dos, supongo.

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Im Nayeon siempre negaba su gusto hacia las mujeres. Aplicaba la clásica frase: "respeto a los homosexuales, pero creo que son antinaturales", tan estúpida.

Su amiga Jihyo comenzó a sentir cosas o cómo dramatizaba: "mariposas" por una de las amigas de Momo, Jeongyeon.

Nayeon siempre le decía lo habitual, que quizás estaba confundida o simplemente era una etapa. No, aunque no se lo creyera, Jihyo era muuuuy gay.

—¡Mira! ¡Su cabello es tan bonito!— ambas estaban escondidas detrás de unos arbustos.

Ya tenían diecisiete años, y Nayeon ya estaba acostumbrada a estar sin frenos. Sinceramente no eran del todo necesarios, pero ahora están perfectos; aunque Momo decía que siempre lo han estado. Y a pesar de ser casi mayores de edad, continuaban jugando con peluches rosados y comiendo demasiadas galletas.

—Parece un hongo— bufó la mayor. Miraba con aburrimiento a la chica Yoo, que intentaba hacer trucos con su patineta, mientras que Sana intentaba igual pero sólo se lastimaba. Ah, y Mina, la reciente chica que se junta con ahora con el reducido grupo de Momo, quien está acariciando la cabeza de la mencionada pues está recostada en sus piernas, ambas bajo la sombra de un árbol riendo de las tonterías de las otras dos.

Exactamente. Tonterías.

¿Por qué tiene que estar susurrandole cosas y haciéndole cosquillas cuando apenas la conoce?

Nayeon ha estado doce años junto a Momo, inevitablemente, y nunca ha tenido porque actuar tan melosa con ella.

—Quizás sólo son amigas...— Jihyo de alguna forma notó la actitud de su amiga, pero sin dejar de despegar la mirada sobre Jeongyeon, la chica más genial que ella ha conocido. La chica más genial para Nayeon es Nayeon.

—¿Y? Eso a mi me da igual— enrolló su dedo índice en uno de sus mechones de cabello, restando importancia.

Jihyo ya conocía como se comportaba Nayeon en cuanto a Momo, así que ya estaba acostumbrada a esos pequeños insultos y anécdotas sobre como Momo llegaba a su casa en ocasiones llena de lodo. Ya era algo cotidiano.

—¡Dios! ¡Agáchate!— Jihyo tomó el brazo de Nayeon, haciendo que se escondiera. Algunas ramas y hojas rasguñaron su cara, pero Jeongyeon no debía de verlas.

—¿Nos habrá visto?— preguntó Nayeon, asomando su cabeza en busca de la chica, pero no la encontraba—Oh oh...

Estaba parada frente a ellas, con Sana arriba de la patineta, y Momo cargando a Mina en su espalda.

A Nayeon le gustaría que Momo la cargara así, como solía hacerlo su padre cuando era menor. Espera, ¿qué?

—Y-Yo, yo...

Jeongyeon frunció el ceño—¿Te parece entretenido mirarme hacer trucos? Porque no creo que lo hagas mejor que yo, ¿sabes?

Jihyo no esperaba que la primera vez que su amor platónico le hablar fuera así de frío. Nayeon decidió mejor recostarse en el pasto, a ver como Mina dejaba besos en la mejilla de Momo, o como Jeongyeon solicitaba una demanda por acoso.

—N-No, no, no— la única sílaba que lograba decir Park.

—Ella cree que eres muy buena con tu patineta, y que tu cabello es lindo— alzó un poco la cabeza, pues seguía recostada. Jihyo le pegó en el estómago.

—Cállate— dijo a regañadientes.

—Uh— una pequeña sonrisa de dibujó en el rostro de la pelicorto— gracias, supongo.

Las cuatro se retiraron, sin antes que Momo se despidiera de "Nabong" agitando su mano, haciendo que Mina se resbalara de su espalda. Que torpe era Momo, y Nayeon estaba harta de repetirselo a si misma siempre.

A dos cuadras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora