III
Para cuando Martin, Aris y Kat llegaron corriendo a la habitación en donde los contenedores protegían y regeneraban a los hermanos Bailey de sus heridas, ya Malkom estaba allí y abrazaba a su hermana Amelia, que parecía completamente desorientada. Robert, su hermano pequeño se mantenía sentado sobre la camilla mirándolos, y apenas demostró pudor por su desnudez cuando los recién llegados entraron de golpe en la habitación.
Aris se apresuró a cubrir con una toalla a Amelia, y Martin abrazó a Robert, feliz por verlo de regreso, pero casi inmediatamente revisó la respuesta pupilar en los ojos del muchacho alumbrándolo con una linterna que sacó de un cajón de la pared, y con extremos diferentes de una misma paleta revisó el color de las lenguas de los hermanos. Martin parecía un borrón moviéndose por la habitación rápidamente, apretando botones y revisando datos en pantallas plásticas. Por último tomó la temperatura de ambos jóvenes con un brazalete que además medía la presión sanguínea y medía los niveles de glucosa.
–Profesor, estamos bien... – Dijo finalmente Robert. –Eso creo, nunca me he sentido como me siento ahora es como sí...
–Cómo si mi boca fuera un horno por adentro. –Amelia se abrazó a sí misma Moviéndose incómoda como si la piel les quedara de pronto pequeña.
–Lo del horno no es un mal ejemplo. –Martin finalmente se detuvo cruzándose de brazos.
—Lamento decirles chicos, que se vieron involucrados... cómo víctimas... en un ataque a los laboratorios Green. El Señor Livingshtone, ustedes lo conocen... uno de mis compañeros enloqueció y quemó la mitad del laboratorio, y los electrocutó a ambos casi hasta la muerte. Para poder salvarles la vida, he tenido que aplicarles algo de tecnología de los laboratorios Green. Y ahora ustedes han sido reclutados en un proyecto del gobernador para defender ciudad Alfa.
– ¿Qué? – ambos hermanos exclamaron al mismo tiempo.
– ¿Esto es una broma, no? –Amelia puso cara de no entender nada. Seguía desorientada.
– No. Yo recuerdo a Livingshtone. –Robert interrumpió – Incluso llegué a ver su cara, aunque usaba un casco naranja. – El joven se estremeció al recordar el ataque. Los muchachos comenzaron a generar pequeñas llamas azules desde las palmas de sus manos, y todos se sobresaltaron. Robert incluso rio un poco al verse los dedos encendidos.
–Tranquilícense. Es el efecto secundario de algo que pronto les llegará a gustar. – Malkom trataba de abrazarlos a ambos al mismo tiempo, aunque semejante cosa no le era posible. Kat no se había dado cuenta de que miraba a los muchachos con horror, y Aris consiente de su rostro rio por lo bajo.
–Muchachos, creo que me toca a mí ser quien los lleve a la otra habitación a vestirse, y a que incendien un par de cosas. –Malkom entonces ayudó a Robert a ponerse de pie, pero La voz de Bob se dejó escuchar tímida.
–Disculpen que interrumpa, muchachos. Profesor, me pidió que le avisara de cualquier cosa anómala, creo que esto puede ser importante.
– ¿Qué sucede? – Todos se habían quedado detenidos a la expectativa, sin saber muy bien hacia dónde mirar. Martin esperó la respuesta de la pregunta que había realizado cruzando los brazos.
– Profesor –Respondió la inteligencia– acaba de ingresar al hospital norte del nivel -5 un muchacho que sobrevivió al ataque de un hombre desconocido con una lanza eléctrica.
– ¿Livingshtone? – Martin sintió una punzada de ira – ¿Hay alguna noticia sobre él?
– No señor. Sólo el joven. Su padre fue asesinado. El sobreviviente describe al atacante como un hombre de unos cuarenta y cinco años, con barba marrón y una armadura de luz sólida. Tenía un cuchillo blanco.
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Los Cediks: Libro Rojo
Science Fiction¿Qué pasa cuando un villano psicópata acepta el reto de acabar con lo que está mal en una ciudad distópica? ¿Y cuando los que se supone que son los héroes están condenados a trabajar para el dictador? ¿Y si además los héroes tienen tanto poder como...