

Cuento corto: llegamos a la fantástica isla, llena de diversos encantos para la gente común, ya que esta tierra vive del turismo. Si fuera un viaje de ocio, mi vista seguramente se desviaría por las bellas chicas morenas de amplios bustos y de curvas irresistibles, o sorprendentemente a los musculosos chicos que andan poco más desnudos por la calle, pero no es el caso. Vine por una misión, y la cumpliré.

— Esta isla se ve muuuuuy bien — solto Sol, mirando los saltos de los senos de una chica que pasaba — me podría acostumbrar al calor de aquí.

— Sol — le hablo Riccardo, caminando con sus ojos cerrados — no vinimos aquí a hacer de turistas, te lo recuerdo. Vinimos por otro asunto.

Le agradecí mentalmente a Riccardo, y Sol se despertó. Se golpeó sus mejillas con ambas manos y continúo su camino.

Andrea no estaba con nosotros, por si se lo preguntaban. Ella tan solo nos dio dinero y no trajo a este paraíso terrenal a buscar a su hermano, ya que ella tiene varias responsabilidades como futura Emperatriz del Sector Quinto. Este viaje no lo tenía para nada planeado, y como buen Reyes vive a través de sus impulsos, en su oficina la esperaban varias pilas de papeles y reuniones pendientes. Se fue con la promesa de avisar si encontrábamos algo, avisáramos enseguida. Recién en ese momento estuvo tranquila.

Es algo entendible, ya que yo también tengo un hermano.

— ¿Por dónde empezamos? — Sol llevaba en su espalda una muy tierna mochila gris de tirantes blancos con detalles negros, se balanceaba de adelante hacia atrás. Señal de su propio entusiasmo contagioso — La isla no es muy grande, pero para caminar tenemos harta tierra. ¿Dónde empezamos?

— Según lo que Andrea nos pasó — Riccardo cargaba un bolso que llevaba cruzado — deberíamos partir por la capital, Hanga Roa.

— Pero, ahora estamos aquí — si vienen los caminos aun eran de tierra, sin aparente intervención del hombre, a lo lejos se podía un pequeño pueblo que no tenía pinta de ser capital de nada. — Y esto no parece capital.

— Es una isla pequeña, tiene cerca de 5.000 habitantes nada más, todos dispersos por la isla. No vas a encontrar grandes edificios como en Japón u otro lado del mundo. — Riccardo tenía su móvil en sus manos, y no dejaba de deslizar su fino dedo de pianista por la pantalla de su celular. De seguro estaba leyendo información sobre la isla — De hecho, ellos viven a través de su cultura en estos días. A pesar de la modernidad traía desde el continente, sus costumbres aún se mantienen intactas, y los habitantes, andan por todos lados orgullosos de su etnia. Es algo bello de ver, y más aún, único de ver.

Si bien lo que dijo Riccardo era información sobre la gente de la isla, en mi caso no me Iba ni me venía.

— Sí, sí, sí. Qué lindo es vivir orgullosos de su cultura — dije sarcásticamente — Pero, eso no nos va a ayudar a encontrar al idiota de Dorian, para que pueda matarlo.

La risa sonora de ambos me enfado, ellos no se están tomando para nada en serio este viaje de búsqueda. Ni en el hotel respetaron el hecho de que ahora estamos en la mitad de nuestra investigación, dando de excusa a la recepcionista que veníamos de luna de miel los tres. La risa nerviosa de la pobre chica fue contagiosa, y por un momento me plantee el hecho que desaparecer como Dorian no sería tan malo.

— Victor — me llamo Sol, sonriente muy cálidamente. Demonios, se ve muy lindo cuando hace eso, y me hace olvidar el que estaba molesto con él.

— Sabes que Dorian disfrutaría estar en una misión de investigación si tu desaparecieras, recordaría cada cosa que haría tan solo para sacártelo en cara lo que te perdiste por haberte desaparecido. Eso, lo haría y bastante más — Sonrió también Riccardo, mostrando ese lado humano de capitán, usando su don de la palabra para conmover mi preocupado corazón.

La imagen de Dorian se plasma en mi mente, y un montaje de diversas ocurrencias de él me hace sonreír de forma inconsciente, olvidando todo rastro de enojo que sentía minutos antes. Mis amigos, Sol y Riccardo simplemente son el apoyo que necesito en este momento. Si bien, a los dos no los conozco el mismo tiempo, la conexión que siento es real.

Inazuma Eleven Go "Nuevos Amigos...Nuevos Amorios"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora