Capitulo 23

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En el valle de ceniza, al lado de los cuerpos muertos de los soldados quienes luchaban por Karov, un anciano de piel grisasea y con un bastón, arrastra mi cuerpo por el lugar 

Una gota cae en mi frente, pasan los segundos y vuelve a caer agua en mi rostro, abro los ojos y veo a mi alrededor, me encuentro recostado entre tablas de madera mohosas y un pequeño cojín debajo de mi cabeza, me encuentro en una estructura de piedra con un techo con agujeros y consumido por el bosque, observo las columnas de mármol bastante antiguo sosteniendo el techo de piedra tallada, en su época debió de ser un templo, ahora no son más que ruinas, veo afuera de la pequeña estructura una especie de pantano donde cae una ligera lluvia, ¿Dónde estoy?

Trato de levantarme pero un dolor inmenso en el pecho me lo prohíbe, veo mi torso desnudo con una venda ensangrentada envolviéndome, me percato que no traigo mi espada, o mi sello. ¡Mi sello! ¡Méreg! debo levantarme, un dolor en mi corazón vuelve a recostarme 

-Despertaste 

Dice el anciano del pueblo de los elfos, con su bastón, camina lentamente hacia mi, llevando una manta poco más gris que su piel arrugada y un sombrero de paja estilo asiático que lo protege de la lluvia

-¿No me reconoces?

Me pregunta llegando a mi

-Eres el viejo... De la ciudad elfica 

Le digo con mucha dificultad y cansancio, el anciano baja su mirada con expresión de derrota

-No, aún no me reconoces       

Me rodea y va a la parte trasera del lugar, donde un montón de varas apiladas en forma de hoguera lo aguardan, este enciende el fuego y coloca una cuenca de madera cerca del mismo, espera a que se caliente su brebaje y lo retira del calor, voltea a mi con su plato y me observa callado

-¿Qué es eso?... ¿Es para ayudarme?

Pregunto siguiéndolo con la mirada, el anciano toma su bebida, doy un suspiro y me recuesto nuevamente

-¿Dónde estoy?

Pregunto

-¿En serio no lo sabes?

-Si lo supiera no lo preguntaría

-Te cargué y arrastre por seis largas horas y tardaste otras tres en despertar 

El anciano se acerca a mi y revisa mi vendaje, hago muecas de dolor 

-Eres un llorón 

Me dice serio 

-¡Me atravesaron el corazón con un arma maldita! ¡Un arma con magia de los dioses!

Le grito con dolor 

-No sería la primera vez 

Me responde pasando de mi 

-¿De qué hablas?

-Tu herida no es por una espada

Me responde serio 

-Es por una mujer 

-¡Méreg!

Digo alarmado y tratando de levantarme nuevamente, pero el dolor lo evita, el anciano ríe

-No. Has visto una mujer en tus sueños ¿Verdad?         

Me quedo callado y sorprendido ¿Cómo lo sabe?

-¿Sabes quién es?

Me pregunta, la mujer de mis sueños, la conozco, pero no logro recordad quien es, su rostro, al igual que este lugar, me es un tanto familiar 

Sangre EnvenenadaWhere stories live. Discover now