Capítulo 3

209 37 10
                                    

Cartas a Snowflake

No existe un lugar donde puedas esconderte ahora, igual que las rosas terminarás siendo la más llamativa, las más preciosa, la más hermosa de todo el campo. Siempre serás el centro de atención, pero a pesar de todo siempre serás... Mi rosa. 

Podría quedarme una vida entera narrándote cada preciosa parte de ti, de lo completamente cautivado que me tienes, y que si me lo ordenaras te bajaría la luna en una noche, pero sería muy cursi, ¿No es así? 

Creo que me estoy volviendo loco, me corrijo, nos estamos volviendo locos. 

Estoy tratando de hacerte sentir lo que siento, solo con palabras escritas. ¿Lo estoy logrando? Podría suponer que si al ver tus mejillas llenarse de color de un momento a otro, ah, Elsa, debes controlar un poco tus emociones, no vayan a pensar que existe otro tipo de contenido en estas cartas. 

Att: Anónimo 


Debe ser una broma — murmuró en shock con la boca ligeramente abierta, aunque una parte, en el fondo y rebuscando su subconsciente dio una voltereta mortal al aire  — Eres un imbécil. 

Alzó la mirada tratando de encontrar a alguien con la más mínima muestra de nerviosismo, pero no pudo ya que todos estaban concentrados en sus textos y ella parecía la única que no encajaba en aquel lugar. A comparación del resto que siempre se mostraban débiles y apagados sin ganas de estudiar,  ella era fuerte, siempre lo había sido, podía contar los años desde cuando lo era, pero sería doloroso. 

Una vez que sonó el timbre se levantó con extrema pesadez, como si no quisiera que el tiempo avanzara, y como si hubiese sido por la voz del destino, se detuvo al ver algo que llamó su atención en el suelo, era un papel de color café cerca del basurero. 

Se agacho para identificar que era y por segunda vez en el día sus mejillas se colorearon de sobremanera. ¡Era un dibujo de su rostro! Con la cara apoyada sobre su mano izquierda y un lápiz entre las comisuras de sus labios, completamente haciendo el ridículo.  

Fue instantáneo, por primera vez en el día, la albina sintió aquella sensación en sus manos sudar de la emoción, y el cosquillo de quizás elefantes en su interior. 












Anoche me puse a pensar en cada una de las cosas que me gusta de ti, y las coloque en una estrella, supongo que está demás decir que me faltaron las estrellas. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Cartas a Snowflake //Jelsa//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora