5. Haunted

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"It's what you do, it's what you see

I know if I'm haunting you, you must be haunting me"

De repente todo termina. Él sigue de largo y me deja atrás, todavía asimilando todo lo que me ha dicho. Me llevo las manos a la cara a toda velocidad, como si con el tacto pudiera saber si realmente me he puesto roja. No me noto caliente, al menos no en este sentido, pero sí que me ha avergonzado bastante. No esperaba una conversación como esa, corta pero intensa. Madre mía.

—¿Carter?

Ana me ha alcanzado, y yo sigo en mitad del pasillo, anclada al suelo. Debo de estar obstaculizando el paso, pero me da igual.

—Ana, tengo que confesar algo —logro articular cuando he reaccionado y estoy de vuelta en la realidad—. Ese tío es muy sexy.

Oigo que resopla.

—¿Cómo puedes saberlo con esa ropa tan larga y esa capucha tapando toda su cara?

Sonrío.

—Sé que todo lo que hay debajo de esa ropa me gustará.

Ella no responde, y supongo que es mejor que no lo haga.

—¿Sabes lo que me ha dicho? —cambio de tema.

—No. Sorpréndeme.

—Que el porno sin sonido no hace efecto.

Busco sus ojos para ver cómo se agrandan y cómo se le forman unas arrugas en el entrecejo. Y, antes de que pueda responder a semejante titular, le cuento toda la conversación, diálogo por diálogo, silencio por silencio.

—Y luego ha terminado diciendo que no me ponga roja, que era broma —concluyo, con una sonrisita permanente en la cara. Ya estamos casi en la puerta del aula, donde él debe encontrarse sentado al fondo de la clase.

—Entre broma y broma, la verdad asoma.

Anaet la de los refranes y las frases hechas.

—¿Qué me quieres decir con eso? —Esta vez no pongo los ojos en blanco, sino que me muestro interesada por lo que ha dicho—. ¿Que quiere hacer porno conmigo?

—Algo parecido... —murmura, y ya estamos dentro del aula.

No le miro directamente pero sé que está ahí, al fondo, porque distingo su silueta oscura por el rabillo del ojo.

***

Cuando suena el timbre, voy directamente a ejecutar mi plan, que no es otro sino hablar con la directora para conseguir la reducción de condena. Dos semanas de castigo es demasiado por un simple accidente. Mi intención es acercarme hasta su despacho sin embargo La Ricitos de Oro me lo pone en bandeja cuando descubro que está caminando por el pasillo. Sus tacones resuenan por encima del escándalo de voces, avanzando como si tuviera prisa, y sus rizos se agitan velozmente tras cada paso. Entonces corro y me pongo a su lado de inmediato.

—¿Qué quieres, Carter? —pregunta de inmediato, sin rodeos, y sin dejar de caminar con prisa.

—Una reducción del castigo.

Vamos tan rápido que la mochila me golpea el culo al andar.

—¿Cómo?

Sigue sin frenar. ¿Adónde irá con tanta prisa? Sea lo que sea, seguro que puede esperar. Sé que todos los que forman parte del equipo directivo solo se esfuerzan por aparentar que trabajan, que son eficientes en su trabajo y que están siempre muy ocupados. Solo lo aparentan.

—Dos semanas de castigo por algo que fue involuntario me parece exagerado. Mañana cumplo una semana, y le aseguro que he aprendido la lección y no volveré a hacerlo.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora