Los Cediks: El Libro Rojo

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Fecha de registro : 23-ene-2018 20:19 UTC

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Prefacio

Marzo, Año 35 del siglo.

A quince años de que se cerraran las puertas de la ciudad.

I

El profesor Martin Ibering cerró la puerta de golpe y miró alrededor. La oficina del sótano dos parecía completamente normal, y estaba tan tranquila que deseó desesperadamente que los últimos minutos fueran parte de su imaginación. Pasó el seguro y corrió hacia los estantes. La única arma que había en todos los laboratorios Green estaba en esa repisa, de hecho era la única arma permitida en todo ese lado de la ciudad. Tener un arma ilegal significaba la expulsión de la ciudad o la muerte, prácticamente lo mismo.

Colocó la mano en la puerta del mueble. Lisa y sin ningún medio para abrirla, la computadora del estante simuló sobre su superficie que la mano de Martin perturbaba un estanque tranquilo de agua, lo que le dio a entender que el seguro se había liberado. Sin embargo, cuando se abrió, el arma no estaba allí. Al hombre de la raza Ibering, por lo general tranquilo y analítico, se le fue el alma a los pies. Aunque su piel de la raza ibering era oscura y un poco azulada, la ausencia de un medio para defenderse lo puso pálido. Por lo que pareció un par de latidos de corazón sacó una pequeña cuenta de todas las personas que podían haber entrado a esta habitación en los últimos días y en todas las que podían abrir el estante. Él era el único que podía destrabar el seguro, y era la única persona que podía colocarla allí y cerrar, y recordaba la última vez que lo había hecho, por lo que entendió que un salto era inevitable.

El golpe en la puerta lo hizo recobrarse, fue tan potente que parte de ella se levantó y voló en astillas de plástico grueso por la habitación. Girando sobre sus talones, Martin tocó la superficie del escritorio con ambas palmas. La luz nació de toda la superficie, y la silueta del teclado se manifestó sutilmente cerca del borde, pero no fue hasta que la voz del asistente general del edificio, la inteligencia artificial que todos llamaban "Bob" pero que en realidad se llamaba B05 habló, que Martin finalmente decidió qué hacer. Un par de golpes más opacaron la conversación:

– Profesor Martin, quizá ya lo sepa, pero están golpeando fuertemente la puerta del despacho, al parecer el laboratorio completo está bajo ataque.

– Lo sé. Por favor, destruye todas las copias de la investigación de los últimos seis meses, con la excepción de la copia que hice y mandé a mi correo hace – revisó el serial de tiempo de la taquilla en donde estuvo el arma - una hora y media.

– Profesor, perdone pero no tengo ningún registro de que usted haya hecho ninguna copia....

– Revisa otra vez.

– Oh... - A pesar del contexto, la voz de la inteligencia sonó divertida. – Allí está, no entiendo como apareció esa información en su correo.

– Es un síntoma de algo que no te puedo explicar. No permitas que nadie entre a mi correo. – y diciendo esto, Martin comenzó a doblarse sobre el escritorio como si tuviera un dolor profundo. – B05, ¿Puedes identificar a los atacantes? ¿Son los de afuera?

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