Capítulo 5

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Cartas a Snowflake

— ¿Estaría bien si declaramos una tregua?— gritó frente a todos, llamando la atención de inmediato, como era de esperarse, algunos se volteaban irritados por aquel estúpido juego de gritar y asustarlos a todos, otros la ignoraban olímpicamente sin importarles a quien le gritaba.  

Esa dinámica de pasársela gritando cada que recibía algo se había hecho una clase de costumbre, durante unas semanas, y todos comenzaban a divertirse de ver a la albina nerviosa, sonrojada e incluso con un poco de miedo. 

El otro albino por su parte dejó caer su lápiz al suelo por los nervios, ¿Había escuchado bien? ¿Una tregua?, no dudo en tragar duro, y limpiarse el dorso de las manos sudadas contra el pantalón, dispuesto a dar su siguiente jugada.  


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¿Acaso te has apiadado de las pobres almas en pena que vagan sin rumbo fijo por el sendero del amor?

Es un poco aterrador seguir avanzando si no vamos tomados de las manos, o por si quieres detenerte puedo esperarte unos momentos, o tal vez si quieres toda mi vida si me prometes que volverás. 

Ya tengo preparado todo, por favor solo sigue el guion debidamente, algo bueno puede estar ocurriendo hoy. 

Voy a aprovechar cada oportunidad que tenga para acercarme a ti, para verte reír, tal vez para hablar, pero por supuesto, no puedes ser amable con todos los que se acerquen a ti. No soy todos. 

Soy exclusivamente tuyo. 

Desde siempre, ya deberías saberlo. 

Att: Anónimo 

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Una alarma sonó en el interior de la cabeza de Elsa, empezó a darle vueltas a ese pequeño asunto, casi como una grabadora trabada, trato de despejar sus pensamientos sacudiéndose hacia los lados pero se quedó intacta. 

 No

 No, no y mil veces no. 

De una manera increíble sin que pudiera evitarlo, ante el simple pensamiento, empezó a sudar frío, sus piernas repiquetearon en el suelo tantas veces que para tratar de calmarse empezó a contarlas, escenas venían a su mente de cada una de las amenazas de su padre, de la manera en la que la marcaba y su extraña forma de... amar. 

— ¿Elsa? – Mérida, llegó a sentarse frente a ella pero se giró inmediatamente al no recibir respuesta, algo andaba muy mal, lo supo al ver su cara pálida, labios resecos y sudor recorrerle por la frente  —  ¿Te encuentras bien? — la peliblanca negó con la cabeza al mismo tiempo que abría su boca tratando de alcanzar aire.

Esto no le podía estarle pasando a ella.

No, allí. 

Un ataque de ansiedad la cubrió por completo mientras lágrimas desesperadas salían de sus ojos, no lo tenía.

Se estaba ahogando, no traía su inhalador a la mano y el asma le estaba matando — ¿Dónde esta? — su cara se torno roja de la presión mientras negaba — ¡Oh, dios! ¡Ayuda! — gritó desesperada, era hora del receso por lo que nadie se encontraba en los pasillos, no podía cargarla y no iba a dejarla sola en ese estado  — Respira Elsa... ¡alguien!

El salón de Jack fue el último en salir por ser irrespetuosos y cuando lo hicieron todos corrieron hasta toparse con el cuerpo de Elsa, la fría, cortante del colegio, algunos fueron por el maestro, otros llamaron a los enfermeros, y por si acaso a una ambulancia. 

Apenas reacciono en todos sus sentidos, como si se tratara del mismísimo flash, se abrió paso entre los estudiantes que bloqueaban su burbuja personal, apartó a Mérida un poco brusco y se encontró con la mirada de ella. — Tranquila.— sus manos temblaban, tomo a Elsa de los hombros y la incorporo para que sus pulmones se abrieran, ya lo había hecho con su hermana, ahora era con la chica que le gustaba — R-Respira conmigo — imitó muy lentamente la respiración — Inhala, exhala, ¡vamos! — Elsa lo miro a sus profundos ojos azules y en ellos encontró la calma que necesitaba, empezó a imitarlo desviando por momentos su mirada a su labios, tratando de entenderlo — Eso es...— poco a poco el aire comenzó a circular en sus pulmones.  Hasta que por fin pudo respirar, cayendo para tras inconsciente, sin que el albino la dejará caer. 









El poema más corto del mundo,

Mi amor, eres tú.

Cartas a Snowflake //Jelsa//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora