Ophelia // Marco Reus

01.

Oh, oh, when I was younger, oh, oh, should have known better

31 de Julio, 2005.
18:38 hrs.
Ophelia.

–¡Cumpleaños Feliz! ¡Te deseamos a ti!– cantaron todos, felicitándome. No podía sacar la estúpida sonrisa de mi rostro.

Trataba de disimularlo, pero no podía dejar de mirar maravillada a Marco. Era tan guapo... a pesar de ese estúpido peinado que tenía, me gustaba, y mucho. Tanto así que, cuando me tocó pedir un deseo, deseé que algún día el me quisiera tanto como yo a él.

Tenía dieciséis años recién cumplidos y estaba enamorada por primera vez. Era tan abrumador y a la vez tan hermoso, pero lo sería más cuando él me amara de vuelta... si es que eso pasaba algún día.

Tan joven y tan tonta.

01 de Agosto, 2017.
9:03 hrs.
Marco.

La conocí cuando ninguno de los dos tenía idea de lo que significaba el concepto de conocer a alguien. Estábamos dentro de nuestras respectivas madres, las cuales eran amigas desde la infancia.

Nací exactamente dos meses antes que ella, aunque claramente no lo recuerdo, y dudo que ella lo haga. Fue desde el momento en que ella nació, un 31 de Julio del año 1989, que fuimos mejores amigos.

Ser amigo de Ophelia no fue mi decisión, no nos hicimos amigos a través del método convencional de hacernos preguntas y analizar si compartíamos intereses o hobbies; fue algo natural, y no recuerdo ningún momento importante de mi vida en el que ella no estuvo presente. Era mi única amiga incondicional, la única que me quería a pesar de mis cambiantes estados de ánimo y mi difícil carácter, y por mi parte también tuve que soportar muchas cualidades suyas que no eran del todo de mi agrado. Nuestra amistad era fuerte, tan fuerte que muchos llegaban a envidiarla.

Pero como todo en esta vida, las cosas cambian, y algo se puso en nuestro camino. En este caso: mi carrera futbolística. Era un jugador en ascenso, y en algún momento en la vida simplemente decidí que nuestra amistad era menos importante que el juego. La dejé de lado, por más que ella perseveró en mantener lazos y contacto, yo me opuse y traté de cortar todo lo relacionado con ella.

Ophelia lo aceptó en silencio, porque me quería mucho, tenía tanto cariño en su corazón como para sustentarnos a ambos. La fama me había cegado tanto que nubló mi pensamiento y llenó de indiferencia mi corazón. Aún así, no se rindió, ni siquiera cuando me tuve que ir a Mönchengladbach a jugar fútbol.

Me llamaba a diario, me escribía, me fue a ver a varios partidos, hizo todo en su poder para que nuestra amistad no se acabara, y nunca le agradecí por eso.

Pasaron los años, volví a Dortmund, y ella fue la más emocionada al respecto. Me recibió en el aeropuerto con una pancarta gigante de bienvenida, junto a mis padres y mis hermanas. Oh, estaba tan avergonzado que ni siquiera les agradecí.

Era un hijo de puta, pero no podía evitarlo, era como si estuviese poseído.

Siguieron pasando los años, y con cada día que pasaba Ophelia me irritaba más. No sabía cuántas veces había deseado que desapareciera de mi vida, creo que habían sido muchas, más de las que una persona normal lo desearía con respecto a su supuesta mejor amiga.

Aún así, no sentí remordimiento alguno, ni siquiera al ver la decepción en su mirada cuando cancelaba los planes que teníamos o las sonrisas tristes que me daba cuando no quería verla.