Santiago de Chile a 11 de abril de 2011.
Papá,
Hoy es mi cumpleaños y, sinceramente, ya no me importa si decides venir o no. He aprendido a valorar y apreciar a mi familia que siempre está conmigo, independientemente de quién falte en la celebración.
Sin embargo, al finalizar la celebración, apareciste y me felicitaste, me abrazaste. Hubo un tiempo en el que esto me habría llenado de alegría, en el que habría sido la persona más feliz del mundo, incluso podría haber saltado de alegría, pero hoy las cosas son diferentes.
No sé si es la distancia que ha crecido entre nosotros o simplemente el paso del tiempo, pero ya no siento la misma emoción que solía sentir cuando estabas presente, por lo que solo pude sonreírte y luego entrar a casa.
Espero que entiendas que esto no es un desprecio hacia ti, sino simplemente una aceptación de la realidad tal como es.
Con sinceridad,
Anastasia.
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Cartas para la Sombra de un Padre
Short StoryTodo comenzó cuando apenas tenía 10 años y esperaba con ilusión tu presencia en mi fiesta de cumpleaños. Pero el día transcurrió sin tu llegada, y el vacío que dejaste se convirtió en una herida en mi corazón infantil. Recuerdo con nitidez el torren...