Capitulo 26

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Veres, diosa del veneno e irónicamente la creadora de gran parte de las criaturas de la tierra de los embiris se encuentra sentada, con sus ropas color blanco y detalles verdes, en un banco de mármol pulido, ubicado en el centro del parque de la ciudadela de Rosh, al noroeste en el bosque mal llamado maldito.
Varios Kases pasan por el parque, vistiendo elegantes túnicas de diversos colores. Criaturas más bellas que los elfos, los Kases cuentan con ojos verdes como el bosque y piel no tan pálida como los seres antes mencionados, sumamente altos y con cabellos color amarillo al igual que el oro. La mayoría de ellos van descalzos por el suelo de loza blanca y perfectamente pulida

La diosa, con sus ojos verde oscuros, observa a la gente pasar, mientras que sonríe ligeramente, con su mano, se acomoda sus cabellos color amarillo, paseando sus largas uñas negras azabache por su cabello

-¡Hermana!       

Le dice una figura robusta e increíblemente alta, de cabellos amarillos y alargados, un poco rizados, con una armadura pesada color plata, con detalles de huesos en ella, en su espalda, porta un mazo de gran yunque y largo mango   

-Haboru

Le dice la diosa mientras que su sonrisa se borra

-Vamos ¿Puedes mostrar algo más de cariño?

Le responde el dios de la guerra tratando de acariciar el rostro de Veres, esta se quita rápidamente 

-¿Cariño? ¿Después de lo que has hecho?

Responde con enojo 

-Y ¿Qué eh hecho? si puedo saber 

-No creas que no se lo que pasó en Durn. Masacraste a todo un pueblo 

-Un pueblo embiri con sospechas de traición. Avilag me advirtió de que esas criaturas no son de fiar

-Y ahora lo escuchas en todo

-Es mi consejero 

-Es una rata 

Le dice con furia

-Más respeto Veres, después de todo es tu hermano 

La diosa voltea a su hermano con odio 

-Me repugna ser de la misma familia que ese engendro, traidor a nuestra sangre 

-Traidor dices, si eres tu la que ha engendrado a esos siete bastardos 

Le responde su hermano con seriedad y un poco de enojo

-Siete caprichos apenas 

Calmándose, se aleja la diosa

-Eh oído que la séptima tiene un nombre peculiar. Una tal... 

-No tiene nada de especial, es apenas eso, un nombre

-Mas te vale hermana, espero tus siete "caprichos" no causen problemas 

Le responde el dios de la guerra apartándose, camina unos pasos y se encuentra a un guerrero alto y sin camisa caminando hacia ellos, le hace una ligera reverencia 

-Tanár

Le dice el dios pasando de el

-Mi señor

Le responde el maestro 

-¿Cómo están?

Le pregunta Veres sin verlo 

-Bien, comencé la construcción del dojo 

-¿Dónde está?

-Justo debajo de nosotros

Sangre EnvenenadaWhere stories live. Discover now