El demonio contra el hombre.

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Me encontraba caminando por los pasillos en dirección a la oficina del diligente, tenia muchas preguntas que hacer referente a la situación de Tou.

¿Qué había pasado?

Pesé al encuentro que había tenido la primera vez que nos habíamos visto, no guardaba odio hacia Tou y llegue a considerarlo un amigo cercano, aunque ninguno de los dos hizo comentario algo sobre ese día ni hizo preguntas al otro de lo que había pasado, dejándome solamente la sospecha de que lo que sea que se encontraba devorando mi alma podía estar asociado con aquella situación.

Interrumpí en la habitación abriendo sutilmente la puerta.

—¿Diligente?

Pregunte al entrar, cometiendo el atrevimiento de pasar sin pedir permiso al lugar.

—Estoy ocupado ¿qué quieres?

Respondió Eulist desde su escritorio, el lugar estaba desordenado, libros y archivos sobre las sillas del lugar, su escritorio solo tenia mapas y demás documentos regados, junto a un vaso pequeño de cristal el cual poseía un liquido que bordeaba entre el marrón claro y el naranja oscuro, con un olor horrible a fermentación.

—¿Por qué arrestaron a Tou?

—¿Por qué no le preguntas a él?

—¿Dónde está?

—Eso es confidencial.

—¿Confidencial? —Dije de forma exaltada acercándome a Eulist— ¿Qué sucede? Me quitas mis cargos para dárselos a otro más ¿así funcionas?

—Niño no tengo tiempo para tus preguntas y argumentos estúpidos, tengo una guerra que ganar y lo menos que me preocupa es tu humor, ¿No tienes un entrenamiento al cual ir?

Su respuesta había sido algo diferente de lo que normalmente esperaría de él, aquella persona bromista y sarcástica ahora era un malhumorado, su cara denotaba ojeras enormes y un cansancio acumulado con estrés.

—Solo pido que...

El carmesí de una luz inundó la habitación, la nave se lleno del repetir de una sirena en todos los altavoces.

¡Atención! ¡Se solicita la presencia del consejo en el hangar numero 11! —Una voz femenina empezaba a salir de los altavoces— ¡Repito! ¡Se solicita la presencia inmediata del consejo en el hangar número 11!

El chasquido de los labios de Eulist rompió el silencio dejado por los altavoces. Se levanto de forma rápida de su silla, sujeto el pequeño vaso que se encontraba en su escritorio y lo empezó a beber de forma apresurada hasta acabarlo y dejarlo allí, empezando rápidamente a marcharse.

—Tengo asuntos que atender, cierra cuando salgas.

Dijo pasando a mi lado, cruzando la puerta de forma rápida, dejándome solo en aquella oficina, ¿Estrés de guerra? No podía descartar esa situación, luego de mi primer combate, de ver como morían de forma brutal soldados de ambos bandos, algo en mi mente quedo marcado por las imágenes que se plantaron durante aquellos momentos, lo que me hacía pensar en cuantas veces él lo abra visto, cuanto habrá perdido y cuantos habrá visto morir de formas innecesarias por su culpa.

Salí de aquel lugar y me dirigí a mis practicas junto a Asriel y Galeo, el otro chico con armadura.

—Una armadura clase A no podrá matarlos mientras tengan su clase S puesta, pero eso no impide que los golpes les duelan o los dejen inconscientes, como paso con Galeo, si tu armadura fuese de invocación hubieras perdido la protección de ella y posiblemente te hubieran asesinado.

Dominadores de mundos: Historia humana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora