Capítulo 2, Parte 6

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Tardó unos diez minutos en volver pero cuando lo hizo regresó con un vaso de limonada en su mano derecha.

—Espero que le guste —dijo la señora mientras le pasaba el vaso con su contenido de un tono verde —está hecho con unos limones que son de una cosecha de por aquí cerca.

—No tenía que hacerlo pero todas formas mil gracias.

—No tiene que agradecer, no es nada, ¿quiere escuchar la historia?

Tyrone le dio un sorbo al vaso.

—Sí, claro, por favor.

—Bien, la historia me la contó mi abuela cuando yo tenía diecisiete años, toda una señora pero en ese momento con amoríos con un chico llamado Roger. La historia es así, una mujer estuvo casada con un hombre e incluso tuvo un hijo con éste, salían a pasear, iban a bares, clubes, iban al cine, iban a muchos sitios.

La dama es cuestión, es una persona con muy pocas amistades, lar personas se alejaban de ella alegando que ella los trataba mal, incluyendo las amistades de su marido. Con el tiempo su esposo pudo conseguir mayor estabilidad económica, la cantidad de dinero aumentaba y ese crecimiento alimentaba la forma en cómo su esposa trataba a las personas y también crecía su ego, se convertía en un monstruo. Como muchos matrimonios, y este no fue una excepción, hubo una infidelidad por parte del macho de la unión hasta que un día optó por acabar con dicho matrimonio que se había convertido en un infierno para él.

Ya con una ex-esposa y con una amante que vivía con él en una misma casa, tuvo un hijo con ésta última y fue lo mismo en el modo sentido de que la complacía con todo, le daba todo lo que pedía y sus deseos eran cumplidos en su mayoría pero ya había comenzado un círculo, estando con ella estaba con una, dos, tres mujeres al mismo tiempo. La ex-esposa le hacía la vida imposible, a tal punto que le amenazó con quitarse la vida por su culpa si él no volvía.

Este hombre ya con un matrimonio fallido y sin ni siquiera con ruinas y conviviendo con la que en parte colaboró a ese fracaso, su amante. Mujeres, unas, dos o tres, siempre quería más y más, todo era una vulgaridad de calificaciones censuradas ante la moral de lo prudente. Su ex-esposa enloquecía cada vez más, sólo eso me contó mi abuela.

—¿Sólo eso?

—Sí.

—¿Y con a que quiso su abuela con esa historia?

—Bueno, me dio una buena explicación y un argumento bien detallado.

—Si es tan amable por favor.

—Lo primero, la mujer veía que la gente no se llevaba bien con ella pero entonces nunca se preocupa por analizar qué hay de malo en su persona, segundo, cuando su esposo creció económicamente su ego se alimentó pero esto sucede porque era pobre tanto espiritual como mentalmente, el dinero alimentó esa bestia del ego que suplantaba la fe quizás en sí misma, era insegura no cabía duda, y a la inteligencia, quien no es inteligente toma la vanidad como su único pasatiempo.

El esposo, él perdió el amor por ella y cualquier otra mujer, embarazar y vivir con alguien que amaba no era un problema, no le importaba en lo absoluto. ¿Qué cree usted que hubo en esta historia?

Alguien profundamente enamorado diría que es puro amor, aunque sea una opinión al extravagante o estrafalaria pero tiene base porque de eso se basa el amor de convertir lo poco lógico en una verdad rotunda, argumentaría que la postura de ambos se debe a que ninguno de los dos puede vivir sin el otro. El enamorado predicaría que el hombre luego de perder el amor que tenía a la que en un momento fue su esposa, estuvo con muchas mujeres y cada vez más mujeres porque quería encontrar y volver a sentir aquello que solo su antigua diosa lo hizo sentir, el enamorado diría la mujer aún tenía la idea de que nada estaba perdido y que podía todo volver a solucionarse, ella exigía como quien puede ejercer poder sobre alguien, como lo ejercería una esposa por ejemplo ya que ella no era su esposa, para esa pobre mujer el amor aún tenía la fuerza de unirlos. Pero, un personaje de cabeza fría y sin emociones de por medio, el amargado, sacaría a la luz la patente de que ninguno de los dos de ese amor y que la prueba más irrefutable de que nunca se amaron es el dolor y la tristeza que debió estar pasando el pobre niño que nació en el matrimonio de las mentiras y las falsedades.

—¿Cuál cree usted que la voz de la razón?

—Ambas.

—¿Ambas? Pero señora Gertrudis las dos son tan opuestas como el día y la noche.

—Estás en lo cierto, pero sin día no ha noche y viceversa, te diré porque ambas, porque en ambas el amor siempre estuvo de por medio. El enamorado lo veía pero el amargado no, aunque presente o ausente ambos exponentes tuvieron que hacerse la misma pregunta; ¿Existió el amor en esta pareja? Automáticamente mencionas el concepto lo invocas y lo profundizas.

—Señora Gertrudis además de los pájaros ya tengo otro motivo para despertar temprano y es charlar con usted, ha sido más que grata la conversación.

Ficticia o no, la historia era insólita. Tyrone ha tenido una idea muy poca clara de lo que es el amor, su concepto o de que se componía el mismo pero la anécdota le demuestra que su composición, así como su definición, era compleja y que aunque fuera obvio, con cada punto de vista había algo muy discerniente en cada opinión lo cual no ayudaba en nada a poder encontrar la mejor explicación del concepto y hasta la función del amor.

—Me tendré que ir a mi habitación, tengo que hacer unas cuantas cosas allá.

—No se preocupe doctor López, gracias por su tiempo y compañía.

—Gracias a usted por la exquisita limonada y más aún la historia.

Y realizando unas que otras reverencias se marchó.

Ella, mi diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora