En el inicio, nuestra conexión subía inclinada como una hipotenusa. Él elevaba a la máxima potencia mi orgullo. Acariciaba mi seno y multiplicaba las ganas, pero siempre elegía irse por la tangente. Pasó el tiempo y nuestra relación terminó con más problemas que el Algebra de Baldor convirtiéndonos en variables. Tuvimos desigualdades fuertes, pero supimos restar algunos de los complejos y dividir la distancia sentimental que nos separaba. Al final me di cuenta de que un medio de mi corazón encajaba perfectamente con un medio del suyo. Nuestra vida era una ecuación, no una lineal, sino de segundo grado. Nos conectábamos a ratos como una proporción, pero generalmente no éramos equivalentes. Podría contar con mis manos las veces que vi el interés (por lo que a mí me pasaba) en sus ojos. Nuestros dedos se entrelazaban entre sí, pero el miedo fue el máximo común divisor. Todo pudo ser tan sencillo como 1+1, pero descubrí que el amor sólo le gustaba con heridas, era como un número primo, egoísta, que sólo se dividía entre uno y sí mismo. Dos líneas se intersectan y llega otra a formar un triángulo. En matemáticas, siempre alguien reprueba, esta vez fui yo. ¿Quién diablos sabe el logaritmo de los besos que me quedó debiendo? y que me diga ¿qué fórmula utilizó para olvidar?”— Matemáticas mal aplicadas, Karina Montero yDenise Márquez
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Open your eyes
Randomeste es un espacio, en el cual pongo unos pequeños fragmentos de algun relato, pensamiento, idea etc de lo que no nos atrevemos a decir, de lo que realmente sentimos, que desearíamos expresar, experimentar o algo así. También pondré partes de alguna...