Capitulo 24

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Los gritos de batalla de todos son escuchados por todo el campo

Deacon se encuentra combatiendo, junto a unos pocos civiles armados, a un fuerte escuadrón destinados a matar a los que tratan de huir, el enano acierta un golpe con su hacha y atraviesa la cabeza de su oponente, retira del cadáver su arma y respira cansado, un soldado trata de golpearlo por la espalda, es asesinado por una flecha de color amarillo, la cual acierta en su cuello, Deacon se da la vuelta y ve a Tamira disparar nuevamente con su arco, acertando en el entrecejo de un embiri enemigo 

-¿Desde hace cuánto que todo está tan mal? 

Pregunta cansado el enano

-La verdad no lo se ¿Faltan muchos? 

Le responde 

-Demasiados, no dejan de llegar soldados

Combaten por unos minutos contra los enemigos hasta que una bola de metal y fuego cae peligrosamente cerca de ellos 

-¡Mierda!

Grita el enano mientras la gente se asusta, los soldados sonríen y se acercan a los civiles 

-¿Cuánto crees aguantar?

Le pregunta a la reina de los elfos

-No mucho 

Le responde respirando fuertemente 

-Jamás pensé que nuestras especies colaborarían 

Le dice la elfa

-Ja, cualquiera blande un arco, no todos logran usar un hacha 

Le responde riendo 

-Es al revés idiota

Ambos se preparan para pelear mientras los soldados frente a ellos ríen confiados, los aldeanos se apresuran por entrar a las minas

A lo lejos, detrás de la fila de catapultas, el rey del ejercito de los no muertos avanza implacable por el campo de batalla, sin piedad ordena que sus proyectiles sean disparados por todo el lugar, destina una de sus armas a disparar contra los civiles, Avilag, quien sigue a su lado, se mantiene callado y serio, por de algún modo disfruta la escena, mientras que su aprendiz observa con orgullo el logro de su maestro y grita con felicidad las ordenes a su ejercito, mis hermanos, el rey, Buvez y Méreg se encuentran al centro del campo, viendo como el ejercito de no muertos se aproxima, luchando hombro a hombro, Dcan, impaciente por llegar a ellos y asesinarlos con su hoja, ordena acelerar el paso 

Cabalgo por el bosque lo más rápido que mi caballo permita, esquivando raíces enormes, árboles y diversos enemigos.

Recorro gran parte del bosque maldito hasta que un árbol levanta una de sus enormes raíces y me tira de mi caballo, agarra al animal y lo asesina apretando su cuerpo mientras lo en rolla

-Mierda

Digo al aire, la planta se percata de mi presencia y deja caer su raíz sobre mi, lo esquivo rápidamente y corro huyendo de la criatura, me alejo de la misma y en segundos soy rodeado por una manada de Kapres, las criaturas más salvajes del bosque, apuntándome con sus flechas envenenadas, coloco mi mano en mi espada lentamente, escucho una el grito de un águila cerca de nosotros y una sombra pasa por encima mio, el hipogrifo se abalanza sobre los Kapres y estos huyen al verlo, se acerca a mi con lentitud y confianza 

-No pensé volver a verte

La criatura baja su cabeza y yo la acaricio

-Necesito un favor 

Le digo, me subo en el lomo de la bestia y esta comienza a volar por encima de los enormes árboles del bosque 

Los siete reciben ataques de sus oponentes, orcos, embiris y no muertos, tratan de contraatacar, aguantan lo más posible

Sangre EnvenenadaWhere stories live. Discover now