¿Cómo les va? Deben pensar que me volví loca por largar una historia, habiendo otras en el tintero, ¿no? Bueno... loca estoy hace mucho así que andan desactualizados si todavía no se dieron cuenta xDD
En fin, volviendo a mis raíces o no sé necesitando distraerme un poco, me puse hace un tiempo a escribir esta historia y se las voy a ir subiendo de apoco, si están interesados. Es una historia tranqui, ya me quemo demasiado la cabeza con las otras XD Así que si le gustan lo histórico, déjenme presentarles a Jasmine y Bastian.
Prólogo
Había quizá dos cosas en el mundo que Bastian Hastings amaba más que a sí mismo; una de ellas era sin duda la oscuridad, la otra el silencio y la tercera el licor. Vaya, al parecer eran tres cosas.
Independientemente del número de cosas —que muy seguramente podría añadir a esa pequeña lista si se lo pensaba un rato más— que cualquiera de esos ítems estuviera siendo violado en verdad lo disgustaba. Lo disgustaba y mucho.
En ese preciso momento, su mayordomo intentando parar a un hombre furioso, acababa de elevar al silencio al primer puesto en su categoría de cosas amadas. Bastian frunció el ceño, al tiempo que su huésped no invitado avanzaba con paso firme hacia su escritorio y despachaba a su acalorado mayordomo con un movimiento de su mano.
—De pie —le espetó, entre sus dientes apretados.
Él hizo una mueca, se observó el vaso vacío que pendía de sus dedos y luego al caballero que lo increpaba.
—No puedo... —farfulló con toda la honestidad posible. Llevaba bebiendo las últimas tres horas, quizá un poco más, exigirle que se incorporara en ese momento sería como pedirle que se cortara un brazo. Y quién sabe, tal vez con esa segunda opción tendría más éxito.
—Maldito seas, Hastings. —El hombre rodeó el escritorio y sin mediar más palabras, lo tomó por la pechera abierta de su chaleco y lo sacudió como si de un trapo sucio se tratara—. No tienes vergüenza... —siseó, lanzándolo sobre su sillón tapizado al ver que no ofrecía resistencia—. Debería retarte ahora mismo.
Bastian parpadeó, miró al caballero e intentó con todas sus fuerzas mantener la boca cerrada, pero de un momento a otro una risa burbujeó en su garganta y fue incapaz de contenerla. El otro lo observó colérico y antes de que pudiera pensar en callarse, le estampó un puñetazo directo en el ojo derecho. El sillón se reclinó peligrosamente hacia atrás y lo inevitable ocurrió, Bastian inició el camino descendente hacia el piso hasta que su espalda chocó de forma estridente y sus pies quedaron pendiendo en un ángulo que cualquiera encontraría gracioso.
La risa se intensificó. Estaba tan ebrio que apenas si sentía el palpitar constante de su ojo, o el pequeño dolor punzante que comenzaba en su baja espalda. Intentó incorporarse en vano, por lo que decidió quedarse allí tendido en el suelo, mientras algunos espasmos de la risa lo sacudían.
—Bastardo hijo de puta.
— ¡Eh! —exclamó, elevando su índice—. Mi querida madre no era puta, sólo tenía una moral alegre.
—Dame un solo motivo para no dispararte ahora mismo en la cabeza —masculló su no invitado, inclinándose lo suficiente como para enfrentar su mirada.
— ¿Tu hermosa hermana se quedaría sola en el mundo? —ofreció, ganándose automáticamente una patada en el costado por su atrevimiento. Bufó una maldición.
—Ella estaría tanto mejor sin ti, no te atrevas a nombrarla de nuevo o dejaré de ser un caballero y te daré muerte a patadas. — ¿Así que había estado siendo uno? Pensó desdeñoso, sabiendo que formular aquella pregunta en voz alta solo acarrearía otra ronda de patadas.
Bastian se sacudió para colocarse de costado y tras tantear inútilmente el escritorio por largo rato, logró incorporarse para sostenerle la mirada a su no invitado/atacante.
—Arwik, al menos que vengas por un tema importante —le espetó, enfrentándolo con una falsa ilusión de sobriedad—. Te aconsejo que me dejes tranquilo, de lo contrario envía a tu padrino y acabaremos esto cuando lo desees.
Lord Arwik sacudió la cabeza con patente asco.
—No tiene sentido, no puedo entender por qué se ha casado contigo.
—Mi consejo es que se lo preguntes a ella —le dijo, divertido. Y de no ser porque estaba de pie, Bastian podría asegurar que eso le habría valido otra de sus caballerosas patadas—. Así que por favor, lárgate de mi casa.
Theodore Shaw Duque de Arwik, le envió una mirada envenenada cargada de recelo y algo más que Bastian prefirió ignorar. Ese hombre, su cuñado, necesitaba con urgencia algo en lo que centrar su atención. De preferencia algo que lo mantuviera lejos de su residencia en Mayfair.
—No lo pienso entretener mucho más, lord Hastings. —Bastian dudó ante el cambio en su actitud—. Sólo quería informarle que si no se presenta en su finca en Kent en los próximos dos días, usted se puede olvidar del aporte monetario que consigné a su familia para la restauración de su hogar ancestral. Así como también de la pequeña comisión que destina para complacer sus caprichos aquí. —Arwik inclinó la cabeza, sonriéndole con sorna—. Tenga una buena noche, milord.
El cerebro de Bastian tuvo un pequeño fogonazo de lucidez ante aquellas palabras, mientras veía a su cuñado atravesar la distancia hacia la puerta con paso decidido.
— ¡Espera! —Theo se giró lentamente ante su pedido, Bastian había captado su indirecta, aunque no comprendía qué buscaba con ello—. ¿Quieres que vaya a Kent?
—Creo que fui claro.
—Ese dinero —apuntó, rodeando el escritorio para situarse frente a frente a él—. Ese dinero lo está utilizando tu hermana, lo sabes. Ella fue la que...
—Yo no sé nada —lo cortó, alzando su índice frente a sus narices—. Permití que ella hiciera uso de su dote y le consigné una asignación más que generosa hasta que la situación se estabilizara. —Hizo una pausa, echando una breve mirada al oscurecido estudio—. Pero esto no lo voy a tolerar, no voy a dejar que sigas insultando a mi hermana, mientras ella trabaja para levantar tu finca.
—Yo no...
— ¡Silencio! —exclamó. Y Bastian debía estar bastante ebrio como para no reclamar por ello e incluso complacerlo con su silencio—. Dos días, Hastings. Si no vas allí a ser el esposo que debes, no más dinero entrará a tu cuenta de mi parte. Te las vas a tener que arreglar solo.
— ¿Dejarías a tu hermana y sobrino en la estacada?
Theo bajó la mirada por una fracción de segundo, antes de volver a posarla en él de forma resuelta.
—Ella hizo una elección, decidió casarse contigo. Yo no puedo seguir apañándola al menos que algo cambie. —Con una nueva inclinación de cabeza, se pegó la vuelta, haciendo una breve pausa en el umbral—. Piénsalo, Hastings, ¿estarías dispuesto a dejar a tu esposa e hijo en la estacada?
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Hasta acá el prólogo, si les interesó, les gustó o me quieren recomendar que deje lo histórico y vuelva a lo actual, por favor no se lo guarden. Toda opinión es bien recibida y en uno o dos días dejo el primer capítulo.
Gracias por leer! En la imagen está mi Bastian
Hice macana ayer cuando lo intenté subir y por alguna razón no aparecía la historia, a ver si ahora aparece.
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Jasmine Flower (Serie: Acuerdos Matrimoniales 01)
Historical FictionJasmine ha pasado la mitad de su vida cuidando a los demás, habiendo cumplido los 28 años y siendo prácticamente una desconocida en la escena social, su futuro más inmediato parecía empujarla a la mal sonada y bastante temida soltería. Y ésta a una...