6. Mad World

626 85 17
                                    

"And I find it kinda funny, I find it kinda sad"

-¿Adónde has ido?

-Al baño -respondo con tranquilidad cuando me reencuentro con Ana y nos dirigimos a la cancha del instituto para educación física.

He tomado la decisión de no contarle nada más acerca de esta especie de investigación porque sé por adelantado todo lo que me dirá y lo único que logrará será que me acabe creyendo todas las estupideces que dicen sobre él y abandone mi búsqueda del tesoro. Además, si se entera de que buscado información personal de un despacho de un profesor, probablemente le entraría una paranoia terrible y terminaría por estropearme todo lo que he conseguido.

De camino a la cancha saco el móvil y aprovecho para buscar su número y guardarlo, antes de que me olvide de las últimas cifras. Entro en el grupo y busco, de entre los contactos sin foto y sin estado, el que termina en 97 30, y pulso para guardar como nuevo contacto.

En educación física volvemos a tener otra sesión de bádminton, según lo adelanta el profesor desde que llegamos.

-Menos mal -habla Ana a mi lado-. Creo que es el único deporte que se me da bien.

Sonrío y nos ponemos a hacer el calentamiento: desplazamientos, movilidad articular y tonificación. Nos sabemos las fases de memoria, siempre hacemos lo mismo. Mientras vamos por la primera fase, busco al chico misterioso con la mirada. No me cuesta encontrarlo, porque nunca hace ejercicio en esta asignatura. Desde principio de curso lo único que ha hecho ha sido sentarse en el suelo, en una de las esquinas de la cancha, y observar cuando le apetece. A veces lleva una libreta y escribe, a veces simplemente se queda mirando para nosotros, a veces solo permanece allí como un ser inerte...

Escucho los quejidos de Ana después de pocos minutos corriendo y me vuelvo para mirarla. Está asfixiada, y solo hemos dado un par de vueltas a la cancha.

-Ahora vuelvo -le digo y me desvío de la línea que delimita el campo para acercarme a él.

Sigo corriendo al mismo ritmo hasta que llego a su lado, me paro y me tomo la libertad de sentarme junto a él. Fuera vergüenza, Carter. La vergüenza no te llevará a ninguna parte.

-¿Qué excusa pones para que te deje estar aquí sentado? -rompo el silencio.

Me llega un ligero olor a perfume de chico, el suyo, y siento unas ganas terribles de acercarme más todavía, sin embargo me contengo. Solo le miro, aunque no directamente a los ojos. Solo observo su sudadera de hoy, de color verde oscuro, y su chándal gris.

-Ninguna -responde por fin-. No quiero hacerlo y ya está.

Vaya... Me pregunto si yo también podré decir lo mismo que él, o sentarme aquí a observar sin que me caiga una bronca, o un suspenso.

-¿Por qué no? -insisto, y ya he dejado de mirarle. No quiero que se sienta acosado. Irónico, teniendo en cuenta que acosarlo es lo único que sé hacer, aunque no se entere.

Pienso que tal vez no hace educación física porque es como Ana, que no se le dan bien los deportes. Hablando de ella, sigue corriendo alrededor de la cancha, con el resto de gente de clase, sin quitarme el ojo de encima.

-Educación física implica interaccionar.

Se me escapa una sonrisa rápida. Es un completo antisocial...

-¿Y por qué no quieres interaccionar con nosotros?

Parece que le estoy haciendo una entrevista.

-La gente de clase me sobra. Cuanto menos interactúe con ellos, mucho mejor.

Me muerdo los labios para reprimir otra sonrisa. Está tan serio, tan tranquilo, tan... sincero. Me encanta.

El objetivo de Carter Jones [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora