16. Ready or Not

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"Ready or not, here I come

Where you at? The night is young"

Durante la clase de le lengua no hago otra cosa sino que pensar en el cambio de hora y en lo que puede pasar en el baño de los chicos. Podía haber elegido cualquier otro sitio para verme, y ha elegido el baño. No quiero ser malpensada... pero soy malpensada. Estoy de los nervios.

Estamos leyendo una obra de teatro entre todos y para representar a los personajes la profesora ha pedido voluntarios para cada uno. Con suerte, mucha gente se ha presentado y ni yo ni Ana hemos tenido la mala suerte de ser elegidas. Cooper ha sido uno de los voluntarios, cómo no. A veces que sea tan correcto y perfecto me pone de los nervios. Siempre con buenos modales, con buenas palabras, con sonrisas para todo el mundo... En cualquier caso, Ana está loca por él e imagino que su única distracción ahora es escuchar la voz de Cooper mientras lee a su personaje. Yo no estoy prestando mucha atención, principalmente porque sé que Louis está sentado al fondo de la clase, solo, esperando a que suene el timbre para ir al baño y encontrarse conmigo. ¿Qué le voy a decir a Ana? Seguro que si le digo que voy al baño se ofrecerá a acompañarme, por lo que tengo que buscar otra excusa. ¿A qué otro sitio puedo ir en un cambio de hora?

Como era de esperar, en pocos minutos suena el timbre que indica el final de la hora y todos cierran sus libros y empiezan a salir rápidamente del aula. Hago lo mismo, guardo el libro y me levanto antes de que mi amiga haya terminado de recoger sus cosas.

—Voy a la cafetería a por una botella de agua.

—Yo tengo agua aquí. —Saca una botella de su mochila y me la ofrece.

Mierda, Anaet.

—La prefiero fría —se me ocurre la excusa sobre la marcha y entonces ella guarda la botella otra vez.

—Vale. Te espero en clase.

Estupendo. Salgo a toda velocidad, o al menos con cierta velocidad de forma que no se note que llevo demasiada prisa, y me dirijo al baño, de los chicos. Llego a la puerta y echo un vistazo a ambos lados. Es el maldito cambio de hora y hay gente por todas partes. Es imposible no ser vista entrando al baño de los chicos, así que lo hago sin más, sin pensar en quién me está viendo.

Hay tres lavabos, tres espejos rectangulares, cuatro puertas rojas y huele a friegasuelos de limón. Dos de las puertas están cerradas, desconozco si porque hay gente dentro, y las otras dos, abiertas. Trago saliva y cojo aire. ¿Dónde estás?

De pronto escucho el chirrido de una de las puertas al abrirse y me planteo por un segundo salir corriendo, sin embargo mis pies permanecen fijos al suelo al ver que he encontrado a quien venía buscando.

—Siento llegar tarde —es lo primero digo nada más verle, con cierta burla.

Se apoya en la pared, con las manos metidas en los bolsillos de la sudadera, y me echa una miradita curiosa. Su actitud me pone más nerviosa que antes. ¿Qué voy a tener que hacer? ¿Y si es un beso? ¿Y si quiere besarme y yo lo hago fatal porque la última vez que besé a alguien tenía catorce años y ni siquiera fue un beso en condiciones? ¿Y si quiere besarme y yo tengo mal aliento? No estoy segura de tenerlo, pero es demasiado tarde para comprobarlo.

—¿Te han visto entrar?

Casi me echo a reír.

—Entre treinta y cuarenta personas, sí.

—Ven. —Se acerca a mí, rodea mi muñeca con sus dedos y tira de mí para llevarme hacia dentro de un cubículo.

¡Nos vamos a meter ahí dentro! El corazón me late con fuerza. Necesito oxígeno.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora