2. ¡Bang!

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¿No les gustaría tener las habilidades que sus super heroes de los comics tienen? La fuerza o inteligencia de Batman, o poder volar y lanzar rayos X como Superman. Hay que admitirlo, él también había pensando alguna vez en lo que se sentiría contar con todo esto, de una manera inocente, claro, porque su mente inocente de siete años así se imaginaba las cosas.

David imaginaba todo eso gracias a las revistas que su hermano mayor guardaba en su habitación, con los ojitos brillosos los miraba con admiración y emoción las escenas que mostraba cada cuadro de la tira cómica. A su joven edad, estaba conciente de que todo eso no era posible.

Fue un día de verano cuando David y sus padres fueron a la casa de su amiguito Robert. Sus padres se conocían desde la universidad y ellos querían que sus hijos fueran tan unidos como ellos.

David se mantenía sentado en el césped bajo un árbol, él era muy inteligente y con un futuro brillante, como ya afirmaba su maestra.

- ¿Quieres jugar? - le pregunta Robert, saliendo de su casa.

- Claro - él levanta la cabeza y le sonríe

A David le tocó hacer el papel del indio que escapaba del vaquero, Robert corría tras de él mientras ambos reían. Cada vez que Robert disparaba, él pronunciaba "¡Bang, bang!" Asemejando así el sonido que las pistolas emitían al disparar una bala, demostrando la inocencia que los dos niños poseían aún en sus jóvenes mentes. Luego David finge recoger la pistola de Robert y esta vez, él le apunta con sus deditos.

- ¡Ajá! - exclamó divertido y entrecerrando los ojos - tengo tu arma, vaquero tonto, ¿qué harás sin ella ahora?

- No, por favor no lo hagas - respondió con miedo fingido mientras sonreía - tengo esposa e hijos

David negó ligeramente con la cabeza y con ambas manos apunta a su cabeza

- ¡Bang!

Y justo después de eso, el pequeño David quedó en un espantoso y total shock. Sintió cómo un líquido carmesí le salpicaba marchando su pequeño rostro. La cabeza del niño voló en pedazos justamente cuando David exclamó tal cosa delante sus jóvenes e inocentes ojos.

Con una mano temblorosa se toca el rostro y mira su extremidad toda manchada con sangre de su amigo, su pequeño cuerpo decapitado yacía en el verde césped con el líquido carmesí esparciendose por todo éste. Su respiración empieza a agitarse de una manera considerable, respirando con dificultad mientras el pánico lo consumía. Pega un grito tan fuerte que podría haberse escuchado varias cuadras más adelante, tal fue el grito que llamó la atención de los padres, quienes llegaron preocupados al jardín.

- ¡David, hijo! ¿Por que gri...? - la señora trató de encontrar una explicación, pero calló al instante de ver al lugar al que su hijo miraba. El cuerpo de Robert.

Lo que rompe el silencio fue el agudo y fuerte grito que pegó la mamá de Robert. Gritaba a todo lo que sus pulmones daban. La madre de David hace lo mismo, pero corre hacia su hijo y tiernamente lo acunó entre sus brazos, acariciandole su cabecita susurrandole "aquí estoy...todo va a gustar bien..." y por si fuera poco, el padre de Robert se desmaya en ese mismo lugar.

David ya no lloraba ni gritaba, solo se quedaba inmóvil sin hacer nada ante el abrazo que su madre le proporcionaba. Se quedaba ahí, con los ojos abiertos sin comprender lo que había sucedido, todos sus pensamientos colapsaron con la pregunta "¿yo hice eso? ¿yo lo maté?"

David se encontraba en la sala de su casa, pudiendo escuchar perfectamente el sonido de la alarma de las ambulancias que se aproximaban, tambien se veian luces azules y rojas desde la sala. Se acurrucó en el sillón y trató de tranquilizarse, abrazando sus piernas y haciendose un ovillo.

- Miren, ésto pasa usualmente en estos barrios - David oyó al policía hablar desde la sala - las balas perdidas se están haciendo un problema muy fuerte aquí en los Estados Unidos. Les prometo investigar todo lo posible para encontrar al maldito que hizo esto para encerrarlo, tienen mi palabra.

Al final no encontraron al desgraciado, y no se volvió a hablar del tema.

La mamá de David lo llevó al psicólogo, quien no lo pudo ayudar por razones obvias.

Los años pasaron muy lentamente para el chico, al entrar a la secundaria él decidió que debía olvidarse de ese horrible suceso en su vida. En honor a Robert, él no volvió a jugar a tal juego más nunca.

Ahora tenía los quince años cumplidos.

A la hora del almuerzo, David va hacia la sala para pedir lo que iba a comer. Él va, y se sienta solo en una mesa. Había una niña, ella era muy codiciada por los chicos por ser poco femenina. Laura se pone detrás de él en el almuerzo y le apunta con dos dedos en la nuca.

- Te atrapé

David pone cara de asustado, siguiendo el juego, suelta la manzana y levanta los brazos con una sonrisa en la cara.

- Volteate

El lo hace, con la sonrisa.

- ¡Bang, bang, bang, bang!

David se contonea, tratando de hacerse el muerto en la silla.

- Ahora es tu turno, ¿qué vas a hacer?

David encoge los hombros.

- Eres un marica, ¿no vas a hacer nada? Disparame.

David se queda frío, sin tratar de pensar en el pasado. Laura repite:

- Eres un marica, ¿no vas a hacer nada? Disparame.

El sonríe fingiendo picardía, tratando de no quedar como estúpido ante todos que lo estaban viendo. Entonces le dispara:

- Bang.

El cuerpo de Laura sale disparado sobre dos mesas y se estrella en la tercera, rompiendo una silla. Tal fue el impacto que incluso perdió un brazo. Segundos después de haber estado en completo silencio, el caos se desata con completa intensidad; los alumnos empezaron a gritar y a empujarse entre sí, tratando de salir de ese lugar.

David colocó ambas manos en su cabeza y más aterrado que nunca se puso a gritar incluso más fuerte que sus compañeros.

Después del suceso, ¿qué hicieron los padres y policías? Volver a clasificarlo como otra bala perdida.

Ya con veinticinco años, David no pudo ser el mismo de antes. Se había conseguido una novia a la que amaba mucho, esta chica fue una compañera suya de preparatoria. Fue durante una noche de invierno, ambos vivían juntos por lo que tenían que compartir los gastos de la casa, no porque David quisiera sino porque su novia insistía. Esa noche estaban discutiendo, una discusión normal como cualquier pareja llegaba a hacer por lo menos una vez en su relación. En una de esas, David le apunta con el dedo a su novia para recriminarle cosas de una manera furiosa. Él ni siquiera exclamó "bang". Solo bastó el apuntarle con el dedo de esa forma, para que la a mujer le sucediera lo mismo que a Robert a sus jovenes cinco años.

El muchacho se queda hecha piedra en su lugar, mirando fijamente al piso, quería que sea una pesadilla, un espejismo, algo que no hubiese pasado nunca, había matado al amor de su vida.

Esta vez, David no gritó.

Caminó hacia el cuerpo ya sin vida de su novia, sintiendo la sangre en su cara y ropa, sus muslos ya estaban húmedos por el espeso liquido. Tiernamente abrazó lo que quedaba de la joven y finalmente formó su mano como si fuese una pistola como cuando jugó a indios y vaqueros, se apuntó con ella en la cabeza y para terminar pronunció la palabra que él más odiaba desde que era niño.

Bang.

Historias de terror y creepypastasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora